Editoriales

Baja Sur: de la Fiesta a la Anarquía / Yadhira Y. Tamayo Herrera

Tamayo Herrera es abogada con maestrías en administración pública y políticas públicas (ITESM), ingeniería en Imagen Pública (CCIP); actualmente cursa el Doctorado en Derecho en la Universidad Panamericana
Tamayo Herrera es abogada con maestrías en administración pública y políticas públicas (ITESM), ingeniería en Imagen Pública (CCIP); actualmente cursa el Doctorado en Derecho en la Universidad Panamericana

En el caos surge lo mejor y lo peor del ser humano, en el caos surge lo mejor y lo peor de las sociedades. Es lamentable lo pasaron los habitantes de Baja California Sur, así como los turistas que ahí se encontraban. Es lamentable la anarquía que viven ahora, porque esos adultos y niños, que quizá tengan hambre y frío

Méxio, D.F., 18 de septiembre de 2014.- Era el domingo pasado 14 de septiembre. Mucha gente de Baja California Sur pasaba este fin de semana como muchos de nosotros: pensando en el puente vacacional, con quién festejar el Grito de Independencia, que si el pozole y que si el tequila. También había miles de extranjeros que les gusta ir a vacacionar a esas playas. Caprichosamente, ese mismo domingo, el huracán Odile, de categoría 4, cambia de trayectoria y va a tocar tierra a Los Cabos, Baja California Sur.

Comienza siendo un día gris, lluvioso. Pero luego las lluvias se ven envueltas con mucho viento que va a más de 200 kilómetros por hora, las olas golpean fuerte, alcanzando más de cuatro metros de altura. En el momento más álgido se pueden ver colchones, rejas, palmeras volando. Después, la oscuridad y el silencio. Sin servicio eléctrico ni servicios de telefonía. Los aeropuertos inservibles por lo que hay suspensión de vuelos. Los alimentos se habían terminado en las tiendas de autoservicios. La gasolina y el diesel también. Once mil damnificados en albergues. Cinco mil turistas incluidos. Tímidamente se habla de pérdida de vidas humanas.

Después… la rapiña, anarquía, inseguridad. Saqueo de tiendas. En el principio era la falta de comida, ¿pero qué hace entonces que veamos en las imágenes hombres cargando pantallas de televisión o muchas otras mercancías que no son alimentos? Leí una nota que una tienda de autoservicio decidió abrir sus tiendas por una hora para abastecer a la gente –y no quedarse con su mercancía perecedera- pero puso a sus empleados con palos y bats de beisbol a “cuidar” a una masa de gente desesperada. Los saqueos empeoran la escasez de agua y alimentos en Los Cabos. Se habla de que la Secretaría de la Defensa Nacional decretará toque de queda porque el caos sigue. Envían a los nuevos gendarmes. Hay quejas ciudadanas de que las autoridades luego andan cuidando más a las tiendas que a la gente.

En el caos surge lo mejor y lo peor del ser humano, en el caos surge lo mejor y lo peor de las sociedades. Es lamentable lo pasaron los habitantes de Baja California Sur, así como los turistas que ahí se encontraban. Es lamentable la anarquía que viven ahora, porque esos adultos y niños, que quizá tengan hambre y frío, sienten miedo, desamparo y desolación. Los daños aún son difíciles de determinar.

Lo bueno también sucede. La ayuda va llegando poco a poco. Los turistas van saliendo de regreso a sus casas. La energía eléctrica va restableciéndose. El servicio telefónico también. Hay muchos centros de acopio en la República Mexicana para enviar víveres así como cuentas bancarias para apoyar. La solidaridad es como los lirios: de esos lodos pantanosos que son las desgracias pueden surgir bellas y limpias flores de lirio de solidaridad con el prójimo.

Terrible ver cómo revisaban a los niños, además de pasarlos por el arco detector de metales, para dejarlos pasar al Zócalo capitalino para el Grito del 15 de septiembre.

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