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Colosio, 23 años después / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es Maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es Maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

Hace 23 años del crimen contra Luis Donaldo Colosio, aunque el homicida está tras las rejas una inmensa mayoría no creyó en la verdad legal, los motivos para la incredulidad son múltiples como justificables. La impunidad tiene su propia narrativa.

Morelia, Michoacán, 26 de marzo de 2017.- Ya transcurrieron 23 años del asesinato perpetrado contra Luis Donaldo Colosio Murrieta, aquel 23 de marzo de 1994, así de manera abrupta se suscitó un acto reprochable teñido de sangre. La conclusión o verdad legal no satisface a casi nadie, la sombra de las sospechas nunca se disiparon, probablemente la verdad al respecto ya se dijo pero no se creyó.

Se especula que fue un crimen desde el poder, todo parece indicar que así es, tal vez la estampa que más se recuerde del candidato sacrificado es aquella del discurso del seis de marzo de 1994, poco menos de un mes de su asesinato, en dicha pieza retórica se habló de reformar al poder, dar un viraje al estilo priista. Nunca se sabrá lo que hubiese sucedido si Colosio Murrieta hubiese llegado a la primera magistratura.

La tragedia se recalcó en ese año 1994 que estuvo marcado por la violencia desde el primer minuto del día con el levantamiento armado del EZLN a la par que iniciaba el Tratado de Libre Comercio que ahora, en la presidencia de Donald Trump, puede variar.

Luis Donaldo Colosio apenas había relanzado su campaña por la presidencia de la república el 6 de marzo con un discurso atípico para ser del Partido Revolucionario Institucional, dijo ver un México con hambre y sed de justicia, un país harto del burocratismo como de la arrogancia gubernamental, dijo no querer votos al margen de la ley. Algunos interpretaron las palabras del abanderado tricolor como un enfrentamiento con el entonces mandatario Carlos Salinas de Gortari, aunque había sido el propio presidente quien lo había designado para cumplimentar el ritual sexenal que caracterizó al antiguo régimen rubricado por el autoritarismo.

Durante la campaña del nacido en Magdalena de Kino, la sombra de Manuel Camacho Solís le persiguió para oscurecer su proselitismo, éste ganaba protagonismo en el desempeño de su papel como comisionado para la paz y reconciliación en Chiapas, Colosio Murrieta mantenía una campaña sin despegue.

El 23 de marzo de 1994 el candidato del PRI acudió a Lomas Taurinas, populosa colonia de Tijuana, al concluir el mitin de campaña fue asesinado por Mario Aburto, aunque se presume que fueron dos quienes le balearon, algunos de los investigadores del crimen murieron de trágica forma, los mataron, todo se enrareció.

Nunca se sabrá si Colosio Murrieta habría sido un buen mandatario, esa hipótesis resultó incompleta, lo cierto es que los lamentables sucesos que llegaban con esa primavera de 1994 parecían llevar a México a una escalada cruenta como lo confirmaría el asesinato posterior de su compañero de partido José Francisco Ruiz Massieu.

Hace 23 años del crimen contra Luis Donaldo Colosio, aunque el homicida está tras las rejas una inmensa mayoría no creyó en la verdad legal, los motivos para la incredulidad son múltiples como justificables. La impunidad tiene su propia narrativa.

La barbarie no se ha detenido, la violencia irrumpe para fabricar historias de miedo, el tiempo de Colosio tiene semejanzas con la actualidad, porque la impunidad es ya un problema estructural. La barbarie no se ha desterrado, cada día se descubren fosas clandestinas, nuevos hallazgos dan cuenta de las pillerías de políticos de distintas orientaciones y partidos en lo que parece una historia sin fin.

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