Editoriales

Cuauhtémoc / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

El PRD pierde más con la salida de Cuauhtémoc Cárdenas, la voz de su fundador es respetada y escuchada, no hay figuras de ese tamaño en el sol azteca, a veces parece que la izquierda tiene un sino trágico. Seguramente habrá más desprendimientos, en suma los partidos políticos viven su peor momento.

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Morelia, Michoacán, 28 de noviembre de 2014.- No deja de comentarse la renuncia de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano del Partido de la Revolución Democrática, organización envilecida que ha reflejado una fragmentación desde siempre, heterogénea su composición, disímbola su orientación al aglutinar a diversas corrientes ideológicas que después trasmutaron en pandillas. La política no es un asunto de dioses, se trata de una actividad que retrata la condición humana; si para Aristóteles debía ser la expresión máxima de la ética para Nicolás Maquiavelo carecía de moral. Los registros históricos validan al escritor y diplomático italiano.

Cuauhtémoc Cárdenas fue el eje articulador de diversas expresiones de izquierda y del PRI, lo mismo académicos que guerrilleros y ex funcionarios públicos, todo ello cupo en el proyecto originario del PRD que en sus primeros años afrontó una feroz embestida desde el poder en cuyo centro estuvo Carlos Salinas de Gortari.

El talón de Aquiles del PRD fue y es la carencia de institucionalidad, los grupos al interior son belicosos, pelean sin cuartel por candidaturas, cada cual asegura su parcela de poder, la que le toca en el colmo de su avaricia. La corriente Nueva Izquierda controla los órganos de dirección desde hace muchos años, los contrapesos que tenían ya no están, ambos renunciaron y nos referimos a Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas.

La situación por la que atraviesa nuestro país ha sido caótica porque ningún partido político se escapa de la corresponsabilidad en cuanto a los desastres de inseguridad pública, el jefe del Ejecutivo federal responde de manera tardía al huracán social, la inseguridad erosiona. Ante la multitud de problemas, rastro de sangre e impunidad se esperaría una izquierda sólida, moderna, propositiva pero ésta no existe, no al menos con tales cualidades, tenemos varias izquierdas costosas como inútiles.

Cuauhtémoc Cárdenas se fue del PRD, del partido que fundó el 5 de mayo de 1989 tras aquel fraude electoral orquestado por un “converso” izquierdista tardío, Manuel Bartlett Díaz, se marchó el ingeniero por no compaginar con la actual dirigencia que encabeza Carlos Navarrete, porque su ahora ex partido no asumió una posición digna en el caso Iguala, incluso las consecuencias del descontento social las ha padecido en persona el propio Cárdenas Solórzano al ser agredido por un grupo de presuntos anarcos en pleno zócalo de la capital mexicana.

El PRD se ha desteñido, hace años dejó de lado las luchas sociales que fueron factor fundacional hace 25 años, ahora su negocio es buscar posiciones de poder, sus gobiernos estatales han sido opacos, ineptos y plagados de aprendices de políticos. El desencanto es inobjetable.

El PRD pierde más con la salida de Cuauhtémoc Cárdenas, la voz de su fundador es respetada y escuchada, no hay figuras de ese tamaño en el sol azteca, a veces parece que la izquierda tiene un sino trágico. Seguramente habrá más desprendimientos, en suma los partidos políticos viven su peor momento.

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