Editoriales

El bien común sobre todas las cosas / Mateo Calvillo Paz

El autor es el Presbítero Mateo Calvillo Paz, vocero episcopal y colaborador de diversos medios de comunicación locales, regionales e internacionales
El autor es el Presbítero Mateo Calvillo Paz, vocero episcopal y colaborador de diversos medios de comunicación locales, regionales e internacionales

No se pueden atender los intereses sólo de quienes tienen el dinero y el poder, sino se atiende el Bien Común vamos a la catástrofe

Morelia, Michoacán, 20 de julio de 2017.- ¿Es bueno poner huertas de aguacate y arándanos para hacer dinero? ¿Es bueno producir oro verde?

Todos dirán que sí, a primera vista.

Pero el hombre no sólo debe ser práctico sino también sabio para ver el alcance de sus actos para todos los hombres que viven en la sociedad. Dios creó todos los bienes y los destinó para todos.

A algunos se les olvida que somos parte de un orden, miembros de una sociedad, de la gran familia mexicana, compartimos los recursos naturales, necesidades, un deseo innato de felicidad y un destino definitivo.

Hay acciones que ocultan crímenes contra la sociedad de personas inocentes. Es el caso cuando se autorizan huertas por encima de la ley, resolviendo los asuntos por arreglos cupulares, dinero busca al poder. Es un atentado contra el orden público, contra las multitudes de pobres. Un hijo del pueblo, el más humilde vale exactamente lo mismo que un rico.

Con tales acciones se violan los derechos de la familia humana, se cometen graves injusticias y se siembra el odio que va a salir en forma de protesta, insurrección, venganzas, que dará frutos de muerte.  Es violencia oculta, en incubación.

Una huerta, si no se planea sabiamente, en armonía con el bien de todos y de la naturaleza, es producto de una injusticia trae muchos males de orden moral y social. La acción se corrompe aún más y se complica cuando se trata de lavado de dinero del crimen.

Estos crímenes abonan a uno de los más terribles males que estamos sufriendo, la desigualdad social.

Otra tarea que deben hacer las autoridades es el cuidado de la naturaleza. El equilibrio ecológico es una parte fundamental del Bien Común, conjunto de condiciones que nos permiten realizar nuestro destino definitivo y ser felices. Las huertas no pueden estar destruyendo el medio ambiente y el bienestar de la gente.

Las aguas de los manantiales que retienen las huertas aguacateras hacen falta al medio ambiente y a la población de Zirahuén. Le quitan el agua que tiene para beber.

Las aguas del Rio del Silencio que retienen las huertas de arándano le hacen falta, al lago de Zirahuén. Su encanto depende sus aguas, profundas que escasean y el lago se sigue extinguiendo dolorosamente. La esmeralda más grande del mundo, uno de los más bellos del Planeta se encoge.

Es necesaria la reforma moral de las autoridades, que dejen de cometer injusticas y errores y actúen conforme a la ley y la justicia, que tengan presente el bien de todos los pobres del pueblo, y la protección del ambiente que es la inmensa mayoría de habitantes.

Hay voces que se alzan para defender la tierra y su gente, como los comuneros. Tienen demandan justas, afectan algunos intereses particulares, con frecuencia pecuniarios y mezquinos. Los afectados los satanizan y tratan de borrar del paisaje social.

El Maestro, Dios que vino del Reino celeste nos trae la sabiduría divina, nos recuerda el sentido de las cosas: Dios es el dueño de todas las cosas porque él las hizo.  Los salmos cantan bellamente que el Señor hizo los cielos y la tierra.

El Mesías, venido de lo alto, endosa la causa de los pobres y la defiende. Atender a sus causas justas, según la justicia y el derecho es reformar al país, salir verdadera y efectivamente del estado fallido, el imperio del crimen, la corrupción, la violencia, la muerte.

Él tiene la sabiduría y da el marco doctrinal para entender los abusos contra la naturaleza. La creación, enseña Pablo, fue sometida al desorden por el Maligno y sus seguidores. Luchamos por el equilibrio ecológico. Tenemos la segura esperanza de que “también ella misma va a ser liberada de la esclavitud de la corrupción”.

Quienes tenemos el honor de ser miembros de su club celeste, de su Iglesia tenemos la exigencia de desterrar la corrupción y el desorden de los hombres.

Esto incomoda a los malvados. También nos compromete a liberar  el medio ambiente. Salir de nuestra apatía y cobardía, de la vida comodina, la dolce vita para luchar por la tierra y el medio ambiente, contra el cambio climático, que ya nos alcanzó.

Los pobres tienen una gran libertad para seguir, ellos pueden transformar esta situación de desorden, de cambiar las estructuras corruptas del gobierno y la sociedad

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