Editoriales

El Evangelio hoy / El Reino de las Parábolas

El autor es el Presbítero Mateo Calvillo Paz, vocero episcopal y colaborador de diversos medios de comunicación locales, regionales e internacionales
El autor es el Presbítero Mateo Calvillo Paz, vocero episcopal y colaborador de diversos medios de comunicación locales, regionales e internacionales

Dios dirige al pueblo de creyentes, es su gobernante. La parábola del sembrador presenta la Palabra y sus frutos en los fieles.

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Morelia, Michoacán, 17 de julio de 2017.- En tu vida. Juan y su familia, nunca van a misa ni se acuerdan de Dios. Él se metió a robar y ahora está en la cárcel.

En el edificio muchas familias viven así. Los chicos andan mal, hay bandas de delincuentes en la cuadra. No dan los frutos de Dios.

Dios habla. Todo viene de Dios, como la lluvia que da vida y transforma.

De él viene la Palabra que no deja de dar fruto en la tierra buena. Los fieles necesitan ser tierra buena.

Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá sino después de hacer germinar la tierra, a fin de que dé semillas… Así será la palabra que sale de mi boca, no volverá a mí sin resultado….”

Jesús vino a anunciar el Reino de Dios. Dios reina, es el soberano, el rey que “está presente en medio de su pueblo e interviene en momentos precisos de la historia”. (Biblia Ecuménica, Introducción al Evangelio de San Mateo, p. 38).

El Reino de Dios se consumará en el cielo, la Iglesia es un pueblo al servicio del reino que está en medio de ella.

Después de Cristo, podemos anunciar: el Reino de Dios está en medio de nosotros. El Reino es Dios, presente en Cristo, que nos salva y nos llena de los tesoros del cielo.

La Iglesia trabaja para que todos los hombres acepten a Dios. Por eso rezamos en el Padre Nuestro: venga tu Reino.

La naturaleza, la creación material es pésimamente tratada, la devastan, la saquean por dinero, la secan con los aguacates, la echan al horno del calentamiento global y la exponen al holocausto final. “´Toda la creación está ahora sometida al desorden…” clama Pablo en la Carta a los Romanos.

Los ecologistas queremos salvar al planeta, llevarlo a su armonía y esplendor original: “Toda la creación espera con seguridad e impaciencia la revelación de esa gloria de los hijos de Dios”.

En su predicación, Jesús presenta el Reino de Dios en parábolas. Les habla en parábolas, en clave, envolviendo el mensaje con el misterio de Dios para que las almas endurecidas se queden sin entender nada. Dios actúa así con un amplio sector de su pueblo: “Ese pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos… Porque no quieren convertirse y que yo los salve. Es el caso de muchas personas orgullosas, sobradas, que desprecian a Dios y las obras religiosas.

Cristo siembra la Palabra, que corre distintas suertes según los corazones. El diablo anda desatado y arrebata a muchos la semilla, les hace muchos ruidos para que no vayan a misa ni al estudio de la palabra. Son “los granos que cayeron a lo largo del camino”.

“Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la Palabra” Pero no tiene un seguimiento, no se integra a un grupo, pronto olvida todo y la Palabra queda en nada.

Hay otros que escuchan la palabra pero no la dejan profundizar. Tienen negocios, preocupaciones y seducciones no dejan espacio para Dios. Es “lo sembrado entre los espinos”.

Lo sembrado en tierra buena representa a quienes oyen la Palabra, la entienden y dan fruto”. Son quienes le dan la importancia y tiempo a Dios, perseveran en su seguimiento y son personalidades de excelencia, muy bellas.

Entre los fieles que escuchan la Palabra se dan estas actitudes. Hay quienes llegan tarde a misa, se quedan a la entrada del templo o lo más lejos posible, están pensando otra cosa o platicando, respondiendo el celular.

Muchos no dan fruto, como se nota en la corrupción, violencia, mentira, robos. Son católicos los criminales.

Vive intensamente. Acepta la presencia de Dios que busca conducirte y llevarte los bienes verdaderos en su Reino. Busca a Dios…

Para platicar en familia. ¿Tu familia es una célula del Reino o vive sin Dios? ¿Qué frutos de Dios se dan en tu familia, según la Palabra? ¿La escuchan?

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