Editoriales

El regreso de la “contracultura” de la derecha radical / Teresa Da Cunha Lopes

Teresa Da Cunha es doctora en Derecho; con diversos posgrados en universidades de México, España y Francia; profesora investigadora de la UMSNH; miembro del Sistema Nacional de Investigadores; y coordinadora del Área de Ciencias Sociales en el CIJUS
Teresa Da Cunha es doctora en Derecho; con diversos posgrados en universidades de México, España y Francia; profesora investigadora de la UMSNH; miembro del Sistema Nacional de Investigadores; y coordinadora del Área de Ciencias Sociales en el CIJUS

La “crisis nacional norteamericana” es una variante de la crisis general de occidente, en que el materialismo de derechas usa la religión para atizar una base sociológica impregnada de anti-intelectualismo

Morelia, Michoacán, 07 de octubre de 2016- Mucho se ha hablado, a lo largo de la presente campaña presidencial estadounidense, del “fenómeno Trump” y de lo que este representa como síntoma de la crisis nacional norteamericana.

Pero esta es una lectura, parcialmente, errada. La “crisis nacional norteamericana” no es una crisis específicamente estadounidense.

Se trata de una variante de la crisis general de occidente, en que el materialismo de derechas usa la religión para atizar una base sociológica impregnada de anti-intelectualismo,  cuyo motor es el odio al otro y a todo,  que ha sido obligada , en los últimos sesenta años de vigencia del paradigma de los derechos humanos,  a vivir en la sombra y que , aprovecha la crisis del estado del bienestar, para instalarse en un radicalismo político fascitoide, “aceptable” porque se presenta como “contracultura” y “anti-sistema”.

Lo que se proponen estos movimientos “alternos de derecha” (“alter right”) salidos del materialismo de derechas (pero que usan un discurso “evangélico” aunado con estrategias de manipulación informativa de masas) es crear un contexto de permanente efervescencia social,  en que grupos impresentables de extrema-derecha – como los supremacistas blancos sobrevivientes de racismos de antaño o los fundamentalistas religiosos nacionalistas-  pueden salir a la luz del día, bajo el disfraz de una “contracultura”, hoy mucho a la moda, llamada “alter-right”.

Contracultura basada en la totalidad panteísta que retoma conceptos neo- ecológicos y pretende ser la voz de “aquellos que no tienen voz”.

Contracultura radical política que pretende eliminar al Estado de las esferas que, tradicionalmente, occidente definió como del área “privada”, pero que el mundo moderno ha jurisdificado bajo el principio garantista constitucional -matrimonio, familia, procreación, educación pública, etc.

Para tal, reclama el regreso a una “cultura masculina”, de un mundo en que el varón (“Dios es varón”) retomaría una precedencia, en todos los ámbitos públicos y privado, eliminando la equidad de géneros y limitando el ejercicio de los derechos fundamentales de las mujeres como colectivo y regresándolas a una situación de “tutela”.

Estas manifestaciones de la contracultura radical de derecha, propias de los movimientos “alter right” aspiran a la marginalización y, en ciertos casos a la criminalización, de grupos, identidades y de conductas – homosexualidad, liberación femenina, empoderamiento de minorías étnicas- que visualizan como manifestaciones del “pecado” y fruto de la “confusión” social.

Los valores y libertades democráticas son usados, por estos movimientos del “alter right”, en sus diversas variantes nacionales – “Tea Party”, “Brexit”, “Marcha por la familia”- para minar, desde el interior, a las sociedades avanzadas  occidentales, debilitar las instituciones de la república laica y lanzar el ataque, vía elección de “independientes” o designación de jueces, una quinta columna  que tomará el control del  centro neurálgico de nuestros regímenes: poder legislativo y poder judicial.

Para tal, bien instalados en el capitalismo y en la era tecnológica, usan todos los recursos del materialismo de derechas para crear, difundir y sembrar, la narrativa de los miedos colectivos: inseguridad de las calles, invasión de refugiados, terrorismo, etc.

Esta contracultura de los movimientos “alter-right”, de la nueva ultra derecha radical, se apoya sobre los misticismos, los grupos secretos al interior de las religiones establecidas, sobre las teorías del complot, la invención de mitos nacionalistas, en religiosidades que van más allá del cristianismo.

Se inspira de la narrativa apocalíptica mesiánica , para predecir el “fin de la civilización”, mezclando semis -verdades -cuya “demostración” hace con los argumentos de “la ineficiencia  del establishment”, de la “corrupción  de los partidos políticos”  y con la  denuncia de la “apropiación de las universidades” por la izquierda y los liberales – con fabulaciones  producidas a partir de una ignorancia supina  del funcionamiento real del mundo, que sumada al rechazo de la modernidad y al desconocimiento de la historia, en los años treinta del siglo pasado permitieron la ascensión al poder de un psicópata como Hitler  que llevó toda una nación al horror genocida y, hoy , colocan a Trump muy cerca de los códigos nucleares y, a todos nosotros a un paso de la tercera guerra mundial.

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