Editoriales

La otra migración / Columba Arias Solís

La autora es Maestra en Derecho; catedrática de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UMSNH; analista en varios medios de comunicación; y, titular de la Notaría Pública No. 128
La autora es Maestra en Derecho; catedrática de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UMSNH; analista en varios medios de comunicación; y, titular de la Notaría Pública No. 128

En México ni el gobierno ni la clase política, han considerado en todas sus consecuencias la grave problemática de la otra migración que se encuentra en la frontera norte de nuestro país, a la puerta de los Estados Unidos, proveniente ya no únicamente de los países de Centroamérica y del Caribe, sino también de África y Asia

Morelia, Michoacán, 22 de noviembre de 2016.- Concentrados en las posibles consecuencias de las políticas que emprenderá el recién electo presidente de los Estados Unidos, una vez que ya reiteró la próxima deportación de tres millones de trabajadores sin papeles, así como la revisión del Tratado de Libre Comercio, en México ni el gobierno ni la clase política, han considerado en todas sus consecuencias la grave problemática de la otra migración que se encuentra en la frontera norte de nuestro país, a la puerta de los Estados Unidos, proveniente ya no únicamente de los países de Centroamérica y del Caribe, sino también de África y Asia.

Como es sabido, tradicionalmente México ha sido el tránsito obligado en sus afanes de llegar a los estados Unidos de los centroamericanos y caribeños, sin embargo, desde mediados de año una corriente masiva de migrantes procedentes de países como Costa de Marfil, Angola, Liberia, El Congo y Ghana entre otros, así como egipcios, cameruneses y hasta de algunas de las repúblicas de la ex URSS, y desde luego oriundos de la devastada Haití, han abarrotado principalmente tres ciudades del norte de México en la frontera con los Estados Unidos: Tijuana y Mexicali en Baja California, y San Luis Río Colorado, en el estado de Sonora.

Las guerras y hambrunas en África, los desastres en Haití como el terremoto que ocasionó miles de muertos y más de un millón de damnificados que quedaron en la calle, originaron que muchas personas emigraran y trabajaran en Brasil durante las obras preparatorias para los Juegos Olímpicos, pero luego la crisis política y económica en ese país los obligó a emigrar de nuevo a otros lugares del área, desde donde emprendieron una terrible odisea que los llevó por cerros y selvas de diferentes naciones del Sur y centro del Continente en una migración masiva que se agolpa en las mencionadas ciudades mexicanas buscando el paso a los Estados Unidos.

La oleada de migrantes se agravó por la suspensión de los permisos humanitarios que el gobierno de los Estados Unidos había estado emitiendo principalmente en favor de los haitianos desde el terremoto de 2010 y que con motivo de las elecciones se cancelaron y dejaron al garete a los miles de haitianos

Según cifras proporcionadas por las diversas autoridades, más de 400 mil personas cruzan la frontera sur de nuestro país cada año rumbo a los Estados Unidos. En el comienzo de este otoño la migración procedente de Haití se incrementó enormemente, y se agolpan en la frontera de México conjuntamente con los africanos, estimándose que podrían llegar los números hasta los 10 mil.

De sobra está decir que la oleada de migrantes ha desbordado la capacidad de los albergues y centros de atención a migrantes, por lo que pernoctan en las banquetas y muchos de ellos son alimentados por algunos pobladores que se conduelen de su situación, ocasionando que las alarmas sonaran ante las posibles consecuencias del hacinamiento, entre éstas algunos brotes de malaria.

Apenas el pasado 24 de octubre, la CNDH manifestó que a esa fecha habían pasado 15 mil personas,  por lo que había ya una suerte de crisis humanitaria en la frontera norte mexicana, debiendo instalarse una mesa hemisférica de emergencia, para buscar resolver la crisis que se encamina a ser la peor que haya sucedido en este continente, puesto que las ciudades fronterizas tienen una situación de emergencia ante la masiva y atípica migración de familias enteras que intentan llegar a los EEUU.

Entre las fronteras Sur y Norte de México se agolpan más de 12 mil personas, a las que se suman los mexicanos que huyen de la violencia en diversos estados del país y que suman aproximadamente de 2 mil a 3 mil en ciudades de Baja California. La ciudad de Tijuana, durante los últimos cinco meses ha sido la de mayor concentración con más de 5 mil haitianos que llegaron procedentes de Brasil con la esperanza de pasar a los Estados Unidos.

A finales de octubre las autoridades esperaban que la cifra de personas que ingresarían por la frontera sur de México, sería cerca de 50 mil, las que se presume llegarían por Tapachula en Chiapas y de los cuales ya habían ingresado unos 15 mil.

Así las cosas, el gobierno mexicano se encuentra ante una situación que lo ha rebasado y que parece no saber cómo resolver. Por lo pronto, han otorgado a los migrantes que se encuentran en la frontera norte, un permiso con una vigencia de 20 días para que tramiten su estancia en el país o abandonen éste, sin embargo, la mayoría de aquellos pretende ingresar a los Estados Unidos, de tal forma que no se advierte una pronta solución al problema del éxodo, el cual  se hace más difícil ante actitudes de hostigamiento y discriminación sufridos por haitiano y africanos en su paso por México. Urge entonces la participación de los organismos internacionales, de los gobiernos del continente, y por supuesto de las autoridades mexicanas, así como de todas las organizaciones sociales, para coordinarse en un grupo interinstitucional y dar respuesta pronta a esta crisis humanitaria.

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