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Libros nuestros / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

No bastan las campañas de fomento a la lectura con duración de un día conmemorativo, hacen falta otras políticas de mayores alcances máxime que hemos vivido días complicados que reflejan vacíos que bien podrían llenarse con educación y cultura no sólo con policías, inseguridad y zozobra

Morelia, Michoacán, 24 de abril de 2016.- El día Mundial del Libro es la efeméride, la coyuntura que nos recuerda lo fundamental de los textos, la riqueza de contenidos en el mar infinito de las letras. Este 23 de abril no han sido pocos los eventos organizados ex profeso para promover los libros, tenemos un país con grandes autores y escasos lectores. Paradójico.

La clase política, en general, no leen, algunos servidores públicos que despachan en oficinas culturales tampoco, esa es la realidad. El hábito de la lectura debe inocularse desde la niñez porque es más complicado en edades posteriores, bien dicen los psicoanalistas que origen es destino.

En nuestro idioma dos perlas bibliográficas siguen vigentes, ya son clásicas porque perviven en lugares destacados, en las marquesinas literarias, una se escribió hace cuatro siglos, el más reciente en 1967, sus autores Miguel de Cervantes Saavedra y Gabriel García Márquez, respectivamente, los títulos son El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha y Cien años de soledad. Ambas obras tienen un sitial que se distancia de lo efímero para formar parte del patrimonio universal de nuestra lengua.

México aún no es un país con la distinción de leer profusamente, ocupamos un bajo lugar en el concierto internacional, no obstante que tenemos una extraordinaria pléyade de escritores como Carlos Fuentes, Octavio Paz, Alfonso Reyes, Carlos Monsiváis, Rosario Castellanos, por citar sólo algunos nombres del directorio de las letras, poetas como Jaime Sabines, Ramón López Velarde, José Emilio Pacheco, Ramón Xirau, entre muchos otros, eso no ha bastado para que se lea profusamente.

Es conveniente impulsar, construir otras políticas públicas para motivar la lectura a través de diferentes esquemas y para ello las universidades juegan un papel preponderante porque la vocación cultural les es inherente, en Europa o Estados Unidos muchos de los programas en la materia son diseñados, trazados y operados desde tales centros de estudios. En México se debe poner el acento en ello.

En Morelia y otros municipios michoacanos contamos con un alto número de talleres que aglutinan calidad y exponentes serios para incentivar tanto la lectura como la escritura de algunos géneros literarios, abordados desde la óptica de la sociedad civil, los resultados han sido positivos, espero haya una oleada masiva para sembrar letras.

No bastan las campañas de fomento a la lectura con duración de un día conmemorativo, hacen falta otras políticas de mayores alcances máxime que hemos vivido días complicados que reflejan vacíos que bien podrían llenarse con educación y cultura no sólo con policías, inseguridad y zozobra.

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