Editoriales

Los moches / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

En Michoacán se desató un escándalo más en los días pasados tras hacerse públicos los audios del diputado Ernesto Núñez Aguilar y del presidente municipal de Zitácuaro Juan Carlos Campos quienes pretendían embolsarse algunos millones de pesos de un proyecto cultural

Morelia, Michoacán, 26 de julio de 2014.- La corrupción es una práctica socorrida en nuestro país, si hacemos un poco de memoria encontramos registros que dan cuenta de la voracidad de quienes expolian recursos, cobran sus servicios para abonar más al descrédito de una clase política cada vez más empoderada y cínica.

El último escándalo fue el de los famoso “moches” de algunos diputados, quienes son gestores caros con municipios aunque su labor fundamental sería la de legislar y no otra cosa, pero en México no ha pasado nada porque prevalece la impunidad, se le apuesta al olvido para mantener el mismo comportamiento, resulta grave que la capacidad de asombro disminuya.

Hace ya muchos meses se acusó a diputados federales del Partido Acción Nacional de cobrar porcentaje de recursos gestionados por algunos municipios, fue un efímero escándalo porque al final, como suele suceder, no hubo sanciones únicamente discursos.

En Michoacán se desató un escándalo más en los días pasados tras hacerse públicos los audios del diputado Ernesto Núñez Aguilar y del presidente municipal de Zitácuaro Juan Carlos Campos quienes pretendían embolsarse algunos millones de pesos de un proyecto cultural, las grabaciones resultan contundentes, máxime que el alcalde dijo que todos los legisladores exigen el pago del “diezmo” por sus gestiones.

A confesión de parte relevo de pruebas dicen los juristas, el presidente de Zitácuaro fue claro, como evidente resulta la irregularidad que les sitúa al margen de la ética.

Ernesto Núñez es militante del PRI aunque está registrado como diputado por el Partido Verde Ecologista de México, su carrera ha sido positiva hasta antes del escándalo, fue funcionario de primer nivel en la gestión de Fausto Vallejo en la alcaldía moreliana. No sé qué le pasó al joven legislador quien anunció presentaría una denuncia en contra de la promotora cultural Verónica Loaiza por “injurias y chantaje”, figuras no previstas en el código penal.

El presidente municipal de Zitácuaro, también priista, dijo que todos los diputados le piden el diez por ciento de porcentaje por gestión de bolsas financieras, si así sucede se trata de una aberración, tal vez por ello los legisladores aparecen en el último lugar de encuestas, desprestigiados, gestores con sobresueldo, alejados de sus representados.

Desconozco el trámite que tenga este asunto de los presuntos “moches”, no sabemos si el Partido Revolucionario Institucional determine alguna sanción a sus militantes involucrados o si todo seguirá igual como es muy posible o escucharemos una interminable cantidad de discursos para condenar los hechos y apelar a la mora aristotélica. Se trata de una raya más a un viejo tigre de la corrupción.

La realidad supera a la ficción, tenemos muchos cuentos como dijera León Felipe, la clase política provoca cada vez mayor irritación en amplios sectores de la sociedad, se pierde la credibilidad y se gana más repudio como consecuencia natural. En este caso debe prevalecer la justicia, lo cual implica que se despoje de su venda.

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