Editoriales

Marcha dominical / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es Maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es Maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

Las actitudes, dichos y hechos de Donald Trump parecen unificar a un alto número de mexicanos que este domingo salen a marchar por las calles de diversas ciudades, se presume un talante ciudadano en las manifestaciones dominicales, incluso algunos actores políticos dijeron que no acudirían para no restarle esa particularidad apartidista. Todos contra Trump.

Morelia, Michoacán, 12 de febrero de 2017.- Las actitudes, dichos y hechos de Donald Trump parecen unificar a un alto número de mexicanos que este domingo salen a marchar por las calles de diversas ciudades, se presume un talante ciudadano en las manifestaciones dominicales, incluso algunos actores políticos dijeron que no acudirían para no restarle esa particularidad apartidista. Todos contra Trump.

Donald Trump ha sido un ave de tempestades, suele desdeñar a la ortodoxia política, es un hombre de caprichos y ocurrencias; es representante de la plutocracia norteamericana que piensa en hacer negocios, las ideologías no le importan ni los partidos porque finalmente el Partido Republicano fue utilizado como una franquicia y punto.

Las marchas dominicales en nuestro país tienen diversos componentes, en ellas figuran rectores de reconocidas universidades de nuestro país como la UNAM, la Universidad de Guadalajara y la Universidad Michoacana; asimismo se han sumado figuras como Ricardo Martí, María Elena Morera e Isabel Miranda de Wallace, quienes registran años de persistir en el combate a la delincuencia.

Los diversos se han unido, eso no lo ha logrado un partido político, ni un equipo de fútbol, ni siquiera un asunto religioso porque todo ello lo consiguió Donald Trump. Resulta curioso, sólo que han sido tantos los embates del presidente de Estados Unidos, muchos los amagos y amenazas que ya provocó el hastío y, si se me permite, el encabronamiento.

Se habla de la unidad en un país partido desde hace mucho tiempo, se alienta la unificación por algunas causas comunes porque finalmente antes de las creencias, ideologías o condición social somos mexicanos. Habrá quien se manifieste en las marchas contra Trump en quince estados de la república, también habrá voces que descalifiquen porque en la diversidad las unanimidades son casi imposibles.

Donald Trump es un gobernante bronco, iluso y aliado a las peores causas, no puede decirse otra cosa de quien utiliza la intolerancia como argumento, la exclusión como práctica y la misoginia como escudo. Con el arribo del descendiente de migrantes alemanes y escoceses, aunque eso lo olvida, los grupos más extremos de la derecha están felices porque uno de sus simpatizantes despacha en la Casa Blanca y entonces parecen suspirar entre los fantasmas sureños del siglo XIX los llamados estados confederados que se unían alrededor de la esclavitud.

El gobierno federal mexicano está en otra sintonía, no atina, ha sido tibio, se ha pasmado. Carece de operadores brillantes en el terreno de la diplomacia porque ha decidido entregar Relaciones Exteriores a los advenedizos encabezados por Videgaray con nulo conocimiento del tema.

Mientras tanto, este domingo avanzan las marchas contra el tufo a opresión que proviene del norte.

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