Editoriales

Michoacán, estado de interdicción / Hugo Gama

Hugo Gama es Maestro en Derecho por la Universidad La Salle México, así como abogado especialista en propiedad industrial
Hugo Gama es Maestro en Derecho por la Universidad La Salle México, así como abogado especialista en propiedad industrial

Michoacán se encuentra en estado de interdicción, hasta hoy el Estado ha sido incapaz de cuidarse y brindarse desarrollo, está siempre esperanzado al cuidado del poder federal; hasta hoy no ha existido la mínima intención de generar ideas o proyectos que sirvan como alicientes para rebasar las pesadillas

Morelia, Michoacán, 03 de julio de 2015.- En el regreso de esas decenas de salidas de Michoacán durante los últimos tres años, en el momento en el que el transporte se asoma y rueda nuevamente sobre estas tierras, una serie de ideas y de imágenes me invaden: entrar a la entidad es hasta el día de hoy, como entrar en una habitación donde la noche no trae sueños e ilusiones, sino exclusivamente pesadillas interminables.

Los recientes tres años, para Michoacán sin duda alguna han sido los más complicados de los últimos 5 lustros; las adversidades nos han llevado a ser víctimas, rehenes, y en algunos casos cómplices de las mismas.  La condición en la que se encuentra la entidad, ha provocado un estado de inacción y una privación del desarrollo de ideas que permitan enfrentar las adversidades, es decir, no ha habido claridad para el hacer, lo que ha provocado un período de momificación gubernamental.

La Constitución pareciera un escrito antiguo de referencia académica, su ejercicio se limita a los cortos conocimientos o la indiferencia de quienes “ejercen” el poder. El pragmatismo ha cooptado la administración pública, los despachos se convirtieron en centros de recreación de alto resguardo, mientras la población juega a “sálvese quien pueda”, pues nadie escapa de las conductas de las adversos.

La ausencia de ideas, de proyectos, de buenas intenciones y la fortaleza de las adversidades, coloca a la entidad como un ente el cual no tiene la capacidad para cuidarse por sí mismo, sin la capacidad de discernir y gobernarse, lo que ha tenido como consecuencia que otros vengan  a “cuidar y a proteger al enfermo”, pero cobrando a discreción sus malos servicios como enfermeros.

No es permisible que quienes llevan las riendas, cada vez que hay dificultades se ausenten y viajen al extranjero cuales príncipes desenfadados y desentendidos; es condenable que mientras la inmensa mayoría sufre cada ocasión que asiste a la adquisición de víveres, los de los despachos convertidos en centros de recreación, se eleven las prerrogativas, como si fueran merecedores de premios por meternos al cuarto de las pesadillas y de la inacción.

Michoacán se encuentra en estado de interdicción, hasta hoy el Estado ha sido incapaz de cuidarse y brindarse desarrollo, está siempre esperanzado al cuidado del poder federal; hasta hoy no ha existido la mínima intención de generar ideas o proyectos que sirvan como alicientes para rebasar las pesadillas, regresar a los sueños y trabajar por convertirlos en realidad.

Impera la necesidad de retomar la senda de la razón, las ideas, el debate y la discusión, es imprescindible que aquellos que confían en las virtudes de la gente y de la tierra, empiecen a producir la lucidez que se requiere para abandonar la interdicción. Michoacán no requiere mayor confrontación, ocupa sencillez, trabajo, ideas, proyectos y de la suma de todas las capacidades que resulten en el bien de todos.

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