Editoriales

Michoacán, la entidad de la ilegalidad / Hugo Gama

Hugo Gama es Maestro en Derecho por la Universidad La Salle México, así como abogado especialista en propiedad industrial
Hugo Gama es Maestro en Derecho por la Universidad La Salle México, así como abogado especialista en propiedad industrial

Los gobernantes no cumplen con sus funciones, han cedido sus tareas a la misma sociedad, el gobierno es un simple espectador, pero ese actuar gubernamental se debe a que ellos mismos están enredados en su propia malla de ilegalidad e ilegitimidad

Morelia, Michoacán, 11 de abril de 2014.- Personalmente soy un férreo defensor del derecho humano de manifestación o protesta, a juicio del de la voz, dicha prerrogativa humana es una herramienta para garantizar un Estado Democrático (otro derecho humano para el que escribe), el que a su vez garantiza otros derechos humanos y libertades, sin embargo, ese derecho tiene límites, y se pierde su vigencia cuando su ejercicio rebasa esos límites.

La protesta históricamente ha sido el arma para la transformación, independencia y libertad de decenas de pueblos en el mundo. La manifestación ha extinguido colonias, ha derrocado tiranos y dictadores, ha luchado contra los excesos de la clase gobernante y sus medidas antipopulares, por ello resulta importante dicho derecho como herramienta del pueblo para garantizar la libertad y la democracia, sin embargo, no se trata de un derecho humano absoluto, por el contrario tiene límites para evitar abusos y salvaguardar los derechos de otros civiles.

El Estado es la representación de la vida política, social y cultural de cada nación, se trata de una organización social creada mediante un contrato en el que el soberano le cede el poder a la clase gobernante con la finalidad principal de que se garantice a la sociedad que pueda satisfacer sus necesidades elementales, así como para garantizar la sana convivencia social dentro de un territorio determinado, por ello en la cesión va aparejado el monopolio del uso de la fuerza y la facultad de legislar, es decir, el poder se entrega con todo y herramientas coercitivas.

Para que el gobierno tenga la capacidad de dar cabal cumplimiento a los fines del Estado, es indispensable que el origen de su poder no se encuentre viciado de origen. La ausencia de legalidad y legitimidad en la obtención del poder provoca un gobierno débil sin posibilidad real para gobernar, lo que ocasiona que no tenga la capacidad de satisfacer las necesidades elementales de la población y menos aún lograr una sana convivencia entre los integrantes de la sociedad.

Los eventos en la tierra caliente y en Morelia, la aparición de los grupos de autodefensa y el recién enfrentamiento entre normalistas y un conductor, son el ejemplo claro de que el actual gobierno no tiene la capacidad para garantizar seguridad, desarrollo y una sana convivencia entre la sociedad. Es precisamente la ilegalidad e ilegitimidad del origen del poder de la actual administración lo que la hace débil, tanto a su interior, como al exterior, lo que ha provocado una ausencia de gobernabilidad que ha sido sustituida por el uso ilegítimo del uso de la fuerza, que ahora ha sido tomada por los propios ciudadanos.

Podríamos simpatizar con los autodefensas o con el conductor, sin embargo, debemos ser claros, los primeros nacen para enfrentar a civiles que actúan fuera de la ley, pero su nacimiento se da de igual manera en la ilegalidad, (el uso de armas de alto poder se encuentra restringido por la ley y el monopolio de la fuerza es exclusiva del gobierno); los normalistas pierden la protección del derecho humano de protesta en el momento en que cometen ilícitos o pasan los límites del ejercicio de ese derecho, pero el conductor responde con otra conducta ilegal e igual de dolosa, como quererlos atropellar, lesionar e incluso matar, es decir, en Michoacán a una ilegalidad se responde con otra ilegalidad, lo que prueba fehacientemente que ya no existe una sana convivencia entre michoacanos, ni entre morelianos, menos aún cuando dichos eventos ilegales son aplaudidos por la misma población.

La descomposición social en Michoacán es altísima, la sociedad está enfrentada entre sí, las conductas ilegales de sus integrantes son respondidas gustosamente con otras ilegalidades, la sed de violencia y de enfrentamiento entre similares muestra el fracaso del Estado como organización y del gobierno como responsable de mantener la paz social.

Los gobernantes no cumplen con sus funciones, han cedido sus tareas a la misma sociedad, el gobierno es un simple espectador, pero ese actuar gubernamental se debe a que ellos mismos están enredados en su propia malla de ilegalidad e ilegitimidad, por lo que la esperanza de salir avante en la actual administración es inviable, habrá que reconfigurar el Estado, su vida política y social, resulta indispensable serenar a Michoacán y a los michoacanos, es urgente que todos regresemos a la legalidad, pero para ello juntos debemos dar fin a la ilegalidad.

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