Editoriales

Navidad / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

Aunque el balance de este año entraña diversas problemáticas para definir los retos de un presente muchas veces difuso no sobra decir Feliz Navidad. Aún la fraternidad es una utopía, pero un mundo sin ella sería un planeta sin alma.

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Morelia, Michoacán, 19 de diciembre de 2014.- Este año que ya vive sus postrimerías ha sido particularmente difícil por la ola de inseguridad, regiones insurrectas y el caso triste e indignante de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, la economía a la baja como la justicia.

Las autoridades evaden la autocrítica, optan por la evasión, por el pasmo, mientras los problemas se acumulan una tras de otro y así las soluciones a las dificultades no se construyen porque prevalece la indefinición, la dubitación permanente.

En diversas tribunas internacionales se ha dado cuenta de las tragedias sucedidas en México, las redes sociales se convirtieron en cajas resonantes para globalizar no solo información sino la reacción de reproche, indignación y hastío lo mismo en Noruega que en África o Asia. Una realidad sin maquillaje.

En suma este año que está en su recta final ha sido violento, a veces parece cruento sin medida, la metralla muchas veces rompe la quietud para sembrar desconcierto, pánico, es inútil negar lo que sucede. No faltan voces oficialistas que desean culpar a los medios de comunicación de los estragos derivados de la inseguridad como si los reporteros, opinadores y redactores dispararan.

No obstante todo lo negativo, la pesadumbre que en muchos casos ocupa el sitial del optimismo, estamos de pie, la capacidad de indignación registra nuestras pulsaciones, los buenos propósitos no deben ser sepultados por la amargura porque ello equivaldría a perfilar una derrota.

Hay gente que mata pero también quienes luchan a diario, hay quienes proponen el cambio a través del odio y afanes liquidacionistas, esas reacciones no generan confianza ni certidumbre, hay quienes hacen campaña valiéndose de los yerros de otros, viven de los problemas infinitos, celebran el fracaso de sus antagonistas aunque ese camino ya lo recorrieron pero lo olvidan.

Estas fechas decembrinas próximas al solsticio de invierno son motivo de muchos encuentros, cita con la familia y los recuerdos, sugerencias de nostalgias, reconocer los pasos andados a través de los años que reflejan los caminos del pasado.

La condición humana se expresa de diversas maneras desde lo sublime a lo mediocre, los sentimientos nobles que no se han extinguido a los más cavernarios instintos de quienes miran en la violencia el camino para su locura con la bandera izada del fanatismo.

Más allá de las creencias o no en asuntos religiosos nunca sobra desear una feliz navidad, expresar los parabienes a la humanidad, todos los grupos étnicos, ideológicos, la dispersión de pareceres como intereses son los colores y matices que acentúan la diversidad en el orbe para establecer que éste no es monolítico sino un conjunto plural del  sentir, pensar y hacer.

Aunque el balance de este año entraña diversas problemáticas para definir los retos de un presente muchas veces difuso no sobra decir Feliz Navidad. Aún la fraternidad es una utopía, pero un mundo sin ella sería un planeta sin alma.

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