Editoriales

¡Vudú! economía 2016 / Teresa Da Cunha Lopes

Teresa Da Cunha es doctora en Derecho; con diversos posgrados en universidades de México, España y Francia; profesora investigadora de la UMSNH; miembro del Sistema Nacional de Investigadores; y coordinadora del Área de Ciencias Sociales en el CIJUS
Teresa Da Cunha es doctora en Derecho; con diversos posgrados en universidades de México, España y Francia; profesora investigadora de la UMSNH; miembro del Sistema Nacional de Investigadores; y coordinadora del Área de Ciencias Sociales en el CIJUS

El presupuesto 2016, cuya Ley de Ingresos y Miscelánea Fiscal ya pasaron el filtro del Senado, es un perfecto ejemplo de una “política económica vudú”. ¡Vudú!, economía 2016

Morelia, Michoacán, 01 de noviembre de 2015.- Este jueves, 29 de octubre, fueron enviadas oficialmente las minutas que contienen la Ley de Ingresos y la Miscelánea Fiscal para el 2016 a la Cámara de Diputados. En ellas se nos ofreció un  atisbo de los objetivos de política económica del Ejecutivo y de la negociación de los mismos con los grupos parlamentarios.

Como resultado de este proceso, por 87 votos en favor y 20 en contra, el Senado de la República aprobó cambios a la Ley de Ingresos y Miscelánea Fiscal 2016, minutas que regresaron a la Cámara de Diputados para su análisis y eventual aprobación, mientras la Ley Federal de Derechos y la Ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, en el apartado relacionado con los remanentes del Banco de México destinado al pago de deuda pública, por no haber sido modificadas por la Cámara Alta fueron enviadas al Ejecutivo federal para su publicación.

Las minutas llegaron a la Cámara de Diputados  durante la madrugada (¡¡¡ah!!!, cómo son «importantes» estos ritos de la noche capitalina) para ser analizadas en la sesión de este jueves, que iniciará después de las 11 de la mañana.

Primero punto a tener en cuenta,  se trata de un presupuesto “base cero”, aunque sólo Dios y Videgaray saben, con exactitud, lo que significa o es el presupuesto “base cero”.

Segundo, no nos engañemos, se trata de un ritual de «vudú» ante  la caída en los precios internacionales del petróleo que nos pretende hacer creyentes en el milagro del siglo: que la propuesta construida sobre el dogma de la «base cero» es una panacea de abundancia para el 2016.

En la estructura programática del presupuesto, enviada a finales de junio, se propuso una reducción de 26% en el número de programas bajo el control del gobierno. La disminución implica la fusión de 261 programas en 99, la re-sectorización de siete, la eliminación de 56 y la creación de cuatro, según Hacienda.

Atención, esto es lo mismo que creer que Videgaray tiene en manos la fórmula mágica que haría posible que todos los mexicanos perdiesen tanto peso como quisieran, sin necesidad de hacer dieta ni ejercicio.

Vale, esa segunda promesa no la hizo, es cierto. Pero podría haberla hecho perfectamente. En los pre-criterios de política económica que entregó la Secretaría de Hacienda a finales de marzo se esperaba una expansión del crecimiento de entre 3.3 y 4.3% para este año. Proyección que habría sido tan realista como prometer un crecimiento de 10% o del 15%, y que tiene la misma consistencia: la de castillos en las nubes.

151101-vudu-economiaHablaré de la ¡Vudú! economía, de la cual Videgaray es un discípulo ejemplar,  en un momento, pero primero dejen que les cuente un secretito económico, que no es sólo mío, y que Krugman, Premio Nobel de la Economía ha explicado de forma sencilla y muy clara; concretamente, que «no sabemos mucho acerca de cómo elevar a largo plazo la tasa de crecimiento económico. Los economistas saben cómo propiciar la recuperación de las crisis temporales, aunque los políticos suelan negarse a seguir sus consejos. Pero una vez que la economía se acerca al pleno empleo, que siga creciendo depende de que aumente la productividad por trabajador. Y aunque hay cosas que podrían contribuir a ello, la verdad es que nadie sabe cómo conjurar un incremento rápido de la productividad.»

¿Por qué, entonces, se imagina Videgaray que conoce secretos que se les escapan a todos los demás?

Una posible respuesta, que resulta de hecho un tanto cómica, es que cree que el crecimiento de la economía del Estado de México, ejemplificada por los grandes «negocios» con Higa y OHL,  durante su pasaje por Toluca sirve de «ejemplo» para la Federación. ¿Y dónde está la gracia de eso? En que todo el mundo excepto Videgaray sabe que, durante esos años, el auge económico del Edomex se debió a la madre de todas las burbujas de corrupción en inversión de infraestructura.

Cuando la burbuja reventó, con las averiguaciones previas en curso, el Edomex se sumió en una profunda crisis, mucho peor que la del conjunto del país. Si sumamos el auge y la crisis, la trayectoria económica del Edomex a largo plazo ha sido, en todo caso, algo peor que la de la media nacional. Eruviel Ávila no pudo tapar los hoyos que dejó Enrique Peña Nieto, cuando fue gobernador de la entidad, y ahora no sólo vive inseguridad, desigualdad social, sino una crisis financiera que podría declarar en quiebra a por lo menos cinco municipios, como es notorio en los titulares que llenaron los rotativos en agosto 2015.

Por tanto, la clave del historial de éxito de Videgaray radica en una buena elección del momento oportuno político: se las arregló para estar, primero en el equipo de transición y, después, en el cargo clave del ejecutivo federal, antes de que la naturaleza insostenible del auge de la crisis que dejó atrás, se volviese evidente. Ahora tiene una posición de «intocable», casi de «presidenciable», así que el presupuesto «base cero» pasa por un logro genial en vez de ser tratado como es: como un ritual e la ¡Vudú! economía.

Así, todos pasamos por alto que el mercado estará particularmente atento a la trayectoria del déficit fiscal y que la deuda neta del Gobierno federal ascendía a 5.8 billones de pesos al cierre de julio, más del 32% del PIB. O sea, en este ejercicio colectivo de amnesia, nos creemos en el vudú  que nos hace esperar que el saldo negativo represente 3% del PIB y mantenga su tendencia a la baja a 2.5% en 2016 y 2% en 2017.

Pero las promesas económicas de Videgaray reflejan algo más que su voluntad de darse más importancia de la que tiene. También reflejan la costumbre que tiene su partido de presumir de su capacidad para propiciar un crecimiento económico rápido, aunque no haya prueba alguna que justifique esos alardes y sí un archivo histórico que hace prueba de quiebras nacionales de proporciones astronómicas (1982…1994…). Es como si unos cuantos hombres relativamente bajos tuviesen la costumbre de andar por ahí pavoneándose y diciéndole a todo el que se encuentran que miden 1, 95metros.

Evidentemente, las cifras sin más no cuentan toda la historia, pero seguro que no hay nada en esa lista que indique que Videgaray y el partido en el poder poseen una especie de cura milagrosa para el crecimiento lento. Y, como muchos han señalado, si Videgaray conoce el secreto del crecimiento del 4%, ¿por qué no se lo contó a las entidades federativas que están abiertamente en quiebra?

Parece ser que el Congreso de la Unión tampoco se cree en el milagro de la ¡Vudú! economía, pero como lo importante es llevar resultados a los grandes grupos económicos que respaldaron con apoyos concretos muchas de las trayectorias políticas de los que votan, pues jugaron el juego con los naipes marcados. Así que en la  semana pasada, la Cámara de Diputados hizo 43 cambios a la propuesta del paquete de ingresos 2016 de la Secretaría de Hacienda, para aumentar en 16 mil 954 millones 300 mil pesos los ingresos totales, a fin de dejarlos en cuatro billones 763 mil 899 millones 900 mil pesos, en lugar de los cuatro billones 746 mil 945.60 millones de pesos que propuso el gobierno.

Y aprovechando la clamor pública contra la reducción de 50 centavos del impuesto especial a bebidas saborizadas con hasta cinco gramos de azúcar por cada 100 mililitros, el Senado hizo la maniobra genial de eliminar esta reducción y, en su lugar…  bajó en 90 por ciento el cobro de derechos a los concesionarios de radio y televisión al bajar de 20 centavos a dos centavos de dólar el cobro de derechos por el uso del espectro radioeléctrico, que incluye el uso de la banda de 700 megahertz. No se trata solo de ¡Vudú! economía, esto ya es un show de prestidigitación digno de las noches en Las Vegas.

Pero, ya estamos habituados .O piensen en la experiencia de las «reformas estructurales» del 2013-2014, donde se sacó adelante unas rebajas fiscales que supuestamente iban a impulsar un rápido crecimiento económico.  Y ahora estamos viendo los resultados de ese experimento: el auge prometido nunca se materializó, los grandes déficits (ver las pérdidas millonarias de los últimos tres meses de Pemex) sí lo hicieron y, a pesar de los radicales recortes del gasto en educación y otros servicios públicos, al final  lo que vamos a tener  es una subida de  los impuestos (y los que más sufrirán serán los cautivos y  los con pocos ingresos) presentada bajo el disfraz – estamos en Halloween-  de eficientar la recaudación de impuestos.

Alguien tendrá que pagar los dos mil 700 millones de pesos que el Estado dejará de recaudar con este «regalito» al sector de telecomunicaciones. No se preocupen, para pagar aquí estamos, yo y usted, querido lector. El pueblo.

¿Por qué, entonces, presumen tanto de crecimiento? Seguramente, la respuesta resumida sea que se trata, fundamentalmente, de encontrar el modo de vender las rebajas fiscales a los ricos.

Estas rebajas son impopulares por sí solas, y todavía más si, como las reducciones tributarias que se aplican desde hace décadas a las empresas  (¿¿recuerdan del caso de Televisa, el año pasado??) y los ricos, deben sufragarse con subidas de impuestos a las familias trabajadoras y recortes en programas públicos que sí tienen aceptación.

No obstante, no me deja de espantar el hecho de que las rebajas fiscales a los ricos  sean una prioridad política absoluta que  las promesas sobre los milagros del crecimiento y de que todo el mundo se beneficiará de las repercusiones positivas y que el discurso de que » hasta es posible que las reducciones tributarias se paguen por sí solas» continúen prosperando y sean aceptadas como una verdad por la opinión pública y por los electores y que tal no sea denunciado como una “política económica vudú”.

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