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“Suburbicon”, de George Clooney, se presentó en el FICM

Evidentemente George Clooney no tiene el talento de los hermanos Coen para resolver adecuadamente una película con estas características
Evidentemente George Clooney no tiene el talento de los hermanos Coen para resolver adecuadamente una película con estas características

El filme se sitúa en una especie de ciudad modelo habitada en su totalidad por gente blanca de clase media alta. Pero la aparente tranquilidad del suburbio se ve amenazada con la llegada de una familia de color. El evidente racismo de los residentes del lugar no solo se traduce en agresiones de todo tipo, sino que encubre un novelesco triángulo amoroso que desembocará en una caótica jornada de odio y muerte.

Morelia, Michoacán, 25 de octubre de 2017.- Es más reconocido en su faceta como actor, sin embargo, George Clooney tiene ya una larga carrera como director de cine, la cual inició hace quince años con la comedia biográfica Confesiones de una mente peligrosa (Confessions of a dangerous mind, 2002). Suburbicon (2017), es la sexta película que dirige el también actor, guionista y productor, la cual formó parte de la selección oficial en la pasada edición del Festival de Venecia y recién ahora se presenta en el Festival Internacional de Cine Morelia (FICM), unos días antes de su estreno formal en los Estados Unidos.

La película, tal como lo anuncia el título, se sitúa en los años cincuenta, en la idílica comunidad de Suburbicon, una especie de ciudad modelo habitada en su totalidad por gente blanca de clase media alta. Pero la aparente tranquilidad del suburbio se ve amenazada con la llegada de una familia de color. El evidente racismo de los residentes del lugar no solo se traduce en agresiones de todo tipo sino que  encubre un novelesco triángulo amoroso que desembocará en una caótica jornada de odio y muerte.

El guión es producto de una combinación: por una parte era una historia original escrita hace varios años por los hermanos Ethan y Joel Coen, por lo que no extraña su sentido del humor negro y malicioso, tan característico de sus obras. Mientras que Clooney aportó la parte que relata un episodio de violencia racial que ocurrió en la ciudad de Levittown, Pennsylvania en la década de los cincuenta.

La idea de conjuntar ambas historias surgió a partir de la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos. Su discurso cargado de racismo y xenofobia inspiró algunas de las escenas del filme: la construcción de vallas para aislar la casa de una familia y la manía arbitraria e infundada de culpar a los recién llegados de todos los males que aquejan a la comunidad.

Si la vemos solo desde ese punto de vista la película puede resultar, no solo interesante sino incluso relevante para los tiempos que corren. Y es que cuando escuchamos los discursos de los líderes políticos estadounidenses nos damos cuenta de que no son nada nuevo, son temas, señalamientos y tergiversaciones que han estado presentes en los arengas de los políticos extremistas desde hace muchos años.

A lo largo de la película se van insertando escenas reales de la época en donde la gente intenta justificar su racismo con afirmaciones irritantes y estúpidas, en lo que quizás sea el aspecto más rescatable de esta producción. Y es que evidentemente la idea de Clooney era hacer una reflexión sobre el racismo en la sociedad estadounidense, pero contándola no de un punto de vista documental sino a partir de la sátira social.

Pero a pesar de sus buenas intenciones, el director falla en su intento de empatar correctamente ambas historias. Es mucho mayor el peso del enrevesado crimen familiar, incluso en grandes segmentos del metraje parece desconectarse totalmente de la parte “seria” para emprender su camino en solitario. Lo peor de todo es que ni siquiera es tan divertida. Evidentemente George Clooney no tiene el talento de los hermanos Coen para resolver adecuadamente una película con estas características.

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