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Salvador Jara, “el infiel” despreciado por los morelianos

En dos ocasiones, el desprecio del respetable fue evidente hacia el mandatario michoacano.
En dos ocasiones, el desprecio del respetable fue evidente hacia el mandatario michoacano.

Martes negro para el gobernador sustituto de Michoacán, los morelianos no perdonaron y, en dos ocasiones, abuchearon al mandatario durante la toma de protesta de Alfonso Martínez Alcázar, presidente municipal de Morelia

Morelia, Michoacán; 1 de septiembre de 2015.- El primer día de septiembre fue para Salvador Jara Guerrero un martes negro. El “infiel” fue, además, despreciado por la gente.

Dos veces, dos, al gobernador interino más eventual que ha tenido Michoacán, los ciudadanos de la capital del Estado al que jura le cambió el rostro con su trabajo, lo despreciaron y de frente.

Era día de fiesta, la tarde en que Poncho Martínez asumiría formalmente las riendas de la señorial Morelia. Ni eso los detuvo, los morelianos no se anduvieron por las armas y chiflaron el conocido sonsonete de cinco tonos.

El “infiel”, como lo bautizó la lideresa de los basureros Karina Tapia Báez, fue amargamente despreciado. Le chiflaron, lo abuchearon y más de alguno clamó aquél funesto “eeeeeoooooo”, aunque el grito se perdió un poco con el wiri wiri de fondo.

Martes de relevo institucional. La Plaza Valladolid, abarrotada, pletórica. Morelia viva en ese rincón de cantera diciéndole adiós al bipartidismo de las últimas 7 administraciones. PRI y PAN fueron borrados del escenario político, al menos en la teoría.

Ahí estaba. Todo listo. Congruente, Poncho Martínez ordenó que el despliegue policiaco fuera leve, casi nada. Los de la Fuerza Ciudadana llevaron a pasear los arcos detectores. Cual Pedro por su casa, entraron todos.

Rayaba las siete de las tarde-noche. El filtro más severo fue en la plancha de la Valladolid, donde sólo con pasesito o la credencial especial podía acceder el auditorio.

Y los de la Fuerza Ciudadana, otra vez, queriendo imponer protocolo. Y los del staff de Martínez Alcázar, otra vez, haciendo de los ciudadanos el evento.

Heliodoro Rodríguez Calderón, “El Bronco”, llegó partiendo plaza. Los reporteros volaron a su encuentro. La gente que lo reconoció fue aliada sin querer. Lo entretuvieron al pie de la escalera. No lo dejaban pasar y eso ayudó a los comunicadores que, descarados, lo rodearon impidiéndole avanzar, y él se dejó.

Sincero, el norteño habló sin tapujos de todo y nada. Cabroneó y pendejeó. Un “no me chingues” salió volando cuando se le preguntó sobre el 2018, “ni sé”, “no tengo tiempo ni de soñar, aunque sueño”.

Cuando el de Galeana cruzó las vallas y lo anunciaron, la gente gritó contenta, bien contenta. Lo abrazaban y retrataban. Las selfies de Peña Nieto quedaron en el olvido. Lo de hoy es “El Bronco”.

El aplauso fue igual de fuerte cuando Poncho Martínez cruzó la calle y arribó al recinto. Se siguió de frente pidiendo comprensión y tiempo, sonriendo amable a los portadores de micrófonos y grabadoras.

Apenas había cruzado la valla y los medios reclamaron su presencia, adentro había dado una brevísima entrevista y no lo perdonaron. Alfonso regresó, salió y se reunió con los comunicadores.

El encuentro banquetero se quedó a medias. Había llegado el gobernador sustituto. El staff del mandatario abría plaza y hacían señales, urgentes señales, para que Martínez Alcázar fuera a recibirlo.

Fue el primer trancazo.

La accidentada conductora del evento apenas había pronunciado su nombre cuando la avalancha de mentadas se dejó oír y sentir.

Catherine Ettinger dio cátedra de educación. Siempre sonrió, aunque a veces la pena asomaba un poco a su rostro, y tomaba o se dejaba tomar del brazo de su señalado consorte.

Siguió la torpeza de la presentadora. El respetable aplaudió bien fuerte al anuncio del «Papusho del Oriente», aunque Aureoles Conejo no había alcanzado a llegar al corazón de cantera.

En su ausencia, “El Bronco”, Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, el norteñote de hueso que es gobernador electo de Nuevo León, se llevó el día con los gritos, aplausos y suspiros que arrancó. Hasta el “pendejo” y el “cabrón” que soltaba cada que podía, causaron la gracia de los asistentes. Todo se le perdona al hombre que se atrevió a retar a los más poderosos.

La gente de Morelia fue generosa también con la presentación de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, aunque el ingeniero nunca llegó. Gracias a la irresponsabilidad de la maestra de ceremonias, le dedicaron un par de “vivas”. El respetable se desató con Fausto Vallejo Figueroa, él sí estaba presente. Hubo quienes corrieron la plaza completa para tratar de alcanzarlo y saludarlo, el cuatro veces alcalde de Morelia se dejó querer y apapachar, así de grande sigue siendo la querencia al gobernador con licencia de Michoacán.

Una vez más, los morelianos demostraron que no olvidan.

El jefe del Ejecutivo estatal en funciones no anticipó el segundo strike, aunque esta vez, cuando fue presentado como el principal invitado de todos los invitados especiales, la avalancha de reclamos, abucheos y rechiflas se perdieron un poco entre los aplausos de los funcionarios de los tres niveles de gobierno que hicieron acto de presencia. El gobernador sustituto de Michoacán Igual fue despreciado por la audiencia.

A partir de ahí, el nombre del exrector quedó de lado.

Alfonso Martínez agradeció a sus padres y hermanos. El sentimiento le ganó, la voz se le quebró y pidió perdón a su esposa y a sus hijos por el tiempo que dejará de estar con ellos para gobernar Morelia. Guardó instantes de silencio. El aplauso solidario fue igual de emotivo, sentimental. “Por eso te queremos Poncho”, gritó una de sus porras.

El expanista se recompuso. Emocionado, apreció entonces el gesto del gobernador norteño, el también independiente Rodríguez Calderón, que estuvo de paso en Morelia sólo para acompañarlo en su toma de protesta.

Poncho dijo “gracias” a los morelianos por su valor y confianza; por igual, envió su gratitud al mandatario electo de Michoacán, Silvano Aureoles Conejo, con quien dijo, ha encontrado grandes coincidencias. Nada más. En la Plaza de cantera, la Valladolid, el espacio más emblemático para el nuevo alcalde capitalino, se acabaron las rechiflas y las burlas… la explicación estaba de más: el nombre del sustituto no volvió a ser pronunciado.

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