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Otra vez la gasolina (Por: Jorge Luis Hernández Altamirano)

El autor, Jorge Luis Hernández Altamirano, es Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM y Maestro en Ciencia Política por El Colegio de México
El autor, Jorge Luis Hernández Altamirano, es Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM y Maestro en Ciencia Política por El Colegio de México

Ahora, López Obrador y MORENA han descubierto que la gestión de los problemas públicos es mucho más complicada de lo que desde la oposición parecía, o como dicen por allí “no es lo mismo predicar que dar trigo”

Morelia, Michoacán, 09 de enero de 2019.- Parece paradójico que sea el tema de la gasolina el que pueda cambiar el humor social respecto del nuevo gobierno federal; porque suena a un efecto boomerang, pues justamente en enero de 2017, con la aprobación del Impuesto Especial a Productos y Servicios (IEPS) aplicado a la gasolina, terminó por desgajarse cualquier posibilidad de éxito priísta en la elección del año pasado, cuando el desabasto de combustible y las protestas por los incrementos sacaron a muchos, que usualmente no suelen a hacerlo, a las calles y al debate en redes.

No sobra decir que fue la oposición de Morena la más beneficiada por ese desencanto, al hacer suya la demanda de “no al gasolinazo” y demostrar que el gobierno ignoraba las demandas populares.

Ahora, López Obrador y MORENA han descubierto que la gestión de los problemas públicos es mucho más complicada de lo que desde la oposición parecía, o como dicen por allí “no es lo mismo predicar que dar trigo”.

Por eso, independientemente de las explicaciones que las Secretarías de Energía y PEMEX deberán dar en los próximos días y las imputaciones que presentará la Fiscalía General para funcionarios y ciudadanos relacionados con el robo de combustible, todos tenemos que sacar al menos cuatro lecciones de este proceso:

  1. La implementación de políticas públicas tiene costos y desata consecuencias no intencionadas, es responsabilidad de los diseñadores adelantarse a esos supuestos y contar con válvulas de escape para resolver los problemas adyacentes. Se puede entender que el gobierno del presidente López decidiera que la única vía para combatir el robo de combustibles era cerrar los ductos y mover el transporte a pipas, pero es incomprensible que no se calculara el impacto sobre la distribución en la región centro – occidente. Mucho menos defendible es que, ante la crisis, la única respuesta es que “ya están trabajando en resolverlo”.
  2. Los vacíos de información pública tienen efectos importantes sobre la sociedad y el hecho que los miembros del gobierno, en este caso el presidente, comparezcan ante los medios no implica necesariamente que se esté informando. Hasta el día de hoy la narrativa ha mutado: primero se cerraron los ductos para evitar el robo, luego se supo que estaban dañados. Hasta hoy, no sabemos qué pasaba con esa red de robo, no tenemos idea de cuándo se normalizará el servicio, ni de si el cierre de ductos es temporal o cuáles empresas están llevando a cabo el proceso de abastecimiento y a qué costo.
  3. Las regulaciones al mercado están bien, pero necesitan de un Estado efectivo que las aplique pues, en caso contrario, el mercado hallará las maneras para satisfacer una demanda, como lo ha demostrado la venta de garrafas de gasolina, salidas de quién sabe dónde, a un sobreprecio de 50%.
  4. No hay soluciones sencillas a problemas complejos, como el robo de gasolina, y parece claro que la respuesta debiera ser estatal y no sólo gubernamental. No se puede pedir sacrificios de la ciudadanía si las medidas no se materializan en efectos tangibles como la detención de responsables; no se pueden evitar las compras de pánico, sino se garantiza, con calendario en mano, el reabastecimiento de los puntos de venta; no se puede evitar el pánico, sino hay certeza del servicio de transporte o la movilidad de flotas y maquinaria.

Con todo y eso, esta primera crisis, como suele decir el cliché, es también una oportunidad para la administración del presidente López. Aún tiene el suficiente capital político para sortear las olas del descontento popular, pero la fuerza en la que se sostiene exigirá resultados rápidos, los responsables del robo. También es cierto que tiene riesgos, en primer lugar, porque el desabasto puede demostrar que el esquema de distribución de PEMEX es oneroso y, por lo tanto, debieran intensificarse los efectos de la reforma energética y fomentar las cadenas de distribución y venta privadas.

A diferencia del caso del NAIM, el tema de la gasolina se ve y se siente con mayor claridad y, aunque aún parece inviable la gestación de una oposición clara, sí podría convertirse en una proto fuerza de resistencia civil organizada a la nueva administración. Gobernar es complicado y exige tomar decisiones difíciles, aceptar los errores y, muchas veces, tragarse las palabras.

Por el bien de todos, ojalá a todos lo entiendan. Al tiempo.

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