Editoriales

Invertir bien por la educación (Por: Erik Avilés)

Saber gobernar implica saber presupuestar. Un mal diseño del ejercicio futuro del gasto puede ser un pésimo presagio respecto al destino de una nación, de un sector o de un grupo vulnerado.

Morelia, Michoacán, 15 de noviembre de 2019.- Saber gobernar implica saber presupuestar. Un mal diseño del ejercicio futuro del gasto puede ser un pésimo presagio respecto al destino de una nación, de un sector o de un grupo vulnerado.

La distribución del dinero de forma descoordinada, desentendida de los orígenes de la miseria y de la desigualdad suele arropar a la discrecionalidad, al privilegio, al lujo, a la opacidad y al gasto selectivo. Respecto al Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio 2020, es inminente una votación en bloque en San Lázaro, pero no puede dejarse pasar el hecho de que la ausencia de revisión de cada uno de los conceptos, capítulos, partidas y montos, así como las modificaciones normativas, nuevos programas, tendencias históricas, análisis costo/beneficio y costo/eficiencia, entre otros aspectos, puede llegar a generar un costo incalculable en la ralentización o incluso, la retrogradación del desarrollo integral de nuestra nación.

El ámbito educativo es la piedra angular del desarrollo humano; pero si este axioma se soslaya, desbarrancarse en el precipicio social es cuestión de tiempo. Si las niñas, niños, adolescentes y jóvenes no cuentan con CENDIS, ni escuelas de tiempo completo, ‘que vayan a escuela particular’, parecen exclamar a los niños nacidos en los hogares ubicados en los deciles más marginados, los formuladores del presupuesto educativo nacional, quienes con sus planteamientos de direccionamiento del gasto público educativo se han convertido en unas anacrónicas Marías Antonietas mexicanas.

Trocan empoderamiento por transferencias directas; permutan garantizar comunidades de aprendizaje para los infantes, para darles algunos billetes a los adolescentes en año preelectoral, asignando recursos públicos a la emergente generación de votantes, quienes pueden perfectamente solventar con ese dinero cigarros, alcohol y diversiones por ser una política asistencialista de lazo abierto, sin control ni seguimiento de índole alguna, mucho menos imbricada al logro educativo, a la permanencia escolar ni a la reinversión de lo transferido en la propia educación.

¿Por qué en nuestro país no les genera mayor responsabilidad, ni mucho menos  les cortan la cabeza -burocráticamente hablando- a quienes envían presupuestos anticonstitucionales, flagrantemente insensibles a los derechos humanos de NNAJ, al Congreso Federal para su aprobación?

Además de lo anterior, de 2014 a 2018 se utilizó amplia y discrecionalmente una caja grande en la educación nacional, de alrededor de 23 mil millones de pesos, el doble de los recursos nacionales para Escuelas de Tiempo Completo o el equivalente para solventar el gasto educativo de una entidad federativa del tamaño de Michoacán, que atiende a 1.4 millones de estudiantes. Ni más ni menos.

De 2014 a 2015 Michoacán vivió una intervención desde la federación a través de la denominada Comisión para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán, que nunca pudo formular ni aterrizar políticas públicas integrales que verdaderamente rezarcieran el daño histórico que se ha  infligido a nuestra entidad mediante el olvido, la omisión, la corrupción, la violencia institucional y la impunidad con la que se ha gobernado durante décadas a la tierra de Melchor Ocampo. Mucho menos rindió cuentas cabales respecto a su accionar. Durante ese oscuro periodo la SEP se despachó con un cucharón grande y oscuro, sin que se revirtiera el rezago educativo en la entidad.

Aunque la historia reciente de Michoacán exhibe el daño que genera el actuar gubernamental desde la discrecionalidad y la opacidad, resulta alarmante que, a pesar de las denuncias de Mexicanos Primero respecto al manejo de la U080 y del escándalo nacional que ello ha suscitado, hoy hay diputados federales michoacanos que pugnan por resucitar tal partida como mecanismo para transferir dinero a la UMSNH. Por supuesto que es urgente un rescate financiero de nuestra universidad, pero así no.

Resulta muy complicado creer ciegamente en la transformación sin presupuestación; mucho menos, en la asignación discrecional de recursos sin reglas de operación, ni controles de índole alguna.

En Michoacán, todavía deberemos de esperar las sorpresas que nos deparará el Presupuesto de Egresos 2020 que se apruebe por parte del Congreso del Estado. No olvidemos que, muchos de los problemas educativos tienen que ver con una insuficiente presupuestación en nuestra entidad federativa. Razón de lo anterior es la medida draconiana emprendida por el Gobierno del Estado, que retorna la rectoría de la educación básica a la Federación, medida motivada por la falta de presupuesto. Por ello, resulta verdaderamente indignante enterarse del manejo discrecional de recursos cuando pudieron haberse asignado a revertir los efectos de la desigualdad educativa.

Error exponenciado es permanecer ahí porque siempre se ha hecho así. Es momento de dar un golpe de timón a la discrecionalidad y dar más por los derechos de quienes menos oportunidades tienen. Diputados, inviertan bien nuestros impuestos.

Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org  y en Twitter en @Erik_Aviles

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