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Ágora: Cubrebocas y cerrazón presidencial

En momentos en que este asunto debiera estar superado, todavía hay gente, como el presidente AMLO, que se niegan no sólo a utilizarlo sino a imponerlo como práctica obligatoria en todo el país

Morelia, Michoacán, 11 de febrero de 2021.- Resulta por completo absurdo que a estas alturas del COVID-19, con tantos enfermos y muertos, el tema del uso del cubrebocas siga despertando polémica. En momentos en que este asunto debiera estar superado, pues se trata de un objeto que funciona para contener el virus, todavía hay gente, como el presidente AMLO, que se niegan no sólo a utilizarlo sino a imponerlo como práctica obligatoria en todo el país.

López Obrador alude a la libertad individual para que lo use quien lo desee, pero con esto olvida que él debe gobernar de acuerdo con las directrices de los expertos y no de sus creencias y prejuicios. Se puede aceptar que cada persona tenga su propia idea al respecto, pero el estado debe aplicarlo como política pública de apoyo a la población para contener el riesgo sanitario.

No se entiende por ello que AMLO haya hecho de su negativa una política personal. El presidente olvida que este asunto no tiene nada qué ver con ideologías o autoritarismo, ni mucho menos con liberales o conservadores, sino con un problema de salud que debe enfrentarse con todas las herramientas disponibles.

Por ello, López Obrador no es un estadista al que le importe el bienestar de la población, sino un político más al que sólo le interesa atender sus imperativos morales personales. Enfrascado en luchas imaginarias con enemigos de todo tipo, AMLO se siente atacado cada que alguien le lanza una crítica, por lo que prefiere el arropo de sus propagandistas, quienes suelen llegar incluso a la violencia verbal cuando se trata de defenderlo.

Y mientras todo esto ocurre, México se hunde en una incertidumbre que quizá no sea tan alarmante como lo dicen sus detractores, pero que de ninguna manera puede soslayarse, pues están en juego vidas humanas y la economía del país.

Un presidente indiferente, protegido por los suyos, ajeno a las voces críticas, es lo que tenemos. Se trata de alguien que está esculpiendo su figura para la historia, pero a quien los historiadores definirán no como un gran estadista sino como alguien que, en lo más alto del COVID-19, se rehusó a usar cubrebocas. Nadie se acordará de esa megalomaníaca idea de la 4 transformación.

Lo peor es que el mismo AMLO sabe que esta negativa ya le está pasando factura a su popularidad.

Un solo dato: De acuerdo con la medición de México Elige el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, alcanzó un 61.5 por ciento de aprobación en el manejo del COVID-19, 8.3 puntos más que el presidente López Obrador. Si medimos las acciones que ha implementado el michoacano para hacer frente al virus con las que ha emprendido el tabasqueño, ya podemos darnos cuenta del por qué de la caída de este último en las encuestas.

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