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Cartelera Retrospectiva: A morir a los desiertos

Es importante aclarar que A morir en los desiertos no es un documental informativo sobre el cardenche. En cambio, es un registro sensorial de la región que acoge este canto, somos testigos a través de bellas imágenes de la manera en que el medio incide en la cultura local.

Sólo en pensar,
que ando lejos de mi tierra
nomás que me acuerdo me dan
ganas de llorar.

Yo ya me voy a morir a los desiertos

Morelia, Michoacán, 30 de mayo de 2021.- El cardenche es un canto tradicional de la comarca lagunera que se distingue por hacerse a capela, preferentemente en grupos de tres a seis integrantes. Se piensa que su origen está en los peones de las numerosas haciendas algodoneras de finales del siglo XIX y que desde entonces, ha pasado de generación en generación. En la actualidad la tradición se ha ido perdiendo, en la región existe solamente un grupo estable del género, Los Cardencheros de Sapioriz, quienes recibieron el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2008, en la categoría de Artes y Tradiciones Populares. 

La cineasta catalana Marta Ferrer aprovechó una beca de intercambio y se vino a México, desde entonces realiza aquí su labor cinematográfica. Su primer documental, El varal (2009), un estudio sobre las consecuencias del comercio internacional en un pequeño pueblo de Guanajuato, ganó el premio en su categoría en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM). Algún tiempo después, Marta escuchó el cardenche y decidió que sería un buen tema para su siguiente trabajo, que lleva por título A morir a los desiertos (2017), con el cual volvió a formar parte de la selección oficial del FICM. A más de tres años de su estreno en festivales, la joven distribuidora Pimienta Films, acaba de estrenarla el día 28 de mayo. 

Para los locales, el cardenche no solo es un canto, también es una cactácea. En el documental, quienes conservan esta tradición especulan sobre la asociación de ambos conceptos: la forma curvada de la espina del cardenche entra fácil y de una manera limpia en la piel, pero al retirarla deja un fuerte dolor, justo como el amor. De ahí que sea natural relacionar el canto con las penas amorosas. Sin embargo, interpretar estas letras no solo aliviaba los asuntos del corazón de los peones de la comarca, al mismo tiempo ayudaban a sobrellevar las duras condiciones de trabajo de las haciendas. 

Las primeras grabaciones del género datan de la década de los setenta. Desde entonces han surgido varias compilaciones, pero el número de exponentes de la tradición sigue siendo estable, las edades de estos cantantes rondan los ochenta años, por lo que el canto cardenche parece condenado a desaparecer, al menos en su forma original. En el documental, Marta Ferrer parece sugerir que las tradiciones no son inmutables, que éstas no desaparecen sino que se transforman. Aunque no han surgido nuevos intérpretes en la región, hay talleres del canto en Chihuahua y el cardenche sigue vivo entre proyectos tan diversos como el Coro Acardenchado de Juan Pablo Villa, Los Martajados del Real, de Querétaro y los Caballeros del Plan G, una agrupación rapera de Torreón. 

Es importante aclarar que A morir a los desiertos no es un documental informativo sobre el cardenche. En cambio, es un registro sensorial de la región que acoge este canto, somos testigos a través de bellas imágenes de la manera en que el medio incide en la cultura local. Lo vemos en el tren, omnipresente y ruidoso, las elevadas temperaturas y las calles sin pavimentar. También observamos desde la butaca el extenuante trabajo en las maquilas y las visitas guiadas a la hacienda de La Loma, en Durango, para constatar que algunas cosas no han cambiado mucho desde entonces.

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