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Cómo Lutero logró desaparecer la Santa Misa

En su predicación, Lutero aparecía como un hombre piadoso y sentimental, y repetía muchas cosas que los fieles estaban acostumbrados a escuchar en las predicaciones. Sabía endulzar el oído a la gente.

Ciudad Juárez, Chihuahua, 20 de octubre de 2023.- La Carta a los Romanos era central para Lutero y los reformadores protestantes. En esa carta, san Pablo afirma que nuestra salvación viene por la fe y no por las obras. Recordemos que la Ley de Moisés no sólo tenía mandamientos sino también otras obras como los sacrificios en el Templo y otras celebraciones judías. Pablo decía que esas obras no bastaban para llevarnos a la amistad y a la reconciliación con Dios.

Lutero tomó esas palabras de Pablo y las aplicó a la Iglesia Católica, a la cual él pertenecía. Las obras de la Iglesia –decía Lutero– eran innecesarias, incluyendo la Misa, la Confesión y otros sacramentos. Fue un error terrible de interpretación que hizo del texto paulino.

El pueblo católico tenía una muy pobre formación religiosa, y sólo así se explica la aceptación disparatada y llenas de excesos de Lutero y otros predicadores sobre las indulgencias. Los católicos alemanes, y quienes después se vieron envueltos en el levantamiento de Lutero, no se percataron que estaban frente a un hereje.

Para desaparecer la Eucaristía, Lutero fue muy hábil. Durante años los reformadores siguieron celebrando la Misa pero aprovecharon la escasa formación de los fieles para ordenar que el canon o la plegaria eucarística –la parte del Santo Sacrificio en que se consagra el pan y el vino– fuera dicha en voz muy baja, de manera que el pueblo no pudiera escucharla.

Solamente cuando se estimó que el pueblo podía aceptar la supresión del máximo acto de culto del catolicismo, se decretó la supresión definitiva de un rito que tenía 1500 años de celebrarse en la Iglesia. En su predicación, Lutero aparecía como un hombre piadoso y sentimental, y repetía muchas cosas que los fieles estaban acostumbrados a escuchar en las predicaciones. Sabía endulzar el oído a la gente.

No nos dejemos confundir. Alabemos a Dios que nos ofrece el Santo Sacrificio de su Hijo Jesucristo, consumado en el Calvario y actualizado en la Eucaristía que celebramos en nuestros altares, para que, acogiendo su gracia, tengamos su vida divina.

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