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Con peras y manzanas: Nuevos partidos

Si me preguntan a mí, el país necesita partidos más cercanos a la ciudadanía y capaces de elaborar propuestas más allá del encono o la crítica fácil. Pero, no estoy seguro de que estos posibles nuevos partidos sean, en efecto, la oferta que el mercado electoral requiere

Morelia, Michoacán, 13 de febrero de 2020.- Desde febrero de 2019, y hasta el 26 de febrero de este año, 44 organizaciones han estado organizando asambleas y afiliando ciudadanos por todo el país, en búsqueda de convertirse en partidos políticos nacionales, aunque sólo quince de ellas han conseguido organizar al menos una Asamblea Distrital o Estatal.

Para nadie es un secreto que los ciudadanos tenemos, y con razón, una pésima percepción de los partidos políticos. Se les acusa de poco transparentes, cerrados y promotores de la corrupción. Más que entidades de representación ciudadana sostenidos en unos principios y valores específicos, se convierten en agencias promotoras privadas o grupos de presión que se venden al mejor postor.

Pero, por mucho que nos desagraden los partidos políticos que tenemos, no podemos perder de vista que no hay democracia sin partidos. Lamentablemente, el rechazo natural es utilizado por algunos para difundir mentiras sobre la tarea de las instituciones en este proceso, para acusar al INE de hacer cosas impopulares. Aquí van algunas de las preguntas más comunes: 

1.- ¿Por qué se permite que haya nuevos partidos si los ciudadanos no los queremos?

Porque es la asociación partidista y la participación de los ciudadanos en las decisiones del Estado son derechos reconocidos en la Constitución. No puede haber democracia sin la posibilidad de que un grupo de ciudadanos cree partidos políticos que compitan en los procesos electorales. 

La ley que regula las elecciones, instituciones y actores políticos, llamada LGIPE por sus siglas, ha determinado que la inscripción de nuevos partidos sólo puede hacerse cada seis años (el año siguiente a la elección presidencial). El INE no decide cuándo abrir el registro ni qué organizaciones participan, simplemente aplica la norma y da acceso a todos aquellos que cumplan con los requisitos.

2.- Los nuevos partidos nos cuestan más dinero

No, la Constitución establece (Art. 41, inciso a) una fórmula matemática para determinar el monto de recursos a repartir entre los partidos políticos [multiplicando el número total de ciudadanos inscritos en el padrón electoral por el 65% del valor diario del UMA]. 

Es decir, la bolsa de recursos a repartir seguirá siendo la misma si hay 2 partidos o 50. Lo que varía es la cantidad de recursos que cada partido puede obtener, pues de esa gran bolsa el 70% se reparte en proporción a los votos obtenidos en la elección de diputados federales más reciente y sólo el 30% se distribuye de forma igualitaria. Por lo tanto, los nuevos partidos de 2020 sólo podrán acceder al apartado de 30%.

Ciertamente, habría que matizar mi afirmación, pues el INE tiene costos relacionados con la verificación de las asambleas y las afiliaciones de los partidos políticos. Una de las tantas tareas sustantivas de un servicio civil robusto y consolidado.

3.- México Libre y varios más ya son partido político

Falso, pues, aunque han cumplido los requisitos mínimos para ser partido (la celebración de al menos 200 asambleas distritales o 20 estatales con quórum mínimo verificado por funcionarios del INE y la afiliación de 233, 945 ciudadanos mínimo a través de la aplicación móvil diseñada por el Instituto) la información es de carácter preliminar. Es decir, el INE aún debe verificar la autenticidad, duplicidad, simulación, validez de credencial de los afiliados o participantes de la Asambleas. Y no será sino hasta junio de este año cuando el Consejo General apruebe o deseche las solicitudes de las organizaciones ciudadanas que buscan convertirse en partidos políticos.

Si me preguntan a mí, el país necesita partidos más cercanos a la ciudadanía y capaces de elaborar propuestas más allá del encono o la crítica fácil. Pero, no estoy seguro de que estos posibles nuevos partidos (cinco ya cumplieron el mínimo y dos están muy cerca) sean, en efecto, la oferta que el mercado electoral requiere, algunos porque son perfiles partidistas del pasado que, en gobierno u oposición, probaron ser incapaces de lidiar con los problemas nacionales, otros porque parecen más interesados en crear partidos como armas de negociación política frente al nuevo gobierno que como instrumentos de promoción de la participación ciudadana.  

Afortunadamente en 2021 podremos decidir si estas nuevas opciones valen o no la pena. Si no hay cambios en la legislación, tendrán que ir solos a la boleta, allí se verá quién es un proyecto relevante.

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