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Corrupción y política. Así eran las elecciones. (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

El hartazgo ciudadano determinó el nacimiento de una estructura encargada de las elecciones; el embrión del actual INE, pero no todo fue fácil, vencer la inercia de la corrupción era y es difícil, las resistencias fueron duras

Morelia, Michoacán, 28 de febrero de 2023.- Corrupción, nos informa el diccionario de la Real Academia Española en su segunda acepción es el “Deterioro de valores, usos o costumbres.” y en la tercera nos dice que “En las organizaciones, especialmente en las públicas, es la práctica consistente en la utilización indebida o ilícita de las funciones de aquellas en provecho de sus gestores”.

En palabras más sencillas, la corrupción es el abuso autoritario del poder, que puede llegar a ser incluso un ejercicio tiránico. Así ha sido reconocido desde siempre, tal y como lo refiere la multicitada sentencia de Lord Acton “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”

Esta corrupción tiene diversas vertientes, aunque se asocia fundamentalmente al enriquecimiento personal , ilegal, de los políticos o bien al apoyo ilegal a estructuras , causas u organizaciones que están bajo su esfera de influencia, vía adjudicaciones o contratos sin concurso , aunque no se beneficien personalmente. Esta corrupción tiene una variada nomenclatura, soborno, peculado, extorsión, tráfico de influencias, uso de información privilegiada, etc., etc.

No se puede perder de vista que la corrupción no es sólo una acción delictiva, sino también un importante (quizá definitivo) medio de influencia política con evidentes y cínicas ventajas respecto del diálogo y el convencimiento por un lado, y la coerción, por el otro. Es el aceite que lubrica todo trámite, es la carpeta que hace transitable cualquier camino.

En la América Latina, desde el siglo pasado se ha asociado la corrupción con los regímenes dictatoriales, fueran estos de la orientación que sea, y es un hecho que los movimientos democratizadores en esa época exigían a las dictaduras , entre otras cosas, la honestidad en el manejo de los recursos públicos.

Es importante destacar que en esta lucha ocupaba un papel fundamental la erradicación de la corrupción electoral mediante la creación de organismos independientes, no supeditados al Estado, que en el caso de México era Juez y Parte en el proceso electoral.

Aunque a las actuales generaciones les resulta difícil de entender, en las no muy lejanas épocas del priísmo autoritario, ese atinadamente llamado como la “dictadura perfecta” por Mario Vargas Llosa, era el Estado, vía Gobernación, el encargado de organizar todo, absolutamente todo el proceso electoral, desde asignar recursos a los partidos de oposición simulada; Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) y Partido Popular Socialista (PPS), cínicamente llamados como “la oposición leal”, contrariamente el Partido Acción Nacional (PAN) se negaba por convicción a recibir dinero de Gobernación y se mantenía por las cuotas de sus integrantes y sus frecuentes rifas de automóviles.

Históricamente, durante el lapso que va desde la creación de la Comisión Federal de Vigilancia Electoral en 1946 y hasta antes del surgimiento del Instituto Federal Electoral (IFE) en 1990, el binomio PRI-Gobierno tuvo el monopolio del aparato electoral a través de la Secretaría de Gobernación.

Absolutamente toda la estructura electoral dependía del Estado, desde las instalaciones hasta el personal que recogía, concentraba y guardaba los votos; y su control era férreo, absoluto, sostenido por la fuerza de la leyes y si era necesario de las bayonetas.

El Estado organizaba, el Estado contaba los votos, el Estado decidía que casillas anular y cuáles no, el Estado (El propio PRI) determinaba, sin discusión, quién era el ganador de la contienda electoral y no admitía reclamo alguno.

El Estado era, como he dicho, Juez y Parte, y ellos mismos decían que ellos mismos habían ganado… y punto. Así hasta el 1988 cuando la “caída del sistema” orquestada por el entonces Secretario de Gobernación Manuel Bartlett y que dio como ganador a Carlos Salinas de Gortari.

Para muchos es inolvidable esa noche de junio de 1988 cuando la una y media de la mañana, el presidente del PRI, Jorge de la Vega Domínguez, sin mencionar ninguna cifra, proclama: “A esta hora, aun de los lugares más remotos del país, estamos recibiendo de representantes y delegados del partido información que confirma nuestro triunfo contundente, legal e inobjetable… México triunfó. México dio la victoria a Carlos Salinas de Gortari”.

Y así fue, “Salinas a la de a fuerzas” cabeceó la portada de PROCESO días después.

Pero todo tiene un límite, y el hartazgo ciudadano determinó el nacimiento de una estructura encargada de las elecciones; el embrión del actual INE, pero no todo fue fácil, vencer la inercia de la corrupción era y es difícil, las resistencias fueron duras y se pagó una alta y dolorosa cuota en vidas humanas.

Termino con una pregunta ¿Deseamos el retorno del control del Estado a la estructuras electorales? ¿No aprendemos nunca?

Es cuanto.

Alejandro Vázquez Cárdenas

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