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Declive y cogobierno: La sucesión de López Obrador

López Obrador tiene el control de prácticamente de todos los resortes de poder necesarios para imponer a quien guste como su sucesor, así sea alguien tan sosa y débil como Claudia Sheinbaum

Morelia, Michoacán, 14 de septiembre de 2023.- Como diría el clásico: no se hagan bolas. Actualmente tenemos un presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, y un presidente entrante, Claudia Sheinbaum Pardo. 

Esto es porque López Obrador tiene el control de prácticamente de todos los resortes de poder necesarios para imponer a quien guste como su sucesor, así sea alguien tan sosa y tan políticamente débil como Claudia Sheinbaum. 

A esto hay que sumar que la oposición ha impuesto como su candidata a una persona que es ideológicamente idéntica a Sheinbaum y que incluso ha sido su aliada para, increíblemente, escándalo de nadie, lo cual merecería todo un análisis. En fin, con la actual situación del Frente Amplio pareciera que están más cerca de la concertación que de la confrontación. 

Así pues, estamos ante el descenso de uno y el ascenso de otra que seguramente se traducirá en un cogobierno. Es decir, a partir de ahora y hasta el relevo institucional las órdenes de AMLO serán cada vez más consensuadas con su sucesora e irán dando paso progresiva y crecientemente a las decisiones de Sheinbaum. Este fenómeno es un movimiento natural, pues los burócratas tienen que cuidar su presente (AMLO) y su futuro (Sheinbaum).

La práctica de los cogobiernos en el México posrevolucionario no es rara. Por lo menos desde la década de los cuarenta del siglo pasado ha ocurrido con mayor o menor profundidad y durante la época de la transición democrática han durado prácticamente los seis meses que separan las elecciones del relevo institucional.

Es probable, incluso, que este cogobierno ya haya empezado como se puede observar en la sorpresiva radicalización de los libros de textos escolares, acción más cercana al pensamiento de Sheinbaum que al de AMLO. 

No deja de ser sumamente sorprendente que esté comenzado tan tempranamente el real declive del presidente con un año y medio de gobierno por delante. Algo no visto en las últimas décadas y que parecería improbable con uno de los presidentes políticamente más fuertes que ha tenido la democracia mexicana. Esto, sin duda, es reflejo del fracaso de uno de los objetivos sexenales pues, aunque AMLO controla los mecanismos de sucesión parece que no ha podido transformar de fondo las instituciones para alargar su mandato, más allá de la debilidad de Sheinbaum. 

En resumen, tenemos tablero (y cogobierno) nuevo en la gran política mexicana y habrá que esperar cómo reaccionan los diferentes jugadores, incluyendo a Andrés Manuel el genio de este deporte, pues si en política un día es una eternidad, un año y medio es un sexenio completo. 

Atiempo Noticias

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