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El chantaje como política (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

Cualquiera que se tome la molestia de repasar la historia antigua y reciente del Sr. López Obrador verá un catálogo de acciones que encuadran perfectamente en la definición de chantaje. Dado que la memoria es volátil repasemos algunas.

Morelia, Michoacán, 04 de octubre de 2022.- Se define como “chantaje” a la presión que mediante amenazas, se ejerce sobre alguien para obligarle a obrar en determinado sentido. Para fines prácticos el término se utiliza también como sinónimo de extorsión. El mecanismo de la extorsión es bastante sencillo, esencialmente es una amenaza, más o menos velada o más o menos evidente, y la promesa de no ejercerla si se cumple con un determinado requisito.

Cualquiera que se tome la molestia de repasar la historia antigua y reciente del Sr. López Obrador verá un catálogo de acciones que encuadran perfectamente en la definición de chantaje. Dado que la memoria es volátil repasemos algunas: Las presiones a finales de noviembre de 1991; el llamado “Éxodo por la Democracia” como protesta por presuntas irregularidades en las elecciones municipales. López Obrador era el presidente estatal del PRD recientemente formado. El éxodo fue una caminata de Villahermosa, Tabasco, al DF. con la idea de presionar al presidente Carlos Salinas. Por las razones que sean, y que difícilmente sabremos a cabalidad, el chantaje dio resultado, el Gobernador de Tabasco Salvador Neme Castillo fue defenestrado.

En 1993 López Obrador encabezó una lucha de los barrenderos de Tabasco, los llevó al entonces DF, provocó un choque con los granaderos en terrenos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y luego los plantó en el zócalo por un acuerdo con Manuel Camacho, entonces Regente de la ciudad. El plantón se extendió hasta septiembre y amenazó con suspender la ceremonia del Grito de Independencia y del desfile del 16 de septiembre. Camacho negoció con López Obrador y logró levantar el plantón a cambio de “pagarles el desgaste físico». El dinero lo entregó Marcelo Ebrard en efectivo delante de varios testigos. Con el dinero en la bolsa, López Obrador regresó tranquilamente a Villahermosa y abandonó la lucha de los barrenderos municipales.

Posteriormente vinieron las marchas de noviembre de 1994 para protestar por el fraude electoral de Roberto Madrazo. Aprovechó la coyuntura del cambio de gobierno. El plantón se quedó en el DF. El IFE acababa de estrenarse, pero aún presidido por el secretario de Gobernación. Zedillo negoció con Porfirio Muñoz Ledo, entonces presidente nacional del PRD, y acordaron la renuncia de Madrazo a la gubernatura. Mas una indiscreción de Muñoz Ledo alertó a Madrazo que presionado en Los Pinos, había aceptado renunciar. Pero camino a Tabasco habló con Hank González logrando su apoyo y al llegar a Villahermosa, Madrazo no sólo no renunció sino que levantó el plantón a macanazos. En esta ocasión, ante el uso sin miedo de la fuerza pública López Obrador fracasó.

En 1996 encabezó la lucha de campesinos en contra de Petróleos Mexicanos cerrando pozos petroleros. Lucha que costó a la nación muchos millones de pesos. López Obrador la declaró «lucha pacífica» pero rápidamente los campesinos chocaron con la policía. Finalmente, el gobierno estatal decidió desalojar los pozos con policías y en los enfrentamientos López Obrador recibió un toletazo en la cabeza que le hizo sangrar y manchar la camisa. Con gran sentido de la oportunidad, busco la foto y lució la herida en una portada de Proceso. Fracasado el movimiento, negoció el fin del conflicto a cambio de la cancelación de las órdenes de aprehensión.

Por fin, en el 2000 se decidió la lucha pacífica. Aceptó la candidatura a Jefe de Gobierno del DF, pero fiel a su naturaleza, consiguió el registro en las calles y no en el proceso legal porque carecía de residencia en el DF. La denuncia fue hecha por los perredistas Pablo Gómez y Demetrio Sodi. Una marcha callejera intimidó al gobierno de Zedillo y autorizó su registro. El negociador de López Obrador con Zedillo fue el inolvidable René Bejarano.

A lo largo de cinco años usó liberalmente los recursos del gobierno del DF para su campaña por la presidencia y en 2004 ocurrió el torpe intento de desafuero por haber violado un amparo. No hubo problema, a la primera manifestación Fox, como era de esperar, tuvo miedo. De nueva cuenta torció la ley.

En el 2006 pierde por un escaso margen ante Felipe Calderón, reclama un “fraude” que jamás pudo probar, ni él ni sus incondicionales, y apoyado por un grupo de fanáticos y por su prensa militante toma de rehén a la Ciudad de México con la absoluta complacencia de los títeres que supuestamente fungían como autoridades del DF.

Todo es una cadena de errores, primero, ceder ante el chantaje en la época de Salinas, después Zedillo avala una candidatura a todas luces ilegal que después de la elección deriva en un hecho delictivo como lo fue el bloqueo en la Avenida Reforma. Todo por un mal cálculo político, que puede tomarse como miedo ante las acciones de un individuo que ha sido señalado insistentemente y desde hace tiempo como portador de un severo trastorno de la personalidad.

Evidentemente los analistas de la política no calcularon que el sexenio de Peña Nieto, con su corrupción, le daría el combustible necesario para asaltar, ahora sí con éxito, la Presidencia de México. Las consecuencias las estamos viviendo.

Concluyo, en política, el miedo no es un mal consejero, es el peor.

Alejandro Vázquez Cárdenas

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