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El Derecho a la Ciudad: De la pandemia al cambio climático

Hoy en día, si se analiza lo acontecido durante la pandemia, la pregunta que resulta inevitable es ¿Por qué no se actúa de la misma manera de efectividad, coordinación e interés contra las causas del Cambio Climático?

Morelia, Michoacán, 20 de junio de 2023.- Hace poco más de un mes, el pasado 5 de mayo del presente año, la Organización Mundial de la Salud levantó la emergencia internacional por la pandemia de COVID-19, que había sido declarada el 30 de enero del 2020. Hoy hablar de la pandemia, puede resultar algo lejano, en gran medida porque, después de poco más de dos años, buscamos a toda costa “reiniciar” actividades y alcanzar la tan anunciada “normalidad”.

Hoy el balance global señala que el COVID-19 afectó al menos a 765 millones de personas y causó la muerte de por lo menos 20 millones. Generó un impacto sobre la economía mundial y desencadenó la mayor crisis en más de un siglo. La pandemia evidenció las marcadas desigualdades entre países y entre individuos de una misma sociedad, los impactos fueron tan desiguales como lo está siendo la recuperación tras la crisis generada. 

Los impactos económicos se dieron en todos los niveles, desde la pérdida de ingresos por desempleo, hasta la falta de inversión y producción generada por el alto al consumo que representó la suspensión de actividades. Quedó en evidencia la fragilidad económica por la alta dependencia al consumo del sistema de producción. Los sistemas de salud de muchos países se vieron en crisis por su falta de capacidad para hacer frente al creciente número de enfermos.

Hay que resaltar la capacidad de respuesta para instrumentar estrategias que permitieran adaptarse a las nuevas condiciones de salud, las plataformas que hicieron posible la educación a distancia, el suministro de abasto a domicilio, además del servicio de entrega que permitió a muchos establecimientos mantener su actividad, el esfuerzo sin precedentes de todos los países hizo posible la creación y aplicación de diversas vacunas. Pero, sobre todo, nuestra capacidad para modificar de forma radical e inmediata nuestro modo de vida. 

Hoy en día, si se analiza lo acontecido durante la pandemia, la pregunta que resulta inevitable es ¿Por qué no se actúa de la misma manera de efectividad, coordinación e interés contra las causas del Cambio Climático? Si ya quedó de manifiesto que puede existir una cooperación entre todos los países y se pueden instrumentar cambios significativos e inmediatos en nuestro estilo de vida, porque no hacemos lo mismo frente al Cambio Climático. Varios son los factores que permiten explicar, más no justificar, que no se actúe en consecuencia.

La INMEDIATEZ, la pandemia surgió y se propagó de forma extraordinariamente rápida, a grado tal que la contabilidad de contagios y decesos se realizaba a diario en cada ciudad o país. Mientras que, en el caso del Cambio Climático, la amenaza se detectó de forma importante en 1972, con el estudio “Los Límites al Crecimiento” y desde entonces, las advertencias de las catastróficas consecuencias se han ignorado, tal vez en buena medida porque se trata de un asunto que si bien avanza rápido, la percepción de sus consecuencias no se perciben en la misma magnitud. 

Otro factor al que puede atribuirse el desinterés por atender el Cambio Climático es sin duda el MIEDO que ocasionó la alta posibilidad de contagio, que se presentó por igual para toda la población, sin importar edad o condición económica. En contraposición, los efectos negativos ocasionados por el cambio en las condiciones climáticas se presentan de forma diferenciada y afectan en mayor medida a quienes menos recursos tienen. Las investigaciones al respecto de la migración indica que “desde los años setenta se ha duplicado la probabilidad de desplazamientos por causas climáticas. Y cada año hay en torno a 20 millones de desplazados climáticos que se ven obligados a hacerlo por estas razones… Se calcula que el 84% de los desplazados climáticos o refugiados ambientales del mundo se encuentran en países en desarrollo”.

En el ámbito más local, hay que considerar que la disponibilidad de recursos económicos permite minimizar los impacto derivados del cambio climático, tal y como acontece con la disponibilidad de una vivienda amplia, con áreas de jardín, acondicionamiento de clima artificial, en contraposición de las familias que habitan una vivienda de 35 m2 de superficie y cuya temperatura interior las hace inhabitables en verano o durante los crudos días de invierno cuando las temperaturas se ubican por debajo de los 0o C. La disponibilidad de autos particulares con aire acondicionado sin lugar a duda que contrasta con las condiciones del transporte público en verano; o laborar en oficinas acondicionadas de forma artificial para un mayor confort. 

Todas estas diferencias, provocan un impacto desigual con respecto a la urgencia o interés de actuar contra el Cambio Climático, para algunos países o empresas fomentar el consumo irracional que tenemos, es la forma de garantizar sus ganancias y por lo tanto el alto ingreso de sus gobernantes o ejecutivos.

El que se trate de un asunto que pueda calificarse como crónico, a diferencia de la pandemia que fue un evento inesperado, ha influido significativamente en que no se actúe de forma contundente. Durante la pandemia demostramos que podemos vivir con un consumo mínimo, que una gran cantidad de productos o actividades no resultan tan indispensables como las considerábamos. Debemos de dejar de pensar que los cambios son a largo plazo, deben ser inmediatos y radicales.

El lunes 20 de marzo de 2023 el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicó su informe más reciente y hay que destacar que lo peor está por llegar para la juventud y los niños que nazcan hoy, el informe señala que  «Los años más cálidos que hemos vivido hasta ahora estarán entre los más fríos dentro de una generación». Los más jóvenes nunca experimentarán las condiciones climáticas vividas por las generaciones anteriores, por ejemplo la generación nacida en 2020, experimentará siete veces más episodios de calor extremo que los nacidos en 1960. Pero también el doble de incendios forestales y sequías, y casi el triple de inundaciones y malas cosechas…¿Qué esperamos para cambiar?

El Derecho a la Ciudad: El Mercado Independencia

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