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Esa izquierda nuestra (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

Busque en su memoria y verá que sin mucho esfuerzo puede ubicar a varios políticos que se incrustaron en esa secta, supuestamente de izquierda, autonombrada MORENA, y verifique qué carros usan, qué casas tienen, a qué hoteles llegan, que tren de vida llevan...

Morelia, Michoacán, 12 de mayo de 2020.- Los términos izquierda exquisita, izquierda de salón, izquierda dorada, izquierda caviar, izquierda»progre», son denominaciones intercambiables. Se utilizan básicamente para designar a esas personas que proclaman a los cuatro vientos ser  marxistas, leninistas, trotskistas, maoístas o simplemente “de izquierda” , signifique eso lo que signifique;  pero en las que su corazón y sus intereses se encuentran más bien en la cartera y una vida de lujo. Recordemos el  comentario atribuido a Winston Churchill, si bien otros se lo adjudican a André Maurois: «Quien no es de izquierda a los 20 años no tiene corazón, quien sigue siéndolo a los 30 años no tiene cerebro».

Y hablemos de lo actual. Amable lector, busque en su memoria y verá que sin mucho esfuerzo puede ubicar a varios políticos que se incrustaron en  esa secta, supuestamente de izquierda, autonombrada MORENA, y verifique qué carros usan, qué casas tienen, a qué hoteles llegan, que tren de vida llevan, donde realizan sus compras, etcétera. Por cierto, ¿recuerdan la foto de doña Citlali Ibáñez, alias Yeidckol P. saliendo de compras del Palacio de Hierro y con su ayudante cargando varias bolsas de la nada proletaria marca Carolina Herrera? Sabiendo como son y cómo viven estos especímenes la duda salta, ¿esa es la izquierda?

Pero la política no es el único nido de la izquierda caviar; también los encontramos en algunas universidades, públicas o privadas, desde aquellas de laxos controles y discutible nivel académico, hasta en esa que es “orgullo” (?) de sus egresados. También es frecuente encontrarlos en calidad de asesores en diversas estructuras gubernamentales, en determinados periódicos y revistas que cuentan con lectores capaces de comulgar con ruedas de molino.  Entre estos despistados o hipócritas  abundan los antropólogos, sociólogos, historiadores, filósofos, articulistas de mortecino currículum y diversos autores de densos ensayos que se caracterizan por sus poco inspirados argumentos que patentizan su incapacidad para consultar textos que no provengan de la restringida bibliografía que ellos consideran “políticamente correcta”. En otras palabras, son individuos con sólidas anteojeras ideológicas.

En México, como en otros países, la pose de izquierdista reditúa atractivos dividendos. De entrada viste más a un escritor, cantante, director de cine, columnista o simple comentarista de café el exhibirse como gente «de izquierda», y por lo tanto, teóricamente, comprometidos con las clases más desprotegidas, los trabajadores de bajos ingresos. Aunque los resultados actuales en la 4T han demostrado, fuera de toda duda, que lo último que le interesa al sistema es el bienestar económico, la seguridad y el trabajo de los ciudadanos; nunca en la historia del  México  moderno se habían perdido tantas fuentes de empleo, y tan rápidamente, como en este periodo de la sorda e intolerante 4T.

Reflexión final: Curioso fenómeno que vale la pena analizarlo; de entrada, sólo en los países libres ha sido posible ejercer el izquierdismo como juego de salón, sin mayores consecuencias y con beneficios netos para el bolsillo. En los países de la ex Unión Soviética no encontramos marxistas de salón, pero sí existen museos que recuerdan el horror del socialismo real.

El cuento izquierdista de la redención y justicia para todo el proletariado fascinó a las masas, y los propagandistas de esta izquierda cuidaron, criminal y puntualmente, que estas masas no conocieran las atrocidades del socialismo real precisamente en los países donde el marxismo se hizo gobierno; Ucrania, Hungría, Corea del Norte, Cuba, la China de Mao con su revolución cultural, Checoslovaquia, Camboya, etc.

Cito a Boris Yeltsin: «Es una lástima que los marxistas no hayan triunfado en un país más pequeño, porque no habríamos tenido que matar a tanta gente para demostrar que esa utopía no funciona».

Alejandro Vázquez Cárdenas

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