DestacadasSucesos

Feministas y abortistas son entrenadas para vandalizar, revela Sara Winter

En entrevista publicada por Actuall, la ex feminista brasileña afirma que el vandalismo en las marchas “verdes” no es espontáneo, sino perfectamente planeado y financiado

Brasilia, Brasil, 08 de octubre de 2019.- Hace unos días la prensa internacional registró con grandes titulares las marchas del 28 de septiembre a propósito del supuesto ‘Día Internacional por el Aborto Seguro’, especialmente las realizadas en Latinoamérica.

No es una “conmemoración” oficial, sino de un grupo muy específico: las feministas que se presentan ahora como la “ola verde”. En realidad, más que una “ola”, aparecen como una “horda” que vandaliza y usa de la violencia física y simbólica para expresarse.

Las marchas realizadas en México son un buen ejemplo. Prendieron fuego en la Cámara de Comercio de la capital de ese país e intentaron profanar la Catedral. Todo en una ciudad en la que el aborto hasta la semana 12 de gestación es libre desde el año de 2007.

¿De dónde viene tal violencia? ¿Es una catarsis de quien ha estado oprimido por largo tiempo? No.

En la opinión de una mujer que conoció por dentro el movimiento feminista y vivió de y en sus entrañas durante más de cinco años se trata de algo planeado. Y no sólo eso, asegura que el feminismo -sí, así en general- es intrínsecamente violento por la matriz de la que viene.

Actuall conversa con la brasileña Sara Winter, fundadora de Femen en su país, recibió entrenamiento en Ucrania y financiación internacional. Se apartó del feminismo en 2015, después del nacimiento de su hijo, para abrazar la causa provida. Hoy trabaja en el gobierno Bolsonaro elaborando políticas públicas para mujeres embarazadas en situación de vulnerabilidad

– Pregunta obvia, pero quiero escuchar la respuesta de una ex feminista. ¿Cuál es la importancia política, ideológica o práctica de tener un día internacional del aborto?

El feminismo y los movimientos de izquierda en general saben trabajar muy bien con símbolos y tienen una comunicación política eficaz. Tener un Día Internacional por la Legalización del Aborto es una forma de encarnar la demanda que reivindican.

Instituyendo una celebración de esas, global o nacional, aunque no cuenten con el respaldo de gobiernos, consiguen tener en manos un instrumento que les permite, de manera artificial, gestar una nueva cultura.

– O sea, pautan la agenda y el debate.

Sí. Se trata de una construcción cultural artificial, hasta cierto punto forzada, pero eficaz. Y recordemos que cuentan con el apoyo de la mayor parte de la prensa. Quizá como en pocos países esta subversión de la cultura es tan claro como en Brasil.

– ¿Por qué?

Por contraste. Mire usted, el 28 de septiembre las feministas brasileñas salen a las calles a ‘conmemorar’ el Día Internacional por el Aborto Legal, pero en ese país también se conmemora el día de la Ley del Vientre Libre.

En 1871 la princesa Isabel, como regente, que durante el segundo Imperio, firmó una ley que otorgó la libertad a los hijos de las esclavas que nacieran a partir de ese día en el territorio de esa nación. Los bebés nacían libres. La mujer negra y esclava tenía el poder de parir seres libres.

Hoy vemos en Brasil, con la imposición forzada y artificial de esa fecha abortista, una tentativa frontal de subvertir tan bella y fuerte efeméride.

Además, es un pretexto simbólico para sacar a las calles a la militancia y decir: «Aquí estamos”.

– ¿Sacar a las calles a la militancia, no al pueblo?

El pueblo no va a esas marchas.

– Esa ‘conmemoración’ fue propuesta por activistas latinoamericanas en 1990. ¿Es un fracaso que hasta ahora no sea un día oficial?

Sí, claro. Pero no sólo eso. Es un gran fracaso para ellas que en casi 30 años no consiguieron aprobar en ningún país de la región ninguna ley nacional que libere el aborto ampliamente, bajo demanda.

Y vaya que lo han intentado, han tenido financiamiento, asesoría y bancadas amplias de legisladores abortistas. No lo han logrado y eso es extraordinariamente frustrante para ellas.

– ¿Por eso la violencia en las marchas?

No. Eso viene de otro lado.

– ¿De dónde?

La violencia es intrínseca a los movimientos abortista y feminista. Ambos tienen una matriz común de izquierda, tienen su origen remoto en el marxismo y cualquiera que los estudie con objetividad percibirá que es una ideología violenta.

Para esa teoría política y económica la sociedad está siempre dividida en clases en permanente conflicto. Oprimidos y opresores. Y para quebrar esa relación es necesaria la violencia, el enfrentamiento, la aniquilación de la otra “clase”. El oprimido debe levantarse contra el opresor a través de actos revolucionarios.

Todo movimiento que deriva de esta matriz de izquierdas reproduce ese modelo. En el caso del feminismo, las mujeres son las oprimidas, los hombres son opresores. Estructuralmente, si se lee con atención a las teóricas del feminismo, se debe acabar con el hombre –se le feminiza– o más aún, con la identidad sexual.

– ¿De allí surge el vandalismo?

Sí. No es un “reacción” espontánea de alguien subyugado que ahora puede expresarse. Observe bien como se comportan, qué hacen y cómo lo hacen. El vandalismo es ya una marca registrada de las feministas.

– ¿De todas?

De todas.

– ¿No sólo de las radicales?

Creo que hay un equivoco cuando mucha gente dice que son las feministas “radicales” las que ejercen violencia.

Ellas no son más radicales que una mujer que viste un traje bonito, fino y que tiene vinculación directa con clínicas de abortos, o que destina recursos internacionales para hacer lobby en países que considera subdesarrollados.

– ¿Son “bárbaros” que avanzan y destruyen todo a su paso?

Sí. Todas son radicales. Todas parten de la premisa de que pueden ejercer la violencia contra un inocente para poder afirmar que son realmente libres y que nadie las debe impedir.

Las que no piensan así son en realidad una excepción.

– ¿Es entonces algo inducido?

Inducido y planeado. Ellas se comportan así, muchas de las jóvenes militantes, porque en realidad quieren cambiar el mundo, se les “pesca” y son entrenadas, sí, entrenadas para salir a la calle y “expresar” un odio supuestamente reprimido con el objeto de generar miedo e imponerse sobre el orden social.

Usan el caos para crear una narrativa de “empoderamiento”, y si el Estado interviene para frenar la violencia, se presentan como “víctimas”. Saben cómo hacerlo. Hay entrenamiento y financiamiento detrás de todo eso.

– ¿De quién?

De fundaciones internacionales, de grandes negocios abortistas. Yo pasé un buen tiempo en el movimiento feminista. Más de cinco años. Lo que vi fue muy triste.

Vi la cooptación de mujeres provenientes de familias desestructuradas, mujeres dependientes emocionalmente, a veces dependientes químicas, que pasaron por adoctrinamiento ideológico para reproducir una narrativa prefabricada.

Llegan a creer que solamente a través de la violencia se puede doblegar al “patriarcado”, a quien tiene el poder, y tomar y dominar totalmente los espacios de ejercicio de poder. Sólo así habrá democracia.

Pero para ellas la democracia plena y directa sólo se realiza si ellas tienen el dominio y la hegemonía cultural. Un control total. Esa democracia es una ficción.

– ¿Entonces, todo lo que acontece en las marchas es planeado?

En el feminismo y en sus marchas, manifestaciones y protestas nada es espontáneo.

Repito, difícilmente hay algo que no fue planeado.

Están muy bien organizadas, articuladas, previamente deciden los gritos de guerra y los ensayan, determinan las frases que escribirán en grafiti, establecen si se usará violencia y de qué tipo, si habrá daños al patrimonio público y privado, todo es organizado y decidido de forma anticipada.

No lo supongo. Yo lo vi. Estuve dentro más de cinco años y sé cómo se hace. Y todo, en fin, para descaracterizar a la mujer, para deconstruir y subvertir todo aquello que le hace mujer.

(ARTÍCULO PUBLICADO ORIGINALMENTE POR DIEGO HERNÁNDEZ EN ACTUALL.COM EL 7 DE OCTUBRE DE 2019).

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba