Hoy se cumplen 203 años de que Iturbide consumó la Independencia de México
El 27 de septiembre de 1821, el Ejército Trigarante entró triunfal a la Ciudad de México. Este hecho se considera la consumación de la lucha de Independencia que inició -con otros fines- el 16 de septiembre de 1810.
Morelia, Michoacán, 27 de septiembre de 2024.- El 27 de septiembre de 1821, el Ejército Trigarante entró triunfal a la Ciudad de México. Este hecho se considera la consumación de la lucha de Independencia que inició -con otros fines- el 16 de septiembre de 1810, con el Grito de Dolores dado por el cura Miguel Hidalgo.
El Ejército Trigarante entró a la capital del país bajo el mando de Agustín de Iturbide -nacido en Valladolid, hoy Morelia, el 27 de septiembre de 1783-, quien desde octubre de 1820 comenzó con sus planes de independencia.
Iturbide había sido uno de los integrantes destacados del ejército realista. En noviembre de 1820, fue nombrado comandante general del Sur y se le encargó combatir a Vicente Guerrero, quien se había convertido en uno de los pocos líderes que quedaban de los insurgentes e independentistas.
El 10 de enero de 1821, Iturbide le escribe a Vicente Guerrero para invitarlo a rendirse por estar en camino la independencia. Diez días después, el 20 de enero, Guerrero le responde a Iturbide que rechaza el indulto pero le ofrece su ayuda si en verdad su propósito es lograr la independencia.
A fines de enero, Iturbide comienza una intensa labor epistolar para difundir sus planes de independencia a diversas personalidades.
El 4 de febrero, Iturbide invita a Guerrero a que se reúnan, lo que ocurre el 10 de febrero en Acatempan, municipio de Teloloapan. En esta reunión ocurre el episodio conocido como Abrazo de Acatempan.
El 24 de febrero Iturbide firma el Plan de Iguala y lo envía al virrey Juan Ruiz de Apodaca. Los principios de este documento son establecer la independencia de México; mantener la monarquía encabezada por Fernando VII o alguno de los miembros de la Corona española; establecer la religión católica como única, y la unión de todas las clases sociales.
El 1 de marzo, Iturbide da a conocer el Plan de Iguala a las tropas que lo proclaman como el comandante del Ejército de las Tres Garantías: Religión, Independencia y Unión.
El virrey Apodaca declaró a Iturbide fuera de la ley, a la par que éste suma más partidarios a su movimiento.
El Ejército Trigarante avanzó y consiguió que se jurara la independencia en varios territorios del país, hasta su entrada triunfal en la Ciudad de México.
El 28 de septiembre se instaló la Junta Provisional Gubernativa que firmó el Acta de Independencia.
¿Por qué nos enseñaron a odiarlo?
La historia oficialista y liberal mexicana ha enseñado por generaciones así la historia en las escuelas y libros de texto: que Iturbide es persona non grata por haber sido un monarquista y un «traidor».
Pero el hecho es que Agustín de Iturbide fue quien logró la independencia de México, además de que inyectó una verdadera conciencia de patria, de unidad, de pertenencia y de autodeterminación.
En justicia habría que decirse que Iturbide es el verdadero libertador de México y Padre de la Patria, pues sin él nunca hubieran valido la pena los hechos de la Corregidora, de Hidalgo, de Allende, de Aldama, de Morelos, de Guerrero, etc.
La noche del 18 de mayo de 1822 todo el pueblo aclamó a Iturbide como primer emperador de México. Al día siguiente el Congreso Nacional, conformado por iturbidistas, borbonistas y republicanos, confirmó a Don Agustín como cabeza del imperio.
Pero Iturbide no logró que congeniaran las tres corrientes políticas en el Congreso. Y los borbonistas se volvieron hostiles al emperador porque no deseaban a un mexicano reinando, sino a un español de sangre azul; muchos antiguos insurgentes, por envidia, provocaban tropiezos al gobierno; y los republicanos, que conformaban el sector liberal masónico y, por tanto, anticatólico, hicieron de todo para impedir que se emitiera una constitución, porque ésta debía cumplir con las promesas del Plan de Iguala o de las Tres garantías, que incluía el reconocimiento de una república imperial (o sea con monarca) y la conservación de la fe católica.
El descrédito en que cayó el Congreso Nacional fue tal que diputaciones provinciales, corporaciones, comunidades, jefes y cuerpos del ejército, pidieron la disolución del Congreso. Las provincias se negaban a pagar su dieta a unos diputados inútiles.
El Congreso, pues, ni mandaba ni dejaba mandar, así que Iturbide lo disolvió. Pero el emperador no quería una monarquía absoluta, sino división de poderes para cumplir sus promesas redactadas en el Plan de Iguala y en los Tratados de Córdoba, por eso ideó entonces la formación de la Junta Nacional Instituyente, conformada con aquellos congresistas que aún estaban dispuestos a colaborar con él para establecer las bases del naciente país; pero sus opositores conspiraron, hicieron estallar las revueltas y, finalmente, con la ayuda de Estados Unidos, inició el levantamiento de Antonio López de Santa Anna, que logró la abdicación de don Agustín y su destierro.
Leyenda negra
Pero los liberales —los cuales han tenido el control de México desde entonces— se encargaron de difamar al Padre de la Patria como frío, intolerante, cruel, tirano, ambicioso, cobarde y traidor; la historia oficialista creó toda una leyenda negra en torno al Libertador.
Sin duda Iturbide debió tener muchos defectos y habrá cometido muchos errores, pero no más que los que sucedieron en la vida de los demás insurgentes, comenzando por el cura Miguel Hidalgo.
Este 27 de septiembre se cumplen 203 años de la Independencia de México y coincide además con el 241 aniversario del natalicio de Don Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu; sería justo hacer memoria histórica de este héroe nacional y comenzar a trabajar por elevarlo al lugar que le corresponde.
(CON INFORMACIÓN DE: INSTITUTO NACIONAL DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LAS REVOLUCIONES DE MÉXICO (INEHRM) Y EL OBSERVADOR).