DestacadasEditoriales

La guerra eterna en Palestina. Una razón geográfica.

Griegos, macedonios, fenicios, persas, mesopotámicos, egipcios e israelitas han controlado por algún tiempo la región, sin poder otorgarle a la zona una estabilidad duradera.

Morelia, Michoacán, 27 de septiembre de 2021.- La geografía es el factor más determinante que existe en las relaciones internacionales y en la geopolítica. No importa las circunstancias humanas, es imposible modificar el contexto geográfico en donde se encuentre una nación o un estado. Es tan categórica que en el pasado los grupos humanos migraban en masa para escapar de su condicionante geográfico.

Así, por ejemplo, un lugar más o menos apartado (como una isla) podrá ofrecer un mejor resguardo y, por tanto, su gobierno podría enfrentar desde una posición de mayor fuerza su relación con otro gobierno. Por el contrario, un estado rodeado por otros estados tendrá, en teoría, más problemas para desarrollarse y será atacado constantemente. 

Palestina se encuentra situada en una angosta franja del Mediterráneo oriental que comprende toda la costa del continente asiático en ese mar (quitando a Turquía), lo que comúnmente se conoce como la parte más oeste del Oriente Próximo. Estamos hablando de un pequeño territorio que actualmente está compuesto por el Estado de Israel, Palestina, Líbano, la costa de Siria y del oeste de Jordania.  

Este pequeño lugar ha estado en guerra desde tiempos bíblicos y tal vez desde mucho antes. Un sinnúmero de pueblos y naciones se han disputado el control de lo que los romanos llamaron Palestina. Griegos, macedonios, fenicios, persas, mesopotámicos, egipcios e israelitas han controlado por algún tiempo la región, sin poder otorgarle a la zona una estabilidad duradera. Probablemente, los romanos y sus sucesores bizantinos fueron los únicos que lograron darle a la región algunas centurias de paz.

En la actualidad, tanto analistas como interesados en el tema le dan una gran importancia al valor religioso y simbólico del lugar. No en vano las tres grandes religiones monoteístas tienen casualmente en la misma ciudad, Jerusalén, lugares sagrados de primerísimo orden. Sin duda, este hecho le añade a esta franja un grave factor de inestabilidad dada la rivalidad de las tres religiones entre sí.

Sin embargo, este hecho, importante y a tener en consideración, no explica que Roma o La Meca no hayan sufrido una presión tan constante como el Oriente Próximo. Tampoco explica la inestabilidad de la zona antes de que estas tres fes aparecieran o se consolidaran.

Hay un factor, no obstante, que sí podría darnos una guía al respecto: la geografía. El lugar es un nudo donde convergen varios caminos del mega-continente euroasiático. Desde tiempos inmemoriales, a esa zona llegaron los productos de Europa y del norte de África para ser intercambiados por productos provenientes desde la lejanísima China, el norte de la India y Mesopotamia. Incluso los Vikingos lograron bajar hasta ahí desde su gélido norte a través del rio Volga en la actual Rusia por el mar Caspio y el mar Negro.

En la actualidad la región sigue manteniendo un importante, aunque inferior, movimiento comercial. No obstante, la construcción de modernos ductos que transportan gas y petróleo de Asia a Europa la han conservado como una zona vital para una parte del planeta. Además, el lugar ha ganado peso como un punto estratégico militar de primer orden, pues desde ahí Estados Unidos ha podido intervenir en el Medio Oriente y en la parte más austral de Rusia y ha podido mantener vigilado el nuevo corredor comercial euroasiático: el Canal de Suez, el cual se encuentra kilómetros al sur.

Así pues, podemos decir que, aunque el valor simbólico y religioso de Palestina sigue siendo un factor muy relevante, es cierto que es su posición geográfica la que la ha hecho tan relevante a través de los siglos. Por desgracia, eso significa que todas las grandes potencias se han interesado y se interesan por dominarla o tener suficiente influencia en la región, como sucede en la actualidad con Francia, Rusia, Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Irán, Arabia Saudita y probablemente China en los próximos años.

Esto se traduce, por desgracia, en un constante conflicto que, aunque pueda ser de alta o baja intensidad, se trata de una guerra eterna.

Tal vez, lo mejor que le puede pasar las personas que viven ahí es que la Nueva Ruta de la Seda planteada por China se cristalice. Así, el nuevo corredor comercial euroasiático se desviaría al norte, desinflando la histórica presión de la Palestina.

Vox en México. El debate en la oposición.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba