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‘La santidad se hace en lo cotidiano’, dice el Papa al canonizar a 10 santos

El Santo Padre canonizó a 6 hombres y 4 mujeres, estas son sus historias

Ciudad del Vaticano, 15 de mayo de 2022.- ¡La Iglesia tiene 10 nuevos santos! Ante una abarrotada plaza de San Pedro, el Papa Francisco presidió la celebración Eucarística y el rito de canonización de diez beatos.

Se trata de:

  • Titus Brandsma
  • Lázaro, llamado Devasahayam
  • César de Bus
  • Luis María Palazzolo
  • Justino María Russolillo
  • Carlos de Foucauld
  • María Rivier
  • María Francisca de Jesús Rubatto
  • María de Jesús Santocanale
  • María Domenica Mantovani

Todos ellos, aseguró, nos muestran que “la santidad no está hecha de algunos actos heroicos, sino de mucho amor cotidiano. Cada uno de nosotros, podemos amar al otro como Cristo nos ha amado. Es tan simple el camino de la santidad”.

Somos nosotros quien lo complicamos, agregó, pues “el Señor tiene un proyecto de amor para cada uno, tiene un sueño para nuestras vidas”.

La santidad no es una meta inalcanzable

Pensamos en la santidad como una meta inalcanzable, consideró en su homilía, “la hemos separado de la vida de todos los días, en vez de buscarla y abrazarla en la cotidianidad, en el polvo del camino, en los afanes de la vida concreta”.

Preguntémonos, concretamente, “¿qué hago por los demás?” y vivamos las cosas ordinarias de cada día con espíritu de servicio, con amor y silenciosamente, sin reivindicar nada, dijo.

Desde 2021, el Papa Francisco aprobó la canonización de estos beatos y destacó sus “vidas cristianas y su ejemplar santidad”.

A continuación, te presentamos quién es cada uno de los nuevos santos:

San Titus Brandsma

Titus Brandsma fue un sacerdote carmelita y profesor de filosofía holandés conocido por su oposición a la ideología nazi y sus pronunciamientos en contra de ella desde antes que iniciara la Segunda Guerra Mundial.

Tradujo las obras de Santa Teresa de Ávila al holandés y en 1935 fue nombrado asistente eclesiástico de la asociación de periodistas católicos. Ante el peligro del nacionalsocialismo en 1942 visitó las redacciones de los periódicos católicos en los Países Bajos, animándolos a resistir la presión nazi.

El mismo año fue encarcelado en la prisión de Scheveningen y fue trasladado al campo de concentración de Dachau donde realizó trabajos forzados. Fue asesinado con una inyección de ácido carbólico en el mismo campo de concentración el 26 de julio de 1942.

San Charles de Foucauld

El Hermano Carlos de Jesús nació en Francia y, durante su juventud, abrazó la vida militar. Tras peregrinar a Tierra Santa encontró su vocación: consagrarse totalmente a Dios.

Se ordenó sacerdote en 1901, a los 43 años, y  fue al desierto argelino del Sahara, primero a Beni Abbès y luego más al sur, a Tamanrasset, con los tuareg, un pueblo nómada. Llevaba una vida de oración, meditando continuamente la Sagrada Escritura, con el deseo incesante de ser el “hermano universal” para cada persona.

Murió a la edad de 58 años la noche del 1 de diciembre de 1916, asesinado por una banda de merodeadores que pasaba por allí. El Papa Benedicto XVI lo beatificó en 2005.

Lázaro (Devasahayam)

Fue el primer laico de India en ser beatificado, fue un hombre de familia y un mártir. Hijo de un brahmán del reino hindú de Travancore, pertenecía a la alta casta de los guerreros. Se convirtió al cristianismo de adulto y recibió el Bautismo a los 33 años.

Esta conversión fue considerada una traición y un peligro para la solidez de su reino. Por ello, fue detenido, humillado y torturado por los funcionarios, que luego ordenaron matarlo.

Santa María Rivier

La francesa María Rivier cultivó su santidad desde niña, cuando enferma de una dolencia que le impedía caminar, prometió a la Virgen María que, si se curaba, dedicaría su vida a educar a los niños. Se curó y a los 18 años abrió una escuela para niños en su ciudad natal.

Durante el período de la Revolución Francesa, hostil a la religión católica y a sus instituciones, la joven dio vida a la Congregación de las Hermanas de la Presentación de María que se dedicaron no sólo a la formación religiosa y a la educación de las jóvenes, sino también a un verdadero apostolado para el despertar de la fe en las parroquias, donde reunían a la gente cada domingo, explicando la doctrina e invitando a la oración.

María Rivier murió el 3 de febrero de 1738 y fue beatificada por Juan Pablo II en 1982. El milagro atribuido a su intercesión se refiere a la recuperación de la vida en 2013 de un niño de Meru (Kenia), nacido con “ausencia prolongada de actividad cardíaca, respiratoria y neurológica”.

Santa María Francisca de Jesús Rubatto

Anna Maria Rubatto nació en Piamonte, Italia. Fundó en la ciudad de Loano, cerca de Savona, el Instituto de las Hermanas Terciarias Capuchinas y luego partió hacia América Latina, donde se esforzó por servir a los pobres.

En 1892 llevó a sus hermanas a Montevideo, en Uruguay, y de allí, al poco tiempo, a Argentina y Brasil. Murió en Montevideo en 1904.

Santa María Domenica Mantovani

Fue la primera superiora del Instituto de las Hermanitas de la Sagrada Familia, que fundó junto con el beato Giuseppe Nascimbeni, su guía espiritual, que la quiso como colaboradora para la fundación del Instituto. Fue una figura determinante en el desarrollo del carisma y la espiritualidad. Dedicó toda su vida, hasta el final de sus días, al humilde servicio de los pobres, los huérfanos y los enfermos. Juan Pablo II la declaró beata en 2003.

Santa María de Jesús Santocanale

María de Jesús, fundadora de las Hermanas Capuchinas de la Inmaculada de Lourdes, nació en Palermo con el nombre de Carolina Santocanale en el seno de una familia acomodada. Al asistir a la casa de sus abuelos en Monreale, vio la necesidad de asistencia y educación de su pueblo.

Abandonó la idea de una vida de clausura, que había cultivado desde niña, y se puso al servicio de la población, que la llamaba “señora”, pero que admiraba su humildad.

Abrazó la espiritualidad franciscana y se convirtió en terciaria; reunió a otras chicas que querían pasar su vida ayudando al prójimo. Se instaló en la ciudad de Cinisi, donde, en el oratorio, abrió un jardín de infancia, un instituto educativo y un taller de costura. Trabajó hasta el último de sus días y murió al final de una agotadora jornada en 1923.

El milagro para su canonización se refiere a dos embarazos llevados a término, entre 2016 y 2017, de una mujer siciliana que sufría una grave patología que le había causado infertilidad.

San César De Bus

Nacido en Provenza, Francia. Fue un sacerdote que se dedicó a la predicación y a la catequesis y fundó la Congregación de los Padres de la Doctrina Cristiana en 1572, con el objetivo de formar a los fieles.

Llevó a cabo esta tarea con un estilo sencillo y pobre, cercano a la gente, a través de una catequesis fácilmente comprensible. Murió la mañana de Pascua de 1603 en Aviñón.

San Luis María Palazzolo

Sacerdote de Bérgamo, Italia. Fundó las Congregaciones de las Clarisas y de los Hermanos de la Sagrada Familia para acoger a niñas huérfanas y más pobres. También creó escuelas nocturnas para jóvenes y adultos.

La labor educativa y la formación religiosa que ofreció fueron tan eficaces que unos cuarenta jóvenes del Oratorio optaron por hacerse sacerdotes. Murió a los 58 años. En 1963 Juan XXIII lo beatificó.

San Justino María Russolillo

Nació en Nápoles. Fue sacerdote, conferenciante y escritor. La catequesis permanente y la atención pastoral a las familias transformaron su comunidad parroquial, que se convirtió así en una “casa de santidad” y en la cuna de numerosas vocaciones.

También extendió sus actividades a los sacerdotes y religiosos con dificultades y ayudó a los jóvenes a formar familias cristianas. Debido a su incansable trabajo, vivió incomprensiones; siempre ofreció estos sufrimientos a la Virgen María.

(CON INFORMACIÓN DE: DESDE LA FE).

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