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La señal de la cruz en el deporte y en la sociedad (Por: Guillermo López Contreras)

Realizar la señal de la cruz es una acción que no tiene parangones en el mundo ateo o pagano. Estos podrán tener cruces con un significado incorrecto, pero la propia acción de persignarse no tiene equívoco: es el recuerdo del Crucificado.

Morelia, Michoacán, 20 de abril de 2021.- Hace varios días escuché en internet a un conocido predicador decir que no le parecía correcto que los futbolistas se persignaran cada vez que salían a la cancha de juego pues le parecía que lo hacían sin verdadera devoción, sino sólo por superstición y, por tanto, desaconsejaba esta práctica.

El problema de esta postura, en mi personal opinión, es que si no se explica correctamente, esta opinión se puede desarrollar hasta llegar a extremos perjudiciales. Por ejemplo, ¿cuál sería la diferencia entre un jugador y una persona que se persigna casi automáticamente frente a una iglesia o al paso de una ambulancia? Básicamente ninguna si juzgamos que estas acciones se hacen sin la debida profundización teológica. Y así, podríamos continuar desenvolviendo el primer pensamiento hasta llegar a cuestionarnos la legitimidad de cualquier devoción popular, hasta llegar a la propia misa.

Sin embargo, ¿cómo sabemos realmente que esa persona o jugador es un supersticioso o un santo en vida? Difícilmente podríamos adentrarnos en su conciencia. Además, entre una opción y otra encontraremos un montón de niveles: agnósticos, habituados a persignarse, creyentes sinceros, creyentes incultos, creyentes pecadores y un largo etcétera.  

Por el contrario, realizar la señal de la cruz es una acción que no tiene parangones en el mundo ateo o pagano. Estos podrán tener cruces con un significado incorrecto, pero la propia acción de persignarse no tiene equívoco: es el recuerdo del Crucificado. Quien realiza esta acción llevara su pensamiento, aunque sea por una milésima de segundo y por ínfima cultura, a la cruz cristiana, a la Cruz de Cristo.

Desde un punto catequizador, es una gran forma de, por lo menos, recordarle al persignado de dónde proviene y qué significa tal signo. Tal vez, incluso, una invitación (ahí, en plena calle o en medio del campo de juego) a que profundice en su fe. Y desde un punto de vista sobrenatural, es el reconocimiento de que, al final, es un frágil humano y que necesita la ayuda de lo divino. De hecho, es una invocación directa a Cristo y Él siempre escucha.

También sirve como evangelizador. Quien ve la acción de persignarse es informado que allí hay un católico, aunque sea de nombre, le recuerda la existencia de Cristo y la invocación divina.

Si esto último es válido para una persona común y corriente, más lo es para una persona famosa. Justo ahora, recuerdo a un jugador hincado, con la mirada al cielo, rezando y persignándose antes de tocar el primer balón en un partido que estaba siendo transmitido por todo el mundo. Pocas imágenes de corte religioso pueden ser tan impactantes como esa y no es necesario saber si es un santo o un supersticioso. 

Por eso, que los futbolistas y la sociedad en general se sigan santiguando, intentando recordar qué significa esa cruz, para provecho de ellos y de los demás.

Sobre Pandemia y Plandemia (Por: Guillermo López Contreras)

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