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Los jueces y las equivocaciones (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

Es indignante e inaceptable que un criminal se escape de una cárcel de esas llamadas de “máxima seguridad”, pero mucho más indignante es que salga por la puerta grande, liberado por un juez asustado, incompetente o corrupto

Morelia, Michoacán, 18 de febrero de 2020.- Es un lugar común el decir que si Kafka hubiera nacido en México  habría sido un escritor costumbrista. Esto por las peculiares características de este país, donde lo absurdo se vuelve cotidiano y lo normal es algo más bien inusual.

El título del artículo viene al caso por las noticias que a diario leemos sobre fallos de jueces que dejan libres a conocidos personajes cuya sospecha de culpabilidad está más que justificada. El último caso, que de no ser por lo grave movería a risa, es el del presunto líder del cártel Unión Tepito, un tal Óscar Andrés, alias El Lunares, personaje que ha sido repetidamente puesto en libertad por un juez de control contra toda  las evidencias de su culpabilidad, escudándose en argumentos que a juicio de la Fiscalía son verdaderas insensateces, por no emplear otros términos más contundentes. Eso sí, más tarda en dar un paso fuera de la prisión que en ser nuevamente detenido.

Ese es el caso más reciente, pero prácticamente no transcurre una sola semana sin que no tengamos alguna noticia de la liberación de un presunto culpable por una  inexplicable decisión de un Juez.

En México la Constitución señala el principio de presunción de inocencia, pero aquí normalmente se es culpable hasta que se demuestre lo contrario. Da la impresión que en no pocas ocasiones los jueces de primera instancia no investigan, sino que repiten los argumentos bien o mal elaborados que la Procuraduría de Justicia les envía en su expediente; si los testigos son notoriamente fabricados eso no importa; igual si las pruebas son inconsistentes o definitivamente poco creíbles.

Pero eso es cuando se trata de delincuentes comunes, gente de a pie o inocentes que van a servir de “chivos expiatorios”;  en otros sucede exactamente a la inversa, cuando se trata de criminales de alto o muy alto perfil; ahí no es raro observar que reconocidos delincuentes salen rápidamente libres, con frecuencia en las madrugadas , liberados por una súbita decisión de un Juez el cual a manera de justificación alega verdaderas minucias o de plano consideraciones fuera de toda lógica.

Podemos comparar a la justicia mexicana con una cadena, y sabemos que una cadena es tan fuerte como el más débil de sus eslabones. Y tal parece que los eslabones más débiles son los jueces y el MP.

La memoria es corta, por eso utilizo este espacio para recordar algunos casos de actuaciones vergonzosas del aparato de justicia mexicano.

Van algunos casos de hace escasamente unos años.

En el 2016, Crescencio Hernández, conocido como el “R3”, segundo al mando en el cártel del Golfo, fue detenido en posesión de  un arsenal, acusado de narcotráfico, secuestros, extorsiones y asesinatos, y fue dejado en libertad por un secretario de juzgado de Altamira en forma repentina y sin dar aviso a otras autoridades. El señor salió por la puerta grande, la cual fue abierta por un juez.

Ese mismo año, en Monterrey, un juez dejó en libertad a los cuatro secuestradores que pocos años antes  secuestraron y asesinaron al empresario Damián González del Río. Se trata de Diego Zárate Ibarra, José Fidencio Armendariz Guardiola, José Antonio Porras Ramírez, y José Ángel Álvarez Lazo. La Fiscalía del estado demostró que asesinaron al empresario por una venganza de su ex empleado Álvarez Lazo, que se quejó con el entonces jefe de Los Zetas en el municipio de Santa Catarina porque lo habían despedido.

Los cuatro habían sido sentenciados en 2013 con penas que iban de los 55 a los 90 años de cárcel. Apelaron la condena y se ordenó reponer el proceso. Los cuatro fueron nuevamente declarados culpables y sentenciados, esta vez, a 74 años de prisión.

Pero poco tiempo después el juez segundo de lo penal súbitamente decidió que había habido “fallas al debido proceso” y liberó a los cuatro criminales. 

¿Por qué se dan estos casos? Una razón podría ser que el juez sea un verdadero incompetente, otra, más probable, que sea un juez corrupto que haya aceptado un pago por liberar a un criminal, y una última posibilidad, que el juez esté asustado por reales y creíbles amenazas a su vida o a la de su familia, por los integrantes del cártel criminal afectado.

Es indignante e inaceptable que un criminal se escape de una cárcel de esas llamadas  de “máxima seguridad”, pero mucho más indignante es que salga por la puerta grande, liberado por un juez asustado, incompetente o corrupto.

Finalmente una pregunta, ¿Ud. amable lector, cuál cree que sea la razón?

Alejandro Vázquez Cárdenas

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