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Periodismo militante (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

Los medios masivos que ya han sido cooptados, y están subordinados al partido en el poder, se han convertido en un medio donde se ataca y descalifica en lugar de comunicar los hechos tal y como son

Morelia, Michoacán, 27 de diciembre de 2022.- Esencialmente el periodismo se basa en una recolección y posterior tratamiento de la información recogida producto de una investigación, por lo tanto se puede inferir que la diferencia entre un periodista verdadero y un periodista militante es que mientras el primero busca mantener una posición de independencia de los poderes, el segundo se desentiende de toda objetividad y se alinea a un proyecto político y por lo tanto su manejo de la información será siempre acorde los intereses de dicho partido.

Para esto el periodista dispone de un amplio catálogo de sesgos para manipular la información y presentarla de tal manera que quede alineada al proyecto de ese movimiento. En estos casos el periodista deja de ser un comunicador confiable para convertirse en un vocero acrítico. O peor, en un vulgar amanuense.

Es frecuente leer o escuchar que en el periodismo no existe la objetividad como un valor intrínseco y por lo tanto todos los periodistas al final son militantes. Si aceptamos esta línea de pensamiento terminaremos concediendo que la ideología de un periodista está en el mismo nivel que el de su profesionalismo.

Es innegable que todo profesional de la comunicación puede tener sus sus personales preferencias políticas , pero también es evidente que, como profesional de la comunicación debe anteponer su profesionalismo por sobre sus afinidades ideológicas. No hacerlo así rebaja su trabajo al nivel de un vulgar amanuense o propagandista a sueldo.

Es más, sostener la idea de que no existe el verdadero periodismo independiente es mandar a la basura histórica a todos aquellos que arriesgaron y arriesgan su vida con tal de mantener su independencia y objetividad. Ejemplos sobran.

Cuando un profesional de la comunicación transmite una noticia debe hacerlo abarcando la totalidad de la información sin descalificarla o aplicar matices; sólo en los llamados “Artículos de opinión” es dable sostener posiciones más terminantes sobre el tema que se trata. En estos casos bien puede darse el caso de que no estemos de acuerdo con la opinión, pero podemos informarnos razonablemente. Lamentablemente esto no sucede con los medios masivos que ya han sido cooptados y están subordinados al partido en el poder y se han convertido en un medio donde se ataca y descalifica en lugar de comunicar los hechos tal y como son. En pocas palabras, mienten porque para eso les pagan.

Percibir al que tiene distintas ideas políticas como un “enemigo” anula toda posibilidad de entendimiento y se entra en un callejón sin salida. Con este tipo de periodismo, el lector recibe un mensaje polarizante, buenos contra malos, equivocados contra dueños de la verdad.

La historia nos lo enseña, el periodismo libre exige que la libertad de opinión sea ejercida sin cortapisas. Cuando la línea editorial se identifica totalmente con intereses partidistas caemos en las técnicas utilizadas en su momento por el fascismo y el nazismo. Ellos no toleraban a los adversarios que criticaban al Estado. El partido se equiparaba con la patria y para defenderla todos los métodos eran buenos. Su mensaje era “están conmigo o en mi contra”. 

En México criticar o simplemente señalar los errores del Gobierno se paga muy caro. De acuerdo con el Comité para la Protección de Periodistas, aproximadamente 52 trabajadores de la prensa han sido asesinados en México desde 2006, haciéndolo un país tan peligroso para los periodistas como Afganistán. Desde el año 2000 al 2012 han sido asesinados alrededor de 80 periodistas. Otras fuentes afirman que más de 300 han sido asesinados desde 1980 en México.

Además, por cuatro años consecutivos el México de la 4T ha sido el país más peligroso y letal del mundo para ejercer el periodismo, por delante de países en guerra como Ucrania y Yemen. Y los atentados siguen, el reciente caso del conocido periodista Ciro Gómez Leyva lo demuestra. Está vivo solo por el blindaje de su vehículo.

¿Y la respuesta del instigador de todos los odios en su mañanera? Seguir acusando, descalificando y amenazando a quienes se atreven a disentir. No cambia, ni puede ni quiere; está en su naturaleza.

Preparémonos para nuevas tragedias.

Alejandro Vázquez Cárdenas

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