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Proyecto Secreto: Indignado por la muerte de mi gente

Amigos que no debían morir, tanta gente, su muerte se debe al trato irresponsable y fatal que el gobierno ha dado a la pandemia.

Morelia, Michoacán, 09 de febrero de 2021.- Una vista panorámica

Me duele mucho la muerte de Rodrigo Bonilla, ingeniero y educador en la fe y del señor Mónico Bernal, excelente campesino, amigos muy queridos.

Al menos así sintonizo con la muerte de miles y miles de seres queridos para sus familias que no debieron morir. Así me pongo en la misma frecuencia con el inmenso dolor y que envuelve al pueblo de México.

Indigna la actitud de nuestras autoridades por la falta de seriedad con que han tratado la pandemia, por su soberbia, prepotencia e incompetencia. Choca su lenguaje fanfarrón y vano.

México es el peor país en el trato de la pandemia, el peor país para vivir, según encuestas internacionales. Es el tercer lugar por el número de decesos, más que India que tiene más de 1000 millones de habitantes.

¿A qué juegan el presidente, el subsecretario de salud, encargado de la pandemia y sus subordinados? Todo lo resuelven en el terreno de las palabras, sólo soluciones retóricas. Están desconectados de la realidad. Viven en el mundo de sus fantasías y de sus deseos, en su realidad fantasiosa, en su burbuja de poder.

Como de un virus, están totalmente invadidos de su ego al que tienen que llenar de riqueza, de aplausos, de dominio.

Ante el desastre nacional, ante la ola de la pandemia y otros males desbordada, sin control siguen en su juego de palabras, haciéndole al charlatán mientras el país llora, se siente impotente ante un mal ingente, desamparado y sin recursos para defenderse, que teme la muerte, el aniquilamiento.

Los políticos siguen en su pequeño discurso, en su razonamiento para satisfacer sus sueños guajiros y sus deseos egocéntricos y mezquinos.

Para ellos primero es el poder, su poder arrogante, al que llegan por las elecciones. Es lo que más les preocupa y por eso vuelven la espalda a necesidades apremiantes, prioritarias de los mexicanos, de aquellos que al verse contagiados del COVID 19 no tuvieron el trato y todas las atenciones de privilegio de Andrés Manuel. Ellos siguen en su enajenación, en su juego político.

¿Adónde va nuestra querida patria que va a ser de los pobres, enfermos, sin esperanza, donde quedó realmente la esperanza de México? Se quedó en la basura de los spots publicitarios, en puras palabras, en el desencanto de quienes creyeron.

La sabiduría de lo alto

Nuestra clase dirigente no tiene personalidad moral, estatura de servidores públicos, no adhieren a un sistema de valores con jerarquía.

El presidente, como muchos políticos, da la impresión de actuar por ocurrencia, no por los valores más importantes del ser humano, sino para satisfacer sus gustos ideológicos.

Actúan él y muchos políticos por conveniencia, según el momento, sin un serio proyecto de nación, sin atender primero a lo que realmente urge, sin una jerarquía de valores.

Atienden primero lo del momento y a lo que les favorece según los intereses egocéntricos, mezquinos de su yo, de sus tribus y su movimiento.

Lo más importante, al parecer, para ellos es su caudal político porque les garantiza su seguridad material, en el nivel más bajo de la escala de valores de Maslow: son los polos que atraen a las personas, el dinero, el poder y la gloria, los reflectores y los aplausos.

Es evidente, que no lo reconocen, en su lenguaje hablan de las cosas que deben ser. Las conocen y las ponen en los discursos pero hacen lo contrario, engañan a la gente y, al final del día, ellos se encuentran vacíos, frustrados y la gente da vueltas en el eterno retorno de su desengaño, los más humildes saben de promesas que no se cumplen.

¿Por qué unos cuantos vivales se aprovechen de 126 millones de mexicanos? Ellos saben de promesas que no se cumplen y ¿por qué se dejan “ver la cara” y porque tropiezan siempre con la misma piedra?

Hay ciudadanos, entre los grandes y los humildes que han despertado y que son críticos, ¿por qué no toman cartas en el asunto para sanear la gestión del bien público y librarse de la plaga de saqueadores y embusteros? No estoy incitando a la violencia, bastaría con dejarle de aplaudir a los charlatanes y defender el voto el día de las elecciones, no venderlo por unos pesos o cambiarlo por cuentistas de vidrio o una torta.

¿Qué hacer para que los millones de pobres y humildes sean conscientes de su dignidad, crean en sí mismos y se defiendan con claridad, franqueza y valentía de quienes los humillan y utilizan?

Podemos despertar al vecino, levantarlo de su postración, tratarlo como un rey y hacerle sentir que vale mucho, tanto como el presidente y más que los criminales de cuello blanco, que los farsantes que se han encumbrado en el poder y acaban en escándalos.

Proyecto Secreto: La fe en el censo último

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