DestacadasEditoriales

Proyecto Secreto: La dimensión olvidada de la pandemia

Manejamos los números y los medicamentos para el COVID 19, pero hay una dimensión trascendente que olvidamos.

Morelia, Michoacán, 31 de marzo de 2020.- Vivimos en un mundo dominado por las ciencias exactas, estamos clavados en la materia y tenemos una visión parcial del ser humano, su vida y sus problemas.

El hombre es más que un ser viviente sometido a las leyes biológicas. Es cuerpo y espíritu, tienen una dimensión ilimitada, trascendente, su vida espiritual, por la que ama y piensa. El espíritu desborda la materia le abre otros espacios inconmensurables.

La pandemia del COVID 19 descubre dimensiones muy profundas, que en la vida diaria olvida el ser humano. En estos días de epidemia hay una sombra gigantesca que se cierne sobre nuestras vidas, un aire enrarecido, amenazante.

El COVID 19 nos enfrenta a la muerte y a los otros grandes enigmas de la existencia humana. Por eso, no cimbra hasta los cimientos mismos.

Nadie quiere morir y el virus asesina.

¿Olvidamos que la muerte no es el aniquilamiento, que una parte de nosotros trasciende la materia y vive en otra dimensión?

El ser humano vive clavado en la dinámica y los asuntos de la materia, es materialista y mundano. Se le nubla la mirada interior para considerar su ser y su vida en la dimensión de infinito y de inmortal del espíritu.

No queremos morir del todo y sentimos que somos inmortales. Es la intuición y el deseo que expresa la poesía. ¿Cómo olvidar ese deseo que atormenta a Berengario en el drama sublime de El Rey se Muere de Ionesco.

El coronavirus nos lleva hasta el límite de la muerte, pero ésta no es la destrucción total y definitiva, es la frontera de una vida nueva, verdadera, perfecta, imperecedera.

Ahí comienza el mundo de la verdad, de la realidad, de lo definitivo. También es la realidad del fracaso total, de la tortura por la pérdida de todo bien y toda esperanza, del fuego del infierno, de la frustración eterna.

Es el momento del juicio ante el Rey supremo. El examen será exhaustivo, riguroso. El juez divino es totalmente justo, juzgará conforme a las leyes que él dio para que se cumplan, porque no está jugando con sus criaturas. El puso frente a nosotros el bien y el mal y nos dará eternamente lo que hayamos escogido.

El hombre es un ser precario, tan pobre y frágil, expuesto a largas pruebas como el desamparo por la falta de policía y el dominio del crimen.

Vive confrontado a pruebas tremendas, imposibles que lo aplastan y lo amenazan de muerte.

En su dimensión espiritual, el hombre tiene una dimensión de fe que le abre la dimensión de un aliado infinitamente grande y poderoso, Dios que se preocupa por él y por su salvación.

Dios vela eternamente por el hombre, nada escapa a su providencia, afirma Shakespeare en Hamlet. Las catástrofes terribles, la maldad y el orgullo de los poderosos, las situaciones sin esperanza son momentos de fe. Una nueva luz aparecen en las sombras y el mal es vencido, se desvanece.

Ante la invasión de gigantes del coronavirus, es necesario que Cristo aparezca y calme la tormenta. Es momento de apoyarse en él, de vivir la alianza de salvación.

Para el hombre es momento de despojarse de su orgullo y vanidad y de invocar humildemente el auxilio de Dios.

Es momento de ubicarse en el mundo limitado y perecedero y de proyectarse al mundo de lo definitivo, del amor y la libertad y de buscar las riquezas que no engañan, puras y eternas.

Proyecto Secreto: COVID-19, estamos preparados, afirman (¡!¿?)

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba