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Proyecto Secreto: Tenemos un gran país

Una paz paradójica pero real es posible creyendo en la salida de la crisis y el fin de la corrupción. Es más difícil estar contentos pero tenemos que trabajar por México, el reto está ahí y los grandes por el idealismo y la entrega sabemos enfrentarla con entereza de ánimo.

Morelia, Michoacán, 21 de septiembre de 2021.- Antes de entrar en el tema quiero compartirte una verdad y un sentimiento. Siento una gran simpatía por el amigo desconocido, el amable lector que comparte estas reflexiones. En ocasiones me llegan sus comentarios como ecos del pensamiento que se expresa en estas líneas. Siempre ha sido muy amable lo que agradezco con gusto.

En el otro extremo de la comunicación hay personas muy amables que expresan comentarios entusiastas y positivos.

Compartimos un placer: estamos atentos a los acontecimientos para estar bien informados para desenredar la maraña de información y entender el sentido de los sucesos y la orientación que dada nuestra vida y a la historia.

Ustedes amables lectores son personas muy valiosas como son el primer valor y el centro del acontecer social que debemos tratar con sumo respeto y cariño. Podemos expresar de alguna manera la verdad que siempre había quedado guardada:  ¡Vales mucho! Eres el primer valor. Nos faltan palabras para nombrar todos los valores que hacen grande a la persona.

Eres grande porque eres la obra maestra de Dios en ti él pone su ternura, respeto y amor. Dios, Papá y creador del universo y cuanto contiene te conoce y te asegura que vales mucho.

La experiencia lejos de México nos ha permitido tener una visión panorámica, desde una distancia que nos permite ver realidades que no se perciben cuando uno está metido en la masa. A distancia se contempla el encanto, la belleza cristalina y exuberante y la riqueza en recursos materiales y en la gente. Tenemos un país grande y riquísimo, privilegiado.

Los gobernantes se han servido a sí mismos y lo han mantenido en el atraso.

Contaba el chiste que Dios a México le dio todo: 9000 km de mar, climas deliciosos y variados, que le dio todo. Cuando el chiste que los vecinos protestan y el Creador les contesta: cálmense ahí voy a poner una casta de gobernantes. Y que esta explica la situación lamentable, lastimera, triste, contaminada, desdichada etc. etc. de los mexicanos.

Es cierto que en el presente vivimos en un país devastado, desolado, castigado por calores insostenibles y heladas extremosas. Hemos convertido el paraíso, Tlalocan, que mencionaban nuestros antepasados indígenas en un desierto sequías y tolvaneras, en un desierto monótono, inhóspito que no cesa de calentarse.

En lo social sufrimos un Estado fallido asediados por el narco. De años atrás mucha gente afirma en las reuniones de reflexión que vivimos en un narcoestado, , hay mucha sangre derramada, extorsiones y amenazas. Rodando por los caminos de Michoacán he encontrado barricadas que los pobladores organizan para ponerse el abrigo de los ataques criminales.

Es cierto que el cambio climático trastorna los fenómenos naturales, nos ha privado de nuestra calidad de vida y nos sigue asfixiando y castigando con huracanes, heladas, y calores insoportables.

En este momento tenemos preocupación y miedo, la felicidad no es fácil, pero tampoco imposible pareciera que no tenemos derecho a ser felices como plantea la novela La Peste del filósofo existencialista Albert Camus. Sí tenemos derecho y no es simple Es más difícil pero una paz difícil es más honda y sabrosa como vino añejo.

Una paz paradójica pero real es posible creyendo en la salida de la crisis y el fin de la corrupción. Es más difícil estar contentos pero tenemos que trabajar por México, el reto está ahí y los grandes por el idealismo y la entrega sabemos enfrentarla con entereza de ánimo.

Tenemos todavía mucho de qué disfrutar. “Trata de ser feliz con lo que tienes”, canta Napoleón.

También tenemos que asumir retos durísimos, aparentemente imposibles, oleaje feroz negro y sangriento de todas las plagas de Egipto que barre el planeta.

Se nos exige ser valientes y abnegados y entrar en la batalla. No podemos ser Ninis ni jóvenes que viven para el placer superficial, barato, irracional, pensando sólo en las pachangas y en el antro. No podemos ser personas que quieren acumular montañas de dinero sin esfuerzo para divertirse lejos del esfuerzo por construir un México mejor.

El hombre está hecho para la lucha, para el esfuerzo. Se nos exige renuncia a nosotros mismos, entrega y osadía ante batallas enormes.

Pero podemos vivir todo esto con la faz serena pero endurecida, intensa pero curtida por el viento y por la tempestad, siempre esperanzada. La vida se torna apasionante y formidable.

La victoria es nuestra. La humanidad y el pueblo de México ha conocido momentos de prueba a lo largo de la historia y han salido vencedores. 

Una presencia muy fuerte, como un astro que brilla en la montaña es la Virgen de Guadalupe que acompañó al pueblo de México que clamaba: ¡déjenos morir! Porque todo estaba destruido. El Señor de la historia y del destino nos asegura que la victoria va a venir.

Su Palabra no falla y con Dios pasaremos todos los sufrimientos de la vida y alcanzaremos la paz tan anhelada y definitiva.

El Evangelio Hoy: Una vida llena de dolor

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