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Psicoanálisis y marxismo, una revisión (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

De primera intención puede parecer algo extraño el hablar de dos cosas que en apariencia no tienen mucha relación entre sí, pero basta un pequeño análisis para encontrar datos y coincidencias más que interesantes

Morelia, Michoacán, 01 de noviembre de 2022.- De primera intención puede parecer algo extraño el hablar de dos cosas que en apariencia no tienen mucha relación entre sí, pero basta un pequeño análisis para encontrar datos y coincidencias más que interesantes; aclaro, un análisis pequeño, que no superficial ni apresurado. Veamos; por lo pronto observamos algo evidente, ambas doctrinas comparten los mismos principios operacionales; en esencia son teorías omniexplicativas e irrefutables; sólo que para la metodología científica una teoría que explica absolutamente todo y que no presenta la posibilidad de ser refutada, no es una teoría, es un dogma.

El psicoanálisis supuestamente puede explicar todo, lo mismo por qué se hace un gesto que por qué deja de hacerse, por qué una persona es tímida unas veces y agresiva otras; por qué se es heterosexual u homosexual; y podemos agregar un largo etcétera, nada escapa a su capacidad explicativa, ni siquiera la negativa a aceptar esa capacidad. Negarse al psicoanálisis y a sus explicaciones totales también será explicado como síntoma de resistencia, esto es, como señal de grave neurosis. De modo que si se acepta la verdad del psicoanálisis, todo se ve a la luz de las explicaciones freudianas (o adlerianas o junguianas o lacanianas). Y si no se acepta, por el mismo hecho de no aceptarlo, también se está confirmando la inamovible verdad del psicoanálisis. ¡Genial!

Examinando un poco encontramos que lo mismo sucede con el marxismo, explica igualmente el éxito o el fracaso de una huelga; el aumento de la delincuencia o su momentánea disminución; el plan Marshall de recuperación europea o la crisis financiera de 1929; el stalinismo y sus crímenes o su denuncia por Kruschov. Nada escapa a su poder explicativo. “Nunca cometemos errores”, satiriza Solzhenitsyn en una de sus novelas.

Otra importante y molesta similitud: no son doctrinas que puedan ser sometidas a prueba, que puedan ser verificadas o refutadas mediante alguna contrastación con los hechos. Un psicoanalista diagnostica que alguien intentó suicidarse porque su impulso tanático (destructivo), unido a un sentimiento de culpabilidad residual de un Edipo no sublimado, le llevó a semejante acto desesperado; el sujeto es tratado en el diván, oficialmente curado y vuelve a intentar el suicidio, pero esta vez con éxito. El mismo psicoanalista volverá a explicarlo por su rechazo o por la pulsión del Superego que ejercía de censor de la curación. Jamás aceptará que su teoría ha sido refutada o pueda serlo. No existen ni refutaciones ni fracasos en el psicoanálisis ni en el marxismo, son teorías impenetrables. De ahí su poder de persistencia; mientras los hombres crean en ellas, serán teorías vigentes.

Otra característica común de ambas doctrinas es su fragmentación inmediata en sectas enfrentadas, con frecuencia hasta la intolerancia, así como los sucesivos y fallidos intentos por recuperar la prístina pureza de la doctrina primigenia (Althusser, Lacan y sus respectivas «lecturas» de cada doctrina). Trotskismo, Maoísmo o Eurocomunismo en el caso del marxismo. A consecuencia de lo anterior, se generan simplemente nuevas sectas y corrientes, totalmente convencidas cada una, de que ellas son las únicas poseedoras de la verdad, el resto son vulgares desviacionistas.

Actualmente el marxismo se encuentra de capa caída, después de fracasar en cuanto país se intentó implantar, después de destruir y expoliar a toda Europa oriental, de haber causado millones de muertes en las purgas de Stalin y los asesinatos de Mao y Pol Pot. Únicamente sobrevive en Corea del Norte, pequeño y empobrecido país prisión donde pensar está penado y disentir significa la muerte. En teoría también lo podemos encontrar en Cuba, pero aquí no pasa de ser una cruel caricatura sostenida por las armas y el miedo.

En la actualidad el psicoanálisis ha estado reduciéndose progresiva e inexorablemente, desbancado por los avances de las neurociencias y por los nuevos enfoques basados en la metodología científica. En poco tiempo quedará en el lugar de donde nunca debió salir, en los terrenos de la pseudociencia y la fantasía. Pero eso sí, sus apóstoles jamás desaparecerán, unos por simple ignorancia, otros por necedad, otros por mera conveniencia económica ya que es una carrera bastante sencilla, de pocas exigencias académicas e intelectuales y altamente redituable pues la naturaleza humana requiere de mitos y dogmas y sobra quienes estén dispuestos a pagar por eso.

En cuanto al marxismo, sus obtusos defensores continuarán negando la enorme cuota de muerte, dolor y miseria que esta doctrina ha causado y seguirán confirmando el hecho de que cuando se fracasa, no analizamos nuestros posibles errores, sino que buscamos a quien endosarle la factura de nuestro fracaso.

Alejandro Vázquez Cárdenas

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