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Un aniversario que se olvida, Ayotzinapa y la gasolinera (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

¿Y el asesinato de Gonzalo Rivas, quemado vivo por los normalistas que incendiaron —con nobles fines— la gasolinera donde trabajaba?

Morelia, Michoacán, 28 de diciembre de 2021.- La memoria  humana es volátil, pero más que volátil se puede decir que es adaptativa, si un recuerdo es incómodo este es relegado a un segundo plano, eso es lo normal, es un mecanismo de defensa desarrollado durante la evolución. Y en  el caso de eventos incómodos para el poder político la memoria puede ser algo no deseado y entonces un manto de silencio, cortesía de los medios al servicio del poder, se encarga de difuminarlo.

El 12 de diciembre del 2011 se efectuó un desalojo de un  bloqueo que protagonizaron los normalistas de Ayotzinapa en la Autopista México-Acapulco, desalojo que dio como resultado tres muertos: Dos que van camino a la canonización, un par de normalistas y el trabajador de la gasolinera afectada por los vándalos, Gonzalo Miguel Rivas Cámara. 

En México hay de muertos a muertos, no todos tienen el mismo valor ni el mismo peso. Al año siguiente del incendio de la gasolinera, durante una ceremonia realizada en el lugar de  los hechos los presentes sólo exigieron justicia por la muerte de los dos normalistas, pero olvidaron convenientemente el deceso del trabajador de la gasolinera Gonzalo Rivas Cámara. “Estamos indignados por la impunidad, pero también creemos en un Dios de justicia”, dijo durante la ceremonia religiosa el sacerdote Héctor Miranda y convocó a los jóvenes para que la muerte de sus compañeros sea motivo para seguir unidos y colaborando en la lucha. El empleado de la gasolinera que evitó una tragedia mayor no se mereció una sola palabra. 

Mucho se escribió en su momento sobre este incidente. La prensa de «izquierda», los escribidores «políticamente correctos»  y  los infaltables «tontos útiles» junto con varias ONG  se dedicaron con entusiasmo digno de mejor causa de defender y prácticamente canonizar a los violentos vándalos de Ayotzinapa. Para esa prensa no existía duda, la razón era de los ayotzinapos; la culpa era del gobierno, lo mismo daba si era estatal o  federal.

No sorprende esa visión cuando proviene de la «izquierda» mexicana; es sabido que ellos ante cualquier incidente que involucre a un gobierno emanado del PRI o del PAN apagan de inmediato el intelecto y desentierran el hacha de la guerra;  tampoco sorprendió mucho la tibia actuación de la CNDH, ya se sabe para qué lado se inclina.

¿Y qué buscaban estos normalistas de Ayotzinapa? ¿Por qué  incendiaron la gasolinera?  Supuestamente para defenderse de la policía. La siguiente pregunta es obvia, ¿Por qué llegó ahí la policía? Pues por que los normalistas habían bloqueado la autopista. ¿Para qué? Para exigir plaza automática a perpetuidad al terminar la normal. Entonces surge la siguiente pregunta: ¿Esas plazas las otorgan las gasolineras o los administradores de autopistas?

Se puede sintetizar en pocas palabras lo que invariablemente buscan los normalistas, tanto de Ayotzinapa como de Tiripetío o de cualquier otra fábrica de inempleables: Una plaza asegurada al terminar eso que llaman «sus estudios»; de paso cero evaluación académica y además la plaza  deberá ser a perpetuidad  e inamovible. Ah, y la plaza no debe estar en una localidad pequeña, sino en una ciudad.

Las buenas conciencias y las ONG de financiamiento opaco pusieron el grito en el cielo exigiendo castigo a los «responsables» de la muerte de  los normalistas muertos. Pero  curiosamente ninguna de esas ONG  dijo  una sola palabra respecto del homicidio del empleado de la gasolinera, Gonzalo Miguel Rivas, quien murió, tras varios días de dolorosa agonía.  Su muerte fue un asesinato, murió por las quemaduras de tercer grado que sufrió al tratar de evitar una tragedia mayor en la gasolinera. 

Afortunadamente en este caso  hubo muchos personajes que se encargaron de que el asesinato del empleado de la gasolinera no quedara impune, señaladamente el escritor Luis González de Alba, que jamás abandonó el asunto y durante varios años escribió al calce de sus artículos: “¿Y el asesinato de Gonzalo Rivas, quemado vivo por los normalistas que incendiaron —con nobles fines— la gasolinera donde trabajaba?” 

Finalmente, 5 años después, en 2016, en el Pleno del Senado 70 senadores votaron a favor de conceder la Medalla Belisario Domínguez a Gonzalo Rivas, del PRI, PAN, PRD y Partido Verde; tres en contra del PT y ocho abstenciones de senadores perredistas.

Fue un triunfo de la sociedad  civil y señaladamente de Luis González de Alba. 

Alejandro Vázquez Cárdenas

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