Editoriales

2 de octubre, Luis González de Alba / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es Maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

Con la muerte de González de Alba se enluta la inteligencia, un hombre congruente que vivió, como lo escribiera Héctor Aguilar Camín, con una libertad salvaje

Morelia, Michoacán, 03 de octubre de 2016.- 2 de octubre, de nueva cuenta la memoria se rebela para invocar un día oscuro en la historia nacional que tuvo como epílogo la masacre de jóvenes en un país bajo los hilos del autoritarismo atroz negado a la democracia y opuesto a la diversidad ideológica, eso sucedió en 1968.

En la plaza de Las Tres Culturas culminaría un ritual sangriento que permaneció cubierto bajo un sudario de impunidad.

No se sabe con exactitud cuántos jóvenes fueron acribillados, en aquellos tiempos sólo existía la versión única, no podía ser de otra manera, lo demás que se dijera era alentar el alcance de una conspiración mundial inspirada en motivos inconfesables.

Ese año de 1968 el mundo corrió de manera extraña, el autoritarismo de las derechas y las izquierdas parecían fusionarse en un monstruo que quería tragarse, a la mala, cualquier aire de libertad. En 1967 Ernesto Che Guevara moría asesinado en Bolivia, acto orquestado por el gobierno de Estados Unidos a través de la CIA. En 1968 llegó la Primavera de Praga atascada de tanques soviéticos, en París se desataba la poesía aquel mes de mayo para tomar las calles, los grafitis decían “Seamos realistas, exijamos lo imposible”.

También en 1968 asesinaban a Martin Luther King. En Tlatelolco la muerte aterrizó en forma de balas.

Casi medio siglo de aquel día que del soleado tornó rojo para escribir una página de terror. Este 2 de octubre de 2016 murió uno de los dirigentes históricos de aquel movimiento estudiantil, divulgador de la ciencia, poeta, ensayista, académico y periodista, nos referimos a Luis González de Alba.

González de Alba fue un hombre libre, de ello hizo alarde, nunca censuró sus ideas, sus cuestionamientos al poder, a las izquierdas; se podría estar de acuerdo o no con sus expresiones pero lo cierto es que su exposición siempre fue rematada por el talento.

Sus libros son provocadores, contundentes, en Los días y los años aborda lo sucedido aquel  2 de octubre, me gusta más dicho texto que La noche de Tlatelolco. En Las mentiras de mis maestros cuestiona a la historia oficial que nos han recetado como dogmas de una fe curiosa y que no resistiría un análisis a profundidad.

Con la muerte de González de Alba se enluta la inteligencia, un hombre congruente que vivió, como lo escribiera Héctor Aguilar Camín, con una libertad salvaje.

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