Editoriales

A la dictadura por la vía de la democracia (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

México tiene a un personaje en el poder que está buscando desesperadamente el control total de las estructuras de gobierno del país, ya tiene buena parte del legislativo, al tribunal electoral, la SCJN está a su servicio

Morelia, Michoacán, 29 de diciembre de 2020.- Definiciones sobre lo que es “democracia” hay muchas, una sencillas, otras muy extensas ,  para efectos de este artículo debemos entender que democracia es “Una forma de gobierno donde el poder es ejercido por el pueblo, mediante mecanismos legítimos de participación en la toma de decisiones políticas”.  Así es, cuando menos en un plano teórico. Que en la realidad no es exactamente así, es otra cosa.

El mecanismo fundamental de la democracia es el sufragio universal, libre y secreto, a través del cual se eligen a los dirigentes o representantes para un período determinado. Un ciudadano, un voto, no importa si el ciudadano es inteligente, mediocre, idiota, culto, informado, absolutamente ignorante, que sea trabajador, holgazán, alguien con severos problemas de personalidad, abstemio, alcohólico o incluso un drogadicto con el cerebro hecho cenizas, o una combinación de todos los factores negativos que se nos ocurran, no importa; es un ciudadano y es un voto. Aquí los votos se cuentan, no se juzgan. Y es por eso que vemos lo que vemos. 

Desde el punto de vista puramente teórico, recalco lo de teórico, la democracia, en sus diversas modalidades, tiene más ventajas que otros sistemas, como monarquías o dictaduras, pero eso no significa que sea siempre lo mejor o que su funcionamiento sea perfecto  y tenga suficientes mecanismos y recursos que impidan cualquier daño al propio pueblo y a la  misma democracia.

Ya ha sucedido que por la vía democrática un pueblo, cegado por el orgullo, el odio, el nacionalismo, o simplemente  manipulado por un demagogo, ha llegado a los peores excesos de una dictadura. Recordemos un caso paradigmático.

El 28 de febrero de 1933  se incendió el Reichstag alemán, suceso muy conveniente para el naciente régimen nazi que ya para entonces tenia una mayoría en  el parlamente de la inestable República de Weimar. Ese mismo día, Adolfo Hitler dictó el Decreto de emergencia «Para la protección del pueblo y el Estado”. Por su actualidad y vigencia cito textualmente el pasaje fundamental:

«Los artículos 114-18, 123-4 y 153 de la constitución del Reich alemán quedan momentáneamente suspendidos. Por el consiguiente, los avances sobre la libertad personal, el derecho de libre expresión de la opinión, incluida la libertad de prensa, de asociación y  reunión, la vigilancia de las cartas, los telegramas y las comunicaciones telefónicas, los allanamientos de los domicilios, y las confiscaciones y las restricciones sobre las propiedades, en adelante quedan autorizados más allá de los límites hasta ahora establecidos por la ley».

Este decreto dio a Hitler todo lo que necesitaba para crear un estado totalitario. Después de las elecciones del 5 de marzo de 1933 Hitler propuso una «Ley habilitante» cuyo  primer artículo transfería el derecho de legislar del Reichstag al Gobierno, el segundo confería al gobierno el derecho de introducir cambios en la Constitución, el tercero trasladaba el derecho de redactar los proyectos de leyes del Presidente al Canciller, el cuarto extendía el ámbito de la ley a todos los tratados.

El proyecto fue discutido en el Parlamento; por cierto  fue el único debate político que permitió a Hitler ya en el poder e intervino personalmente con un discurso violentísimo en contra de los adversarios (los que quedaban, pues varios, más precavidos, ya habían abandonado el país).

El resultado, favorable a Hitler, fue absolutamente legal, 441 votos contra 94. Y así, el 23 de marzo de ese mismo año de 1933 la muerte de la República (y de la democracia) se consumó.

Lo que siguió era previsible, en cuestión semanas ya no había sindicatos, los socialdemócratas, pagando su cobardía o su ignorancia perdieron sus periódicos y sus propiedades, se disolvió toda otra organización política. En junio se declaró que el partido nazi era el único legal. Hitler necesitó solo 5 meses para destruir la democracia en Alemania.

El resto de la historia es muy conocido, poder absoluto para el Reich Führer Adolf Hitler, un Mesías intolerante, que no escuchaba a nadie y la aparición de la maquinaria bélica más grande y poderosa del mundo.

México no tiene, ni de lejos, la capacidad bélica de la Alemania de los años 30 y 40, pero sí tenemos a un personaje en el poder que está buscando desesperadamente el control total de las estructuras de gobierno del país, ya tiene buena parte del legislativo, al tribunal electoral, la SCJN está a su servicio , las cadenas de televisión y sus noticieros están a sus órdenes junto con varios grandes medios impresos. Sobreviven algunos, pero escribiendo desde otro país. Otros ya cerraron.

Negro panorama. Escenario ominoso. Efectivamente podemos terminar en algo parecido a Venezuela. 

Aún podemos evitarlo. Llegaron por los votos, y por los votos deben irse.

Alejandro Vázquez Cárdenas

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