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A propósito de entelequias Freud y Marx (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

El autor de este artículo es el reconocido Doctor Alejandro Vázquez Cárdenas
El autor de este artículo es el reconocido Doctor Alejandro Vázquez Cárdenas

Ya el psicoanálisis se ha estado desapareciendo. En poco tiempo quedará en el lugar de donde nunca debió salir, en los terrenos de la pseudociencia. En cuanto al marxismo, sus fieles defensores continuarán negando su absoluto fracaso y la enorme cuota de dolor y miseria que esta doctrina ha causado.

Morelia, Michoacán, 25 de diciembre de 2018.- Entelequia, según los diccionarios tiene dos acepciones, una como término filosófico que significa un ser que realiza en sí mismo el estado de perfección,  pero la más usada es “cosa irreal; que no puede existir”.

Con esta aclaración  ya no parecerá raro hablar de dos cosas que en apariencia no tienen mayor relación entre sí; Psicoanálisis y Marxismo, doctrinas que comparten los mismos principios operacionales, son omniexplicativas e irrefutables. Sólo que hay un pequeño problema, una teoría que explica absolutamente todo y que no presenta la posibilidad de ser refutada, no es una teoría científica, sino un dogma religioso.

El psicoanálisis supuestamente puede explicar todo; nada escapa a su capacidad explicativa, ni siquiera la negativa a aceptar esa capacidad. Negarse al psicoanálisis y a sus explicaciones también será explicado como síntoma de resistencia. De modo que si se acepta la verdad del psicoanálisis, todo se ve a la luz de sus explicaciones y si no se acepta, por el mismo hecho de no aceptarlo, también se está confirmando la inamovible verdad del psicoanálisis, ¡Genial!.

Profundizando un poco encontramos que lo mismo sucede con el marxismo; explica igualmente el éxito o el fracaso de una huelga; el aumento de la delincuencia o su momentánea disminución; el estalinismo y sus crímenes o su denuncia por Kruschev. Nada escapa a su  poder explicativo. Como señala Popper, «un marxista no puede abrir un periódico sin descubrir en cada página una prueba de su interpretación de la historia». Ya alguien, con no poco cinismo afirmaba: «La tarea del marxismo es mostrar cómo todo debe suceder necesariamente así, y si tal no sucede, mostrar por qué no podía suceder así».

Otra importante similitud; no son doctrinas que puedan ser sometidas a prueba, que puedan ser verificadas o refutadas mediante alguna contrastación con los hechos. Un psicoanalista diagnostica que alguien intentó suicidarse porque su impulso tanático (destructivo), unido a un sentimiento de culpabilidad residual de un Edipo no sublimado, le llevó a semejante acto desesperado; el sujeto es tratado en el diván, oficialmente curado y vuelve a intentar el suicidio, pero esta vez con éxito. El mismo psicoanalista volverá a explicarlo por su rechazo o por la pulsión del Superego que ejercía de censor de la curación. Jamás aceptará que su teoría ha sido refutada o pueda serlo. No existen ni refutaciones ni fracasos en el psicoanálisis ni en el marxismo, son teorías impenetrables. De ahí su poder de persistencia; mientras los hombres crean en ellas, serán teorías vigentes.

A casi 80 años de su muerte, la personalidad de Freud sigue siendo controvertida. El premio Nobel de Medicina Sir Peter Medawar, ha calificado al freudismo como «uno de los pasajes más tristes y extraños de la historia del pensamiento del siglo XX”

El descrito por sus propios compañeros como muy brillante,  Hans J. Eysenk, profesor de Psicología de la Universidad de Londres,  escribió un documentado ensayo con el nombre “Decadencia y caída del imperio freudiano”. Después de examinar, durante lustros, casos tratados por Freud, concluye que «fue, ciertamente, un genio, pero no de la ciencia, sino de la propaganda; no de la prueba rigurosa, sino del arte de persuadir; no del esquema de experimentos, sino del arte literario». Y añade que del psicoanálisis “sólo nos queda una interpretación imaginaria de seudo-acontecimientos, fracasos terapéuticos, teorías ilógicas e inconsistentes, plagios disimulados de los predecesores, percepciones erróneas de valor no demostrado y un grupo dictatorial e intolerante de seguidores que no insisten en la verdad, sino en la propaganda”

Si alguien tiene la curiosidad de investigar, existe una abundante, más bien diría una catarata de libros que desacreditan y desautorizan a Freud y a su invento del psicoanálisis por «una extensa serie de errores, duplicidades, pruebas amañadas y pifias científicas».

Ya el psicoanálisis se ha estado desapareciendo, paulatina e inexorablemente, desbancado por los avances de la neurofisiología, los nuevos enfoques basados en la metodología científica y la medicina basada en evidencia. En poco tiempo quedará en el lugar de donde nunca debió salir, en los terrenos de la pseudociencia. No desaparecerá del todo, pues la naturaleza humana requiere de mitos y dogmas. En cuanto al marxismo, sus fieles defensores continuarán negando su absoluto fracaso y la enorme cuota de dolor y miseria que esta doctrina ha causado.

Alejandro Vázquez Cárdenas

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