Editoriales

Abrir las puertas, ¿para qué? (Por: Jorge Luis Hernández Altamirano)

El autor, Jorge Luis Hernández Altamirano, es Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM y Maestro en Ciencia Política por El Colegio de México
El autor, Jorge Luis Hernández Altamirano, es Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM y Maestro en Ciencia Política por El Colegio de México

El presidente López Obrador, en el contexto de la discusión de los nuevos integrantes de la CRE, ha dicho que los perfiles que él propone tienen como característica principal su honestidad e incorruptibilidad, aunque la oposición haya rechazado la primera terna criticando su falta de preparación técnica

Morelia, Michoacán, 02 de abril de 2019.- Que “el sistema democrático representativo está en crisis” es, más que una hipótesis de estudiosos en democracias, una frase de uso común de observadores comunes de la realidad política en todo el mundo.

En muchas de las democracias, viejas y nuevas, se observan dos fenómenos:

1) el derrumbe de la votación de los partidos políticos clásicos, que encabezaron gobiernos y controlaron las cámaras legislativas hasta hace pocos años, y;

2) la aparición de partidos y líderes políticos que abanderan la bandera de la “anti política”, quienes sostenidos en una crítica certera a las viejas élites política aducen representar al ciudadano común.

Las estrategias de campaña de estos nuevos partidos políticos han sido muy exitosos para colocar una disputa en el horizonte que se traduce en la confrontación de dos sectores que integran la sociedad: por un lado, la casta, los políticos y beneficiados del poder político, cúspide de la maldad y de todos los vicios y responsables, eso sí, de la realidad; por el otro, los ciudadanos oprimidos que concentran en sí todas las virtudes cívicas.

Muchos de estos nuevos emprendedores políticos sostienen que la labor gubernamental es en realidad una actividad sencilla que no precisa más que sentido común y honestidad. Se oponen al lenguaje tecnificado de las administraciones tecnocráticas, miran con recelo los títulos académicos y la burocracia no politizada.

En ese orden de ideas, el presidente López Obrador, en el contexto de la discusión de los nuevos integrantes de la Comisión Reguladora de Energía, ha dicho que los perfiles que él propone tienen como característica principal su honestidad e incorruptibilidad, aunque la oposición haya rechazado la primera terna criticando su falta de preparación técnica para un organismo tan especializado.

El discurso es fértil porque, en el caso de México, la clase política ha brillado por su insolencia ante los graves problemas del país y parece estar cómoda con los cada vez más escandalosos niveles de desigualdad.

A nivel partidista, la dinámica de construcción de MORENA y su arrollador triunfo en las elecciones de 2018 es en buena medida el triunfo de los dos componentes de la anti política: ciudadanos sin experiencia, pero con presumida honestidad.

Para muestra basta el botón de las Cámaras Legislativas, que recientemente han llamado la atención por controvertidas iniciativas de ley que no necesariamente son respaldadas por la coordinación de su bancada y polémicas declaraciones en tribuna.

Estamos ante una Cámara de Diputados distinta al menos en tres condiciones: 1) la falta de experiencia legislativa de muchos de los perfiles, El Heraldo (2018) (https://heraldodemexico.com.mx/pais/inexpertos-al-frente-de-comisiones/) encontró que 21 de 46 presidentes de comisiones no tenía experiencia alguna en el área de su Comisión y Nación 321 (2018) reportó que, en 2015, 91.6% de los integrantes de la bancada nunca había formado parte de un cuerpo legislativo (https://www.nacion321.com/congreso/los-diputados-federales-que-llegaron-a-aprender-48-no-tiene-experiencia); 2) el nivel de escolaridad se redujo, pasando de 16.2 años a 15.48 en promedio (La Silla Rota, 2019) (https://lasillarota.com/nacion/se-reduce-nivel-de-escolaridad-de-diputados-federales-parladata-la-silla-rota-legisladores-pvem/272187) y 3) el promedio de edad es el mayor desde 1997 (Nexos, 2019) (https://www.nexos.com.mx/?p=40895)

Estas condiciones no necesariamente son malas; de hecho, muchos en campaña nos pronunciamos por la necesidad que más ciudadanos ocuparan el espacio público y los espacios de representación.

Da la impresión de que las puertas del Congreso se han abierto un poco más para perfiles no tradicionales. Veremos si es el reclutamiento y origen era lo que explicaba los malos resultados o si las consecuencias de la actividad legislativa obedecen más a factores estructurales – institucionales.

¿Será que los ciudadanos honestos de verdad eran todo ese dechado de virtudes que la anti política decía?

Al tiempo.

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