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Carta de esculapio a su hijo / Alejandro Vázquez Cárdenas

El autor de este artículo es el reconocido Doctor Alejandro Vázquez Cárdenas
El autor de este artículo es el reconocido Doctor Alejandro Vázquez Cárdenas

Aclaro que el presente artículo es de autor desconocido, circula ampliamente por la Internet y me parece muy interesante y vigente. Hago un resumen.

Morelia, Michoacán, 20 de diciembre de 2016.- Aclaro que el presente artículo es de autor desconocido, circula ampliamente por la Internet y me parece muy interesante y vigente. Hago un resumen.

“¿Quieres ser médico hijo mío? Aspiración ésta de un alma generosa, de un espíritu ávido de ciencia. ¿Deseas que los hombres de tengan por un Dios que alivia sus males y ahuyenta de ellos el espanto?

¿Has pensado bien en lo que ha de ser tu vida? Tendrás que renunciar a tu vida privada; mientras la mayoría de los ciudadanos puede, terminada su tarea, aislarse lejos de los infortunios, tu puerta quedará siempre abierta a todos, a toda hora del día o de la noche vendrán a turbar tu descanso, tus placeres, tu meditación; ya no tendrás horas que dedicar a tu familia, a la amistad o al estudio.

Los pobres acostumbrados a padecer, no te llamarán sino en caso de urgencia; pero los ricos te tratarán como a un esclavo encargado de remediar sus excesos, sea porque tienen una indigestión, sea porque están acatarrados; harán que te despierten a toda prisa tan pronto como sientan la menor inquietud, pues estiman muchísimo su persona. No podrás ir al teatro ni estar enfermo, tendrás que estar siempre listo tan pronto como te llame tu amo.

Eras severo en la elección de tus amigos; buscabas la sociedad de los  hombres de talento, de artistas, de almas delicadas; en adelante no podrás desechar a los fastidiosos, a los escasos de inteligencia, a los despreciables.

Ten presente que te juzgarán, no por tu ciencia, sino por el corte de tu capa, por la apariencia de tu casa, por el número de criados.

Eres activo, sabes lo que vale el tiempo; no habrás de manifestar fastidio ni impaciencia; tendrás que soportar relatos que arranquen del principio de los tiempos para explicar un cólico; ociosos te consultarán por el solo placer de charlar. Serás el vertedero de sus nimias vanidades.

Sientes placer por la verdad, ya no podrás decirla. Tendrás que ocultar a algunos la gravedad de su mal; a otros su insignificancia pues les molestaría.

No te será permitido dudar nunca, so pena de perder todo crédito. Si no afirmas que conoces la naturaleza de la enfermedad, que posees un remedio infalible para curarla, el vulgo irá a charlatanes que venden la mentira que necesitan.

No cuentes con agradecimiento; cuando el enfermo sana, la curación es debida a su robustez; si muere tú eres el que lo ha matado.

Mientras está en peligro, te tratan como a un dios, te suplica, te promete, te colma de halagos, no bien está en convalecencia, ya le estorbas, cuando se trata de pagar los cuidados que le has prodigado se enfada y te denigra. Cuantos más egoístas son los hombres más solicitud exigen.

No cuentes con que este oficio penoso te haga rico. Te lo he dicho: Es un sacerdocio y no sería decente que produjera ganancias como las que saca un aceitero o el que vende lana. Te compadezco si sientes afán por la belleza; verás lo más feo y repugnante que hay en la especie humana; todos tus sentidos serán maltratados. Habrás de pegar tu oído contra el sudor de pechos sucios, respirar el olor de nauseabundas viviendas, los perfumes harto subidos de las cortesanas, palpar tumores, curar llagas verdes de pus, contemplar los orines, escudriñar los esputos, fijar tu mirada y tu olfato en inmundicias, meter el dedo en muchos sitios.

Hasta la belleza misma de las mujeres desvanecerá para ti. Las verás por la mañana desgreñadas, desencajadas, desprovistas de bellos colores, y olvidando sobre los muebles parte de sus atractivos.  Cesarán de ser diosas para convertirse en pobres seres afligidos por la miseria, sin gracia.

¡Cuántas veces te asustarás al ver a un cocodrilo adormecido en el fondo de la fuente de los placeres!

Tu oficio será para ti una túnica de Neso. En la calle, en los banquetes, en el teatro, en tu casa misma, los desconocidos, tus amigos, tus allegados, te hablarán de sus males para pedirte un remedio. El mundo te parecerá un vasto hospital, una asamblea de individuos que se quejan.

Te será difícil conservar una visión consoladora del mundo. Descubrirás tanta falsedad bajo las más bellas apariencias, que toda confianza en la vida se derrumbará y todo goce será emponzoñado. La raza humana es un Prometeo desgarrado por buitres.

Te verás sólo en tus tristezas, sólo en tus estudios, sólo en medio del egoísmo humano. Ni siquiera encontrarás apoyo entre los médicos que se hacen sorda guerra por interés o por orgullo.

Piénsalo bien mientras estás a tiempo. Pero si, indiferente a la ingratitud, si sabiendo que te verás solo entre las fieras humanas, tienes un alma lo bastante estoica para satisfacerse con el deber cumplido sin ilusiones, si te juzgas pagado lo bastante con la dicha de una madre, con una  cara que sonríe porque ya no padece, con la paz de un moribundo a quien ocultas la llegada de muerte; si ansías conocer al hombre, penetrar todo lo trágico de su destino, hazte médico, hijo mío.”

Alejandro Vázquez Cárdenas

Add. Feliz navidad a mis cuatro lectores. Un abrazo.

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