Crónicas desde la Barbarie… / Teresa Da Cunha Lopes
A las 18:28 horas en la cárcel de Huntsville, fue ejecutado otro mexicano, de su nombre Ramiro Hernández Llanas, por el Estado de Texas, en flagrante (otra vez) violación de la decisión de la Corte Internacional en el Caso Avena
Morelia, Michoacán, 09 de abril de 2014.- A las 18:28 horas en la cárcel de Huntsville, fue ejecutado otro mexicano, de su nombre Ramiro Hernández Llanas, por el Estado de Texas, en flagrante (otra vez) violación de la decisión de la Corte Internacional en el Caso Avena.
Ramiro Hernández fue ejecutado por inyección letal después de que una corte federal de apelaciones desestimara un recurso y que sus abogados renunciaran a llevar el caso al Tribunal Supremo.
La madre de 75 años del ejecutado estuvo presente, así como el hijo de la víctima.
Esta imagen describe bien lo que es la pena capital: la pena de muerte es un acto brutal y primitivo, aún cuando “legal”. La pena de muerte es un acto de miedo primario frente al desorden social del derramamiento de sangre. La pena de muerte es un hecho “irracional” en sistemas jurídicos que se presentan como “racionales”.
La pena de muerte, si fuera aplicada de manera “racional”, se reservaría para el peor de los peores, para las abominaciones fuera de toda humanidad.
Pero no es el caso.
En la práctica, su uso “desafía la explicación racional”, tal como lo escribió juez de la Corte Suprema del Estado de Washington, Charles Johnson escribió en la opinión disidente de un caso de pena de muerte en el 2006: “La pena de muerte es como un rayo, que cae al azar sobre unos acusados y no a otros . “
La pena de muerte instala lo irreversible en contextos y procesos humanos que son falibles, llenos de errores e imperfectos.
La pena de muerte es un acto fundamentalmente erróneo, demasiado irracional y moralmente equivocado.
Ya es hora de que deje de existir en Estados-Unidos, en China, en Rusia, en el mundo islámico.
