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De Primera Mano: A los maestros sin vocación

Me parece absurdo que el principal argumento de miles de ellos contra la reforma educativa, principalmente de aquellos que no tienen vocación, es que dicha reforma es más bien de carácter laboral y no educativo
Me parece absurdo que el principal argumento de miles de ellos contra la reforma educativa, principalmente de aquellos que no tienen vocación, es que dicha reforma es más bien de carácter laboral y no educativo

Si fueran decentes no habría más que de dos sopas: O se presentan a trabajar en serio, o dejan el espacio para otro que sí tenga la vocación docente, o al menos haga el esfuerzo por cumplir con su chamba

Morelia, Michoacán, 16 de mayo de 2017.- Como cada 15 de mayo, se conmemoró en México el Día del Maestro.

En ese contexto, envié y envío mi más sincera felicitación y mi más sentido reconocimiento a todos aquellos que se dedican a la noble labor de la enseñanza por vocación, porque les nace, porque les interesa hacer bien las cosas y porque al mismo tiempo tienen un gran compromiso con las nuevas generaciones de mexicanos.

Al mismo tiempo, envío mi total condena y reprobación para aquellos otros que no están en esa tarea por vocación, sino que lo hacen por “chambistas”, porque lo único que les interesa es tener un sueldo y un ingreso seguro cada quincena por el resto de sus vidas.

A aquellos que por su falta de compromiso están más bien marchando, ocupándose en otras tareas y exigiendo sueldos que ellos no se merecen, lo menos que uno puede hacer como mexicano que les paga sus salarios a través de sus impuestos es exigirle que por lo menos se presenten a clases, que por lo menos se preparen, se evalúen y muestren interés en cumplir en aquella labor para la que fueron contratados.

Me parece absurdo que el principal argumento de miles de ellos contra la reforma educativa, principalmente de aquellos que no tienen vocación, es que dicha reforma es más bien de carácter laboral y no educativo.

Si ellos en los hechos nos han demostrado que no tienen interés en instruir y preparar a las nuevas generaciones para los retos de la vida, lo menos que deberían hacer es hacer un esfuerzo sobrehumano contra todas sus limitaciones y presentarse a su centro de trabajo a desquitar su sueldo, a sabiendas de que, al contrario de la inmensa mayoría de los mexicanos, ellos sí lo tienen asegurado hasta el último día de sus vidas.

Si fueran decentes no habría más que de dos sopas: O se presentan a trabajar en serio, o dejan el espacio para otro que sí tenga la vocación docente, o al menos haga el esfuerzo por cumplir con su chamba.

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