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De Primera Mano / En contra de las fotomultas… a medias

Argumentar en contra por las comisiones que se llevarían las empresas, es sólo evadir la realidad, a muchos les preocupa más que un sistema automático puede ser más eficiente que un oficial de tránsito para detectar anomalías
Argumentar en contra por las comisiones que se llevarían las empresas, es sólo evadir la realidad, a muchos les preocupa más que un sistema automático puede ser más eficiente que un oficial de tránsito para detectar anomalías

Quienes respetan las normas de tránsito no deberían estar preocupados por la medida, pero si de verdad se trata de una estrategia para garantizar la seguridad de peatones y automovilistas, también deben sancionarse conductas igual de graves que el exceso de velocidad

Morelia, Michoacán, 17 de mayo de 2016.- Yo también estoy en contra de las fotomultas, ¡pero de las fotomultas a medias!

En las últimas semanas, autoridades municipales de Morelia nos han venido diciendo que mediante un sistema automatizado se detectará e infraccionará “sólo” a los automovilistas que conduzcan con exceso de velocidad.

¿Y qué hacemos como ciudadanos? Nos quejamos de que se pretenda implementar una medida como ésta porque “a lo mejor” la empresa ganadora va a ganar mucho de comisión, porque “a lo mejor” es negocio de algún funcionario municipal o de algún empresario del Estado de México y porque “tal vez” se preste a la corrupción.

Protagónica, como es, ya hasta la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH) se ha pronunciado en contra de la medida. Y discúlpenme, pero yo no he visto que conducir con exceso de velocidad sea un derecho humano y fundamental de las personas.

Para empezar, quienes respetan las normas de tránsito –y quienes están dispuestos a cumplirlas-, no deberían estar preocupados por las fotomultas. Nos han dicho hasta el cansancio que las infracciones serán sólo contra quienes excedan los límites de velocidad permitidos. Ni más ni menos, algo que ya dicen las leyes de tránsito. Es decir, no hay ninguna obligación o imposición adicional para ninguno del 100% de los conductores en Morelia.

Ahora bien, si de verdad se trata de una estrategia para garantizar la seguridad de peatones y automovilistas, también deberían sancionarse conductas igual de graves y nocivas que el exceso de velocidad.

¿Cómo es posible que si se va a implementar un costoso sistema para la regulación del tránsito vehicular se piense aplicarlos solamente para sancionar una de las múltiples infracciones que miles de personas cometen cotidianamente al conducir?

Los casos más comunes, y que permanecerían en la impunidad con las fotomultas –al menos en los términos en que las autoridades municipales nos lo han anunciado-, serían desde pasarse el semáforo en rojo, hasta hablar o mensajear por el celular; pintarse o peinarse mientras se conduce; conducir en sentido contrario; dar vueltas prohibidas; invadir el paso peatonal y las rampas para discapacitados; estacionarse en lugares prohibidos; conducir de manera imprudente; y, no ceder el paso a los vehículos de emergencia, entre muchas otras.

¿Qué existen dudas sobre la honestidad de nuestras autoridades? ¡Por supuesto! Nacimos, crecimos y aún vivimos en una cultura de la desconfianza, desconfianza que por cierto no ha sido gratuita.

Pero ya que se nos ha prometido un gobierno ciudadanizado, pues hagamos que el proyecto sea supervisado por un órgano ciudadano independiente al gobierno. Y no creemos más burocracia, creo que en el Consejo Ciudadano bien se puede conformar una comisión para el efecto.

Que nos demuestre el Ayuntamiento de Morelia –que tanto nos ha presumido su interés por transparentar su gestión, que efectivamente no hay ningún vicio oculto en la licitación-, que ningún funcionario municipal o empresario defraudador resulta beneficiado de esto.

Desde mi punto de vista, muchos de aquellos que se expresan en contra por las comisiones que se llevarían las empresas –pero no proponen nada en contraparte-, sólo evaden la realidad. Hay muchos a quienes les preocupa más que un sistema automático puede ser más exacto, más eficiente –y más difícil de corromper- que un oficial de tránsito.

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