Editoriales

De Primera Mano / Sindicalismo exigente e irresponsable

Nuestro director, Nicolás Casimiro; periodista con 14 años de trayectoria y con experiencia en radio y diversos medios impresos, electrónicos y agencias informativas
Nuestro director, Nicolás Casimiro; periodista con 14 años de trayectoria y con experiencia en radio y diversos medios impresos, electrónicos y agencias informativas

Todo fuera tan sencillo como que los líderes sindicales asumieran compromisos del tamaño de los privilegios que ya tienen y de los otros exigen. Aquí lo malo es que no es así, puesto que se limitan a demandar cada vez mayores beneficios, pero no asumen las consecuencias de lo insensato de sus pretensiones

Morelia, Mich., 26 de noviembre de 2013.- Las cosas no van a mejorar en Michoacán y en el país mientras no haya la intención y la voluntad de poner cada cosa en su lugar. Por ejemplo, los delincuentes y los corruptos en la cárcel; los honestos y sensibles en los cargos públicos; y, los inteligentes y trabajadores generando riqueza.

Esto aplica a todos los ámbitos, y lo menciono porque como consecuencia de las múltiples concesiones que a lo largo de décadas se han dado a ciertos sectores de la población, con base en el número de votos que representan, ahora tenemos graves problemas como son los asentamientos irregulares; las frecuentes marchas, manifestaciones y plantones; y, un sindicalismo mal entendido y opresivo que pese a sus excesos es tolerado por unos y hasta celebrado por otros.

Lo anterior viene al caso porque hay expresiones supuestamente sindicales, pero más que eso políticas, como la Sección 18 de la CNTE, que de manera cínica y absurda muestran un claro desprecio por aquella fuente de trabajo que es el origen de todos los privilegios de que ahora gozan. También hay otros casos en donde se ha llegado al extremo de exigir la salida de directores generales porque no dejan al líder sindical nombrar a los directores de área y personal de confianza en una institución.

Donde es toda una imprudencia cambiar de proveedores por otros que suministren a la entidad con los mismos insumos a mejores precios, logrando importantes ahorros, porque aquellos que resultarían perjudicados serían los compadres y amigos del dirigente sindical.

En Michoacán, y seguramente en muchos otros puntos del país, el sindicalismo está mal entendido y aplicado, sobre todo en la administración pública, porque hay líderes y subalternos que ya se sienten “amos y señores” de las instituciones, al grado de querer imponer a secretarios, directores y jefes de departamento; al grado de decidir quiénes deben ser los proveedores y cuál debe ser su comisión; y también, al grado de tomar decisiones estratégicas de las dependencias mucho más allá de sus atribuciones.

Y todo fuera tan sencillo como que los líderes sindicales asumieran compromisos del tamaño de los privilegios que ya tienen y de los otros exigen. Aquí lo malo es que no es así, puesto que se limitan a demandar cada vez mayores beneficios, pero no asumen las consecuencias de lo insensato de sus pretensiones.

Así, hoy tenemos muchísimas dependencias públicas, sobre todo en el sector educativo, que laboran con grave déficit presupuestario, pues para llenar los bolsillos de esos sindicatos que ya están empoderados no hay recurso que alcance. También nos encontramos con que aquellos buenos funcionarios, que quieren actuar de forma recta y dan resultados, corren el grave riesgo de salir de la administración pública por no responder a los intereses sindicales.

Y vuelvo a lo anterior, es necesario, es urgente, es indispensable, que en Michoacán pongamos cada cosa en su lugar. Por eso me parecen absurdos los argumentos de aquellos que descalifican a la reforma educativa diciendo que es una “reforma laboral”, porque si lo que requerimos es poner las cosas en su lugar, a los maestros los ocupamos en las aulas, no en las calles ni en las plazas públicas. No se les paga para eso y si a eso se quieren dedicar, entonces que no les paguen.

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