Editoriales

Del bikini al burkini. La monumental hipocresía del poder con olor a machismo

Teresa Da Cunha es doctora en Derecho; con diversos posgrados en universidades de México, España y Francia; profesora investigadora de la UMSNH; miembro del Sistema Nacional de Investigadores; y coordinadora del Área de Ciencias Sociales en el CIJUS
Teresa Da Cunha es doctora en Derecho; con diversos posgrados en universidades de México, España y Francia; profesora investigadora de la UMSNH; miembro del Sistema Nacional de Investigadores; y coordinadora del Área de Ciencias Sociales en el CIJUS

Sobre la polémica del uso y de la prohibición del “burkini”, debemos reconocer que la posición del Tribunal europeo que ratificó la interdicción del porte del “velo integral’ y la decisión del Consejo de Estado francés de anular uno de los reglamentos municipales sobre las sanciones del uso del burkini, no son jurisprudencias opuestas, son coherentes y complementarias entre sí.

Morelia, Michoacán, 29 de agosto de 2016.- Es difícil estar a favor de la “libertad” de usar un burkini y más aún defender su prohibición. La paradoja reside en que el burkini nace de una imposición político- religiosa de un machismo que parte de un posicionamiento ideológico que tiene mucho a ver con la guerra a la” libertad” de las mujeres usaren lo que quieren y ser dueñas de sus cuerpos y de sus vidas. O sea, es un símbolo de anulación de la mujer como persona y de negación de su capacidad jurídica. Y, que, por otro lado, las restricciones administrativas y las multas contra el porte del burkini, vienen de otra tradición, en que otro tipo de machismo ha impuesto reglamentos y sanciones, en otros momentos, a la” libertad” de usar bikini (o, por ejemplo, la mini falda, o, pantalones, etc…) a las mujeres occidentales, a nombre del” principio de la moral” o del” respecto por el orden público”.

En la realidad, entre fundamentalistas islámicos y fundamentalistas cristianos, existe un común elo de hipocresía monumental, de políticas sostenidas de sometimiento de la mujer y una tradición de usar las herramientas legales para hacer del espacio público un desierto sin mujeres o un campo minado -lleno de peligros, controles, riesgos, humillaciones y anatemas -para las mujeres.

Lo que tenemos que hacer es luchar por la eliminación del ejercicio del poder desde una perspectiva machista y, para tal, ni podemos ser cómplices de los islamistas ni de los fundamentalistas cristianos.

IMAGEN-16683528-2 160829Seamos claras, considerar como” normal” el uso del burkini no es una muestra de respecto por un” dictamen religioso”, porque su uso no se basa en un precepto religioso, si en una opción política que, reclamando ejercer un derecho en el cuadro de nuestro paradigma basado en los derechos fundamentales, tiene como objetivo la destrucción de la democracia y de esas mismas libertades individuales. O sea, es un ejercicio de sabotaje, perfectamente orquestado, desde el interior, y contra la columna vertebral de nuestras opciones civilizacionales. Proceso de destrucción que pasa por diversas fases y, que usa diversas herramientas en la guerra (real) contra lo que hemos conquistado.

El suicida que se hace explotar en medio de nuestras ciudades y aquella que exige entrar a un campus universitario con velo integral (que es diferente de otros tipos de vestimenta de acuerdo con reglas musulmanes), son militantes de un mismo movimiento y defensores de un mismo tipo de radicalización y, como tal, debemos defendernos de su acción política y de sus actos, con todos los instrumentos, incluyendo las restricciones legales.

Mas, entre el” velo integral” y el “burkini” existe una (sutil) diferencia. En este sentido, la posición del Tribunal europeo que ratificó la interdicción del porte del “velo integral’ y la decisión del Consejo de Estado francés de anular uno de los reglamentos municipales sobre las sanciones del uso del burkini, no son jurisprudencias opuestas. Son coherentes y complementarias entre sí. Intentan encontrar un equilibrio (muy difícil y complejo) entre la defensa de las libertades cívicas y, la urgencia de colocar un freno a la ideología radical que nos quiere destruir como civilización.

O sea, el primero tribunal reconoció el uso del” velo integral” (burka o tchador) por lo que es: un arma ideológica de opresión del mundo femenino y de restricciones insoportables a la autonomía del sujeto, en este caso, de la mujer. Por otro lado, el Consejo de Estado de Francia, partió de la posición de que legislar contra el” burkini” es contraproducente y, mismo altamente riesgoso para las democracias occidentales (especialmente, para la eficiencia del principio jurídico de la igualdad en la República).

Con lo cual lidió con el verdadero problema político, de una forma jurídica, totalmente encuadrada en los principios administrativos del Estado francés. Dejar a los ediles municipales legislar en materia de “seguridad pública” es atentar contra las competencias de la administración nacional y, por otro lado, radicaliza las relaciones entre las comunidades. Uno, porque fortalece la manipulación propagandística de los radicales islámicos y les da un arma para combatir nuestras democracias desde el interior. Dos, porque permite la deriva que, bajo el principio del” orden público”, va” legitimar” otras iniciativas” cristianas” de algunos ediles “republicanos” que ejercen el poder, desde una perspectiva de género machista.

Doaa El Ghobashy (R) from Egypt celebrates as Marta Menegatti and Laura Giombini (L) from Italy look on during the Women's Preliminary - Pool D match Menegatti/Giombini of Italy against Elghobashy/Nada of Egypt at the Beach Volleyball events during the Rio 2016 Olympic Games at the Beach Volleyball Arena Copacabana in Rio de Janeiro, Brazil, 9 August 2016. Photo: Sebastian Kahnert/dpa
Doaa El Ghobashy (R) from Egypt celebrates as Marta Menegatti and Laura Giombini (L) from Italy look on during the Women’s Preliminary – Pool D match Menegatti/Giombini of Italy against Elghobashy/Nada of Egypt at the Beach Volleyball events during the Rio 2016 Olympic Games at the Beach Volleyball Arena Copacabana in Rio de Janeiro, Brazil, 9 August 2016. Photo: Sebastian Kahnert/dpa

En los dos casos, estamos entre fuego cruzado. Así que, debemos entrar en modo activo de rechazo de cualquier retroceso en el ejercicio pleno de nuestros derechos, en cualquier país y, en cualquier contexto.

Aclaremos de una vez por todas, que los derechos de las mujeres también, son derechos fundamentales y, que todos los derechos fundamentales son derechos de las mujeres.

Seamos extraordinariamente atentas a cualquier desviación y, contra ataquemos directamente a todos aquellos, que, desde cualquier trinchera, desde cualquier tipo de fundamentalismo /radicalismo, producen de la nada, pseudo “imperativos morales” y, que, además, los pretenden transformar en norma religiosa, norma social o norma jurídica. O todas a la vez.

Políticamente, solo tenemos una opción: votar contra cualquier electo que pretenda legislar contra nuestros derechos, sean ellos relativos al libre desarrollo de la personalidad, a nuestra opción de vida, a nuestros derechos reproductivos o …a nuestra forma de vestir.

Pero, también no debemos ser ingenuas y, en aras de defensa de la” libertad”, caer en la manipulación de aquellos que usan el espacio de tolerancia creado por nuestras libertades cívicas, para destruir nuestros derechos fundamentales.

Así que, no confundamos” libertad” con” uso del “velo integral “, porque el último no es una” libertad”. Es una imposición político – ideológica de aquellos que nos quieren anular, regresar al medievo y transformarnos en propiedad y, en las nuevas esclavas (de siempre).

Nota: (*) El título refleja el título de un editorial de New York, feliz coincidencia, pero que no va más allá, como se puede verificar por la lectura de los dos artículos. Por eso, les dejo aquí el enlace al del NYTimes http://www.nytimes.com/2016/08/28/world/europe/france-burkini-bikini-ban.html?smid=fb-nytimes&smtyp=cur&_r=0

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