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Desiderata legal: Del shock del coronavirus, a la violación de los derechos humanos

Inequidad, inseguridad y crisis es lo que en realidad se ventila ante el Covid-19, ante una creciente y garrafal disparidad, más pobres y un número reducido de ricos

«El refinamiento de la sensibilidad y la altura del 

pensamiento traen consigo un constante 

y agudo sufrimiento».

Giovanni Papini

Morelia, Michoacán, 01 de abril de 2020.- Justicia internacional, tema utópico para nuestro México, Globalización término ampliamente conocido, criticado y para variar en crisis; interesante mancuerna, distante de la aplicación efectiva y más para los países subdesarrollados, víctimas del poderío económico que hoy cubre el entramado de los intereses de las potencias mundiales. 

Inequidad, inseguridad y crisis es lo que en realidad se ventila ante el Covid-19, ante una creciente y garrafal disparidad, más pobres y un número reducido de ricos.

Ante esta crisis, ¿en dónde quedan los derechos humanos?, ese conjunto de atributos de la persona humana, cuyo ejercicio permite preservar su vida e integridad física, moral y cultural, instituidos en un determinado momento histórico a partir de un consenso generalizado por el que se admite su existencia, como garantes para el cumplimiento de las exigencias humanas básicas derivadas de filosofías políticas y sociales, tales como la dignidad, la igualdad y la libertad humanas, los cuales reconocidos positivamente por los ordenamientos jurídicos en el ámbito nacional e internacional, se constituyen en un dique contra el abuso del poder sobre la esfera individual y colectiva. 

Diversas reflexiones en la materia pueden derivar de lo que estamos viviendo, pero hoy me enfocaré en como la desigualdad, en su más amplio sentido, marca una diferencia, primero entre países, luego entre clases y finalmente entre personas, cuyos resultados ya estamos viviendo, pero falta el producto final, al cual debemos prepararnos, la pregunta sería si México, su gobierno, su gente, estamos preparados.

Recordemos que los derechos humanos de la tercera generación, son el resultado de las transformaciones sociales que impulsan las colectividades en momentos de crisis de los modelos que han institucionalizado el poder, como expresión de resistencia a la opresión y al abuso en el ejercicio de las fuerzas sociales y políticas dominantes, tanto en el ámbito internacional como local.

Su reconocimiento en el derecho interno a nivel constitucional, los eleva al rango de fundamentales y se incorporan como principios que alimentan el discurso político, pero lamentablemente, aún dista la realidad de corresponder a los propósitos de su positivización, como es el caso del derecho al desarrollo que en naciones como la nuestra, siempre es un gran pendiente para los gobiernos y un duro camino por recorrer para las personas en situación de vulnerabilidad que no tienen manera de acceder a los mínimos de bienestar y de dignidad humana.

En la conferencia de Viena de 1993, se presentó el derecho al desarrollo como el resumen de los derechos fundamentales a la vida, a un mínimo adecuado de alimentación, vestido, vivienda, atención médica, seguridad real, entre otras cosas.

En nuestra Carta Magna, se encuentra este derecho humano en diversos artículos:

Ejemplo es el Artículo 4º párrafos sexto y séptimo, que entre otras cosas señala que toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico, en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible. En México, existen zonas que no aun no tienen este recurso indispensable para la vida, entonces, te dicen que debes lavarte las manos con agua y con jabón, primero habría que garantizarles ese mínimo vital.

Toda familia tiene derecho a disfrutar de una vivienda digna y decorosa. Te dicen quédate en casa, lo que definitivamente es lo correcto en estos momentos, es lo que debemos hacer, pero hay millones de mexicanos en pobreza extrema, en situación de calle, ¿ellos en qué casa se quedan? 

Corresponde al Estado la rectoría del desarrollo nacional, para garantizar que éste sea integral y sustentable, que fortalezca la soberanía de la nación, fomento del crecimiento económico y del empleo y una más justa distribución del ingreso y la riqueza (Artículo 25). Seamos realistas, es utópico este artículo, no lo tenemos, no al menos en lo mínimo indispensable, los datos por sí mismo hablan, tendremos un México después del Covid-19, si por la globalización, pero principalmente por la actuación y lo que hemos gestado como País a lo largo de los años y por supuesto, de lo que el Gobierno en todos sus niveles haga ante este gran reto. 

Ya estábamos mal parados como País ante la llegada de esta crisis, sin crecimiento económico, sin inversión, con una sociedad dividida y radicalizada, polarizada desde el discurso presidencial mismo, que en esta contingencia ha mantenido esa tónica y hasta enviado mensajes encontrados, generando confusión en sus gobernados; un país donde el principal ingreso económico, como lo es el crudo, enfrenta una recesión. Cuando la cruda inseguridad social permea en todos los niveles, donde tenemos 10 feminicidios por día. 

Los salarios mínimos deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material social y cultural y para proveer la educación obligatoria a los hijos (Artículo 123), hoy tenemos un aumento de salario, sí, pero no el suficiente. Aquí encontramos la realidad, ¿cuántos mexicanos tenemos en la informalidad laboral?, eso no quiere decir que, en pobreza, no todos, pero si muchos que viven al día, muchos otros que han sido despedidos injustamente. A a título personal, sé de varias personas cercanas y no, ¿cómo se les va a apoyar a estas personas? ¿vamos a culpar a las micro, pequeñas y medianas empresas?, hagamos un alto, hay que cambiar el chip, como sociedad, sí, pero también esperemos esa altura de miras de nuestro Gobierno.

Naomi Klein describe que la doctrina del shock es la estrategia política de utilizar las crisis a gran escala para impulsar políticas que sistemáticamente profundizan la desigualdad, enriquecen a las elites y debilitan a todos los demás. Se encontrará una vacuna para el virus, pero la vacuna contra la histeria financiera se vislumbra compleja. 

La distancia entre pobres y ricos no deja de aumentar de forma exponencial, pero esa curva no preocupa a casi nadie. La del Covid-19, sí. Hay una enfermedad llamada pobreza que mata cada día a 10.000 personas, y un medicamento denominado comida… Para Aristóteles los esclavos eran necesarios porque las tejedoras no tejen solas. Hoy si lo hacen y siguen existiendo esclavos.

Naomi Klein también señala algo muy lógico: si en épocas normales dices a la gente que debe bajarse el sueldo o perder su empleo por el bien común, sabemos que no lo aceptaría. Sin embargo, en medio de una catástrofe, posiblemente, sí. Porque estamos retraídos, aislados, acobardados.

La nación mexicana está conformada de personas que pese a la situación actual e histórica, somos ejemplo de unión, de alegría, de trabajo. Tenemos infinidad de profesionales destacados en su ramo a nivel internacional; somos capaces de pagar de los impuestos más altos a nivel internacional (lo que lleva a la gran brecha de desigualdad, muy pobres o de los más ricos del mundo), somos un gran pueblo; hoy nos necesitamos, unidos, solidarios, empáticos, pero también informados y críticos. Recordemos que el pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla.

Concluiré con la frase de Platón, que a mi criterio consagra lo que en nuestro actuar debemos tener todos los habitantes de nuestro País, pues hay que luchar por que México mejore y no se quede estancado con un sistema falto de ética y convicción por el mejoramiento y crecimiento de nuestra sociedad: 

“Tal es el hombre tal es el Estado. Los gobiernos cambian como el carácter de los hombres; el Estado es lo que es, por qué los ciudadanos son lo que son; y los Estados no serán superiores, mientras los hombres no sean mejores”.

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